Llueve sobre mojado

Imagen SEBASTIAN PIÑERA7163
Mario Tellez/La Tercera PALACIO DE LA MONEDA - MINISTROS


No están fáciles las cosas para el gobierno y menos aún para el Presidente. A un nuevo récord a la baja en las encuestas, ahora, en la muestra de Cadem, se suma la acusación de corrupción que involucra al ex diputado Hasbún y al actual ministro de Economía, Lucas Palacios.

Además, hay fundadas proyecciones de un marzo que puede reflotar los momentos más complejos del estallido social. Como si esto fuera poco, el solo temor por el coronavirus chino significó para Chile una caída del precio del cobre a 2,58% y un alza del dólar de $13, todo lo cual anula los positivos efectos que se habían alcanzado tras el acuerdo entre EE.UU. y China.

Y es que, no obstante la presión que conlleva tratar de lograr resultados económicos en plena crisis social interna, la experiencia reciente ha demostrado que Chile, una economía abierta, está fuertemente vinculada a los vaivenes del acontecer global, realidad que formará parte ineludible de los debates políticos internos del futuro.

Sin embargo, los temas anteriormente descritos -por muy complejos que sean- tienen vías de solución, dependiendo del tratamiento y manejo de ellos, a diferencia de una amenaza mayor que está azotando a nuestro país y con consecuencias impredecibles: en términos simples, se está acabando el agua; porque, aun cuando la atención de los últimos meses ha estado centrada en los urgentes intentos de control y posibles salidas a la crisis social, el verdadero drama que llegó para quedarse es la escasez de agua.

El cambio climático nos presenta nuevas reglas y condiciona la disponibilidad de este recurso. La persistente sequía se arrastra ya por varios años y la acumulación de nieve en la cordillera de los Andes es cada vez menor. El resultado: acuíferos con menos reservas de agua, se secan los pozos y hay menos agua disponible en las vertientes o, en muchos casos, están secas.

El agua es fundamental para el desarrollo de la vida y también para la producción agrícola, ganadera, minera e industrial del país. Por ello, el desafío de garantizar su flujo implica esfuerzos de gran envergadura para el Estado.

El recurso no es infinito y cada gota que se utiliza en la producción, ya no puede ser utilizada para el consumo humano. Este escenario comienza a generar profundos conflictos entre comunidades y la actividad productiva.

Con un Presidente con un mínimo apoyo ciudadano, un conjunto de problemas y desafíos inéditos por resolver, y cuando aún restan dos años para el fin de este gobierno, se ve muy difícil la posibilidad de enfrentar con éxito el escenario sin sumar las voluntades de la sociedad en su conjunto. Hoy más que nunca se requiere de liderazgo, capacidad pedagógica y toda la voluntad del gobierno, de las empresas y de toda la ciudadanía para salir airosos de esta lucha. Y no está fácil enfrentar este gran reto con un Presidente al que -irónicamente- le "llueve sobre mojado".

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