Opinión

La tormenta perfecta

Santiago 26 de julio 2025. La Junta Nacional de la Democracia Cristiana encabeza debate y votacion online, instancia en que se espera una definicion en materia presidencial. Dragomir Yankovic/Aton Chile DRAGOMIR YANKOVIC/ATON CHILE

Hablar de “una tormenta perfecta” es siempre un análisis posterior a hechos devastadores donde parecieran haberse conjugado múltiples opciones que se presentan como “inevitables”. En la naturaleza es un poco así, sin duda. Esta semana vimos el terremoto en Rusia, en medio del mar, un sector lejano. Sin embargo, las olas expansivas afectaron a remotos lugares, incluido Chile. Pero las “tormentas perfectas” cuando son causadas por acciones humanas, nunca están determinadas. Son provocadas por las decisiones y acciones de personas de carne y hueso, siempre pueden evitarse.

Esta semana vimos como “la más vieja profesión humana” se manifestó en pleno. La Democracia Cristiana renunció a ser “democrática” y “cristiana”, abandonó todas sus supuestas convicciones al apoyar a la candidata comunista. Vendió su alma por 22 escaños parlamentarios. Sus próceres dijeron haber tomado una “decisión de futuro”, se vendieron para no desaparecer.

El comunismo es en esencia antidemocrático y es “una religión de sustitución”, que define desde sus orígenes al cristianismo como “el opio del pueblo”. La democracia es más que simplemente el juego del poder que se manifiesta en las elecciones. Implica creer en las diferencias y respetar, desde los gobiernos de la mayoría a las minorías. Implica el respeto irrestricto a las libertades individuales y, por tanto, el derecho a la libre opinión, expresión, culto, enseñanza y otros. La democracia cree y respeta el Estado de Derecho y no busca acumular el poder. Es por eso por lo que entiende la necesidad y persigue la separación de poderes, ya que concibe al Estado al servicio del individuo y no al revés. El comunismo es en esencia, desde su concepción, totalitario. Tiende a anular al individuo en el Estado y deja, por lo mismo, fuera las libertades individuales. Es una ideología materialista que anula todo sentido de trascendencia, por lo mismo es incompatible con el cristianismo. Fue condenado como ideología por el Papa en latín, idioma universal, como una herejía. De hecho, la penetración del marxismo en la religión cristiana, la llamada Teoría de la liberación es considerada fuera de la ortodoxia cristiana, es decir hereje.

La DC en Chile fue un partido importante que buscó una tercera vía entre el capitalismo y el marxismo desde la Doctrina Social de la Iglesia. Fue un partido que tuvo tres presidentes en Chile y que era un camino sensato desde el centro. Pero abandonó su ideario al izquierdizarse. Desde ella nació la izquierda cristiana que abrazó las ideas heréticas de la Teología de la Liberación, del marxismo en la década de los 70. Como partido fueron responsables de la llegada de Salvador Allende al poder, confiando que con un “estatuto de garantías constitucionales” sería suficiente para dejar de ser responsables de lo que pudiese pasar. Cual Poncio Pilatos “se lavaron las manos”, pero igual que entonces, fueron los responsables de la “muerte de Cristo”, en este caso de la muerte de la democracia.

Chile sufrió y se reinventó. Al regreso a la democracia don Patricio Aylwin asumió en un nuevo Chile democrático y trabajó por “parchar” el alma del país. Eduardo Frei Ruiz Tagle, administrando el modelo de libertad e institucionalidad abrió Chile al mundo y logró cambiar para bien la vida de los chilenos. Las acciones de los “vientos bolivarianos” envalentonaron a las izquierdas latinoamericanas y trajo como consecuencia la nueva izquierdización de la DC. El marxismo la volvió a permear y con ello perdió el norte otra vez. De ser el partido más importante, se fue disminuyendo hasta casi la extinción. Muchos abandonaron las filas y formaron nuevas coaliciones. Tras llamar a votar apruebo en un proyecto constitucional colectivista y totalitario, perdió toda posible coherencia, renegando de sus propios próceres. Hoy ya inexistentes, prefieren vender su alma, o lo que queda de ella por “un par de monedas”, cual Judas. Son las acciones individuales y las ambiciones personales las que llevaron a este viejo partido a ser cualquier cosa menos “democrático”, ni “cristiano”.

Esta tormenta política ya era dura y se torna “perfecta” cuando en la derecha, cual “perro del hortelano” que “no come ni deja comer”, la candidata de la derecha, en clara caída libre, no quiere morir sola, prefiere que todos caigan con ella. Ahí vemos las rencillas de “prekínder” que dejan en evidencia que no entienden que es lo que tienen al frente. Esta tormenta si es “perfecta” se debe a las acciones individuales de cada actor y si el comunismo tiene una opción, serán todos responsables de ello. Es hora de tragarse el orgullo y de hacer lo que corresponde para evitar la hecatombe final. Chile no se merece esto.

Por Magdalena Merbilháa, historiadora y periodista

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