Columna de Sylvia Ezaguirre: Lecciones del plebiscito

Foto: Agencia Uno.


Vale la pena detenerse en el resultado del plebiscito antes de que nos embriague la discusión constitucional. La primera lección, tal vez la más valiosa, es que siempre vale la pena apostar por la democracia y no por la represión. Hagamos memoria. Aquel 12 de noviembre muchos en la derecha esperaban que el Presidente sacara a los militares a la calle para reprimir la violencia, mientras que varios en la oposición presionaban para que renunciara. El Presidente optó por una tercera alternativa: el diálogo político, que es la esencia de la democracia. La decisión de no sacar a los militares permitió a las fuerzas políticas sentarse a buscar juntos una salida institucional.

El acuerdo de aquel 15 de noviembre fue transversal, pero no unánime. El Partido Comunista y parte del Frente Amplio no firmó dicho acuerdo y lo calificó de cocina. Un año después son ellos los principales derrotados, ellos que hoy se disfrazan con la ropa de la democracia. Pero ellos no son los únicos perdedores. También perdió ese sector de la derecha conservadora que confía más en la fuerza que en el diálogo, aquellos que desde un comienzo calificaron de traición entregar la Constitución. Finalmente, perdieron los que no supieron leer el momento político y con miedo apostaron por el Rechazo, me refiero a la UDI y al sector más conservador de RN (así como también a parte importante del movimiento en el cual participo).

El resultado del plebiscito también nos muestra que la ciudadanía no está polarizada en contraposición con el Congreso. No solo el 78% de quienes votaron lo hicieron por el Apruebo, sino que incluso más acuerdo concitó el órgano que deberá redactar la nueva Constitución. El rechazo transversal a la convención mixta no puede sino leerse como un rechazo a los políticos.

Lo que estamos viviendo es una crisis de representación. Los partidos políticos, especialmente en la centroizquierda, se han concentrado en disputarse entre ellos sus pocos votantes sin advertir que este tipo de batallas ahuyenta a su electorado en particular y desprestigia a la política en general. ¿A quién representan los políticos hoy? ¿Representan, efectivamente, a sus votantes o están capturados por sus bases o sus financistas? Según la última encuesta CEP no parecen representar a nadie, pues los partidos políticos y el Congreso gozan de menos confianza que el margen de error de la encuesta. Es cosa de mirar las encuestas y observar las enormes contradicciones que existen en ambos polos del espectro político. Mientras la mayoría del electorado de derecha está a favor del aborto en tres causales y del matrimonio igualitario, la derecha sigue votando mayoritariamente en contra. Lo mismo sucede con la izquierda en materia de provisión de derechos sociales, como pensiones, salud y educación. Mientras la gran mayoría de la ciudadanía privilegia la libertad de elección entre entes privados y estatales, la centroizquierda insiste de forma dogmática en ir en contra de su propio electorado.

La elaboración de una nueva Constitución es sin duda una gran oportunidad para recuperar la política, es decir, el diálogo, la amistad cívica y los acuerdos. La lógica que rige su construcción es contraria a la que rige las leyes, pues mientras las segundas buscan materializar el sentir de una mayoría simple, las primeras buscan proteger a las minorías. Los partidos políticos tienen un papel clave que jugar en la conducción política de este proceso, pero para ello es importante que entiendan que el éxito de esta empresa descansa en las fuerzas centrípetas y no en las centrífugas que son las que rigen actualmente.

Finalmente, no debemos olvidar que el 49% de los votantes habilitados no votó. Es verdad que estamos en pandemia, pero la abstención en circunstancias como estas sigue siendo extremadamente alta. Hay algo que pensar acá. Especialmente cuando se analiza la participación por comunas y se observa que en las comunas rurales la participación fue especialmente baja, en contraposición con las 14 comunas que tuvieron una participación mayor al 60%, que son urbanas y, en general, de altos ingresos.

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