"Leo primero", ¿luego comprendo?

La semana pasada se lanzó el Plan Nacional de Lectura "Leo Primero", cuyo objetivo es lograr que todos los niños y niñas del país aprendan a leer en primero básico. Sin duda, una medida dirigida a aumentar las oportunidades de aprendizaje de todos y todas. Sin embargo, para que tal medida resulte efectiva y, sobre todo, equitativa es totalmente necesario preguntarse qué se está entendiendo por aprender a leer. La campaña promueve primero aprender a leer para luego comprender, aprender, crear, innovar…
Existe hoy en día consenso sobre el carácter multidimensional de la lectura. Es decir, aprender a leer es más que aprender a decodificar. Si bien esta operación es fundamental para convertirse en un lector autónomo, no es suficiente para que un estudiante alcance la comprensión de lo que lee. Ante todo, la lectura es esa práctica sociocultural a través del cual construimos significados a partir de la interacción con un discurso escrito. Por lo tanto, aprender a leer implica no solo aprender el código escrito y la fluidez lectora sino también aprender a construir una representación coherente de lo que se lee, en el que intervienen fuertemente las habilidades del lenguaje oral, los conocimientos previos y el monitoreo de la comprensión. Si bien la conciencia fonológica, la velocidad de denominación y el conocimiento de las letras son predictores de la lectura a nivel de palabra, no podemos dejar de mencionar que la investigación actual ha demostrado también que el vocabulario, las habilidades del lenguaje oral -en particular las involucradas en el registro propio de la escuela- y el monitoreo de la comprensión son factores que explican gran parte de la comprensión alcanzada por los estudiantes más allá de cuarto básico.
La enseñanza de la lectura no es lineal; no podemos enseñar primero a decodificar para luego aprender a comprender. Como plantean autores como Snow, en la enseñanza de la lectura existen problemas pequeños y grandes. No cabe dudas de que la enseñanza de decodificación es un problema "pequeño", incluso más pequeño para un sistema de escritura casi transparente como el español. Sin embargo, el desarrollo de las habilidades del lenguaje, el aprendizaje del vocabulario, así como de las estrategias de lectura son problemas "grandes" que necesitan ser abordados a lo largo de la escolaridad.
Los docentes necesitan más oportunidades para aprender a tomar decisiones sobre la enseñanza de la lectura a partir de la enorme heterogeneidad de desempeños de los estudiantes dentro de un aula. Hoy en día en el campo de la lectura y escritura, se promueven prácticas esenciales, también llamadas "no negociables". Esto quiere decir que la investigación ha demostrado cuáles son las prácticas que impactan positivamente en el desarrollo lector: las que apuntan al fomento lector (motivación y compromiso con la lectura), a la lectura en voz alta de una variedad de géneros discursivos, a la enseñanza explícita del código (conciencia fonológica y relaciones entre grafemas-fonemas), al desarrollo del vocabulario y del lenguaje oral, entre otras. Ojalá que como país avancemos en promover en nuestras escuelas prácticas que favorezcan la lectura para la construcción de sentido desde el inicio de la escolaridad y que vayan aumentando en complejidad a través de esta, sin olvidar el rol fundamental de la oralidad para alcanzar la comprensión.
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