Las contradicciones del Presidente frente al eventual triunfo del Rechazo

Primero dijo que con esa opción quedaría la “Constitución de los cuatro generales”. Luego, que no había un plan para la continuidad del proceso. Ahora, que es mandatorio llamar a una nueva convención. ¿Cómo se entiende este constante zigzagueo?



El Presidente Gabriel Boric sorprendió a muchos, incluso a su propia coalición, cuando dijo que si gana el Rechazo en el plebiscito constitucional, se debe convocar a una nueva elección de convencionales para que redacten otra Constitución. La sorpresa se explica por dos aspectos: primero, porque lo que plantea como único camino post Rechazo -una nueva convención- no tiene un sustento legal. Segundo, y lo que es más llamativo, porque en este mismo tema, el Mandatario ha planteado tres cosas no solo diferentes, sino también contradictorias. En efecto, primero dijo que, si gana el Rechazo, volvería la “Constitución de los cuatro generales”. Luego, señaló que desde el Rechazo no había un plan para la continuidad del proceso constituyente. Ahora, por lo visto, no se necesita plan, porque según se desprende de sus palabras existiría una suerte de obligación o compromiso para hacer una nueva convención.

Visto de esta manera, cabe preguntarse si el Presidente realmente no tiene claridad respecto del tema, o bien sus declaraciones, más que reflejar convicción, se mueven al ritmo de lo que le conviene políticamente. Sin descartar la primera, si se toma la última opción como la más plausible, entonces se encuentra una cierta lógica: todo lo que dice el jefe de Estado busca fortalecer la opción Apruebo, para lo cual no tiene problemas en ir cambiando los argumentos, aunque estos se contradigan entre sí.

Bajo este prisma, lo que buscaría este último planteamiento -que es obligatorio elegir una nueva convención- sería intentar subirle el precio a la opción Rechazo, apelando a un supuesto cansancio de la ciudadanía respecto del tema. Esto se hace bastante evidente cuando Boric agrega que su intención es que a partir del 5 de septiembre se inicie un camino de cambios y reformas, pero de ganar el Rechazo “vamos a tener que prolongar este proceso por un año y medio más, donde va a tener que discutirse todo desde cero”, indicó.

En esto, sin embargo, el Presidente se equivoca, porque de acuerdo con las encuestas no existe ese supuesto cansancio que atribuye a la población, y de hecho está dispuesta a seguir con el proceso constituyente. Y es así, por algo muy profundo: la mayoría quiere cambiar la actual Constitución, y solo una pequeña fracción favorece la propuesta de la Convención tal cual fue presentada. Esto no parece estar en los cálculos de La Moneda ni del Presidente, que esta semana se dedicó a repartir textos autografiados de la nueva Carta.

Pero, además, ello está muy alejado del verdadero sentir de las personas, que en su gran mayoría, ya sea que se inclinen por el Apruebo o el Rechazo, dicen que se necesita otra Constitución, distinta a la nueva y distinta a la actual. Y esta es precisamente una de las razones de por qué la opción Rechazo es la que hoy tiene más preferencias, dado que el camino hacia una nueva Constitución aparece mucho más nítido si esto sucede. Se han comprometido con ello casi todas las fuerzas de derecha y muchas figuras de centroizquierda que favorecen esta alternativa. Y, paradójicamente, lo deja claro el propio Presidente al decir que si gana el Rechazo se tiene que convocar a un nuevo proceso constituyente.

Por el contrario, el Apruebo para reformar es mucho más difuso. Primero, porque nadie sabe qué ni cómo se va a reformar. Segundo, porque como es claro que en este caso no está considerado tener una nueva Convención u otro órgano parecido, la idea que los cambios queden solo en manos del gobierno y el Congreso es algo que probablemente muchos resisten.

Visto de esta manera, parece claro que más allá del ingenio político que puedan tener las últimas declaraciones del Presidente, al final puede que solo consigan validar la opción contraria a la que quiere ayudar. Y a esto se agrega un segundo ingrediente: todo este despliegue en terreno que está haciendo La Moneda, supuestamente para informar, pero claramente para apoyar la opción Apruebo, olvida nuevamente un hecho fundamental: este es el gobierno en que ha tomado menos tiempo para que la desaprobación en las encuestas supere a la aprobación. Tanto que con motivo de la entrega del nuevo texto por parte de la Convención, el propio Presidente pidió no confundir su gobierno con la nueva Constitución. Tal parece que ahora cambió de opinión, algo que ya es una constante en este proceso.

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.