Los Jiles de la Derecha

"El vuelo de Pamela Jiles no solo capturó la atención de la Sala de Sesiones y de las decenas de portales que difundieron la particular imagen del Parlamento chileno. También es un llamado de alerta al interior de la centroderecha..."



Ante la mirada atónita de los ministros Blumel, Briones y Alvarado, la diputada Pamela Jiles, cual ninja adolescente de una serie de animé, desplegó su capa y sus alas rosadas, y avanzó corriendo por el medio del hemiciclo que celebraba bullante la aprobación del retiro de pensiones. Para ella, un hito más en su excéntrica carrera como periodista, opinóloga y ahora política. Para el resto de los chilenos, una nueva bajeza de la Cámara de Diputados, que día a día se reinventa para mostrar un nivel más indigno del ejercicio de la actividad pública.

Pero Pamela Jiles no es la única responsable de este espectáculo. Como pocas veces antes, la diputada fue escoltada por la oposición en su totalidad. Desde Florcita Motuda hasta el más amarillo de la Democracia Cristiana, que de democracia y de cristiana ya poco le va quedando. Pero además, como nunca antes, fueron cómplices de la “Abuela” otro grupo de ingenuos diputados de Renovación Nacional y la UDI que, bajo el falso dilema de anteponer sus electores a sus principios, se sumaron a este proyecto ideológico y le propinaron una dura derrota al gobierno y a su Presidente.

Quien mejor resume la precariedad argumentativa de los diputados díscolos de la derecha, es el UDI Álvaro Carter. “Después de la votación, salí a dar una vuelta cerca de mi casa y no había ninguna protesta, ningún caceroleo, y con eso, me sentí feliz”, dijo, manifestando su plenitud por la decisión de haber aprobado el proyecto. ¿Cómo logró ser diputado alguien que no es capaz de construir un argumento mínimamente aceptable para justificar su voto en un proyecto? ¿Quién es el responsable de designar a alguien sin experiencia, preparación ni compromiso alguno, más allá del apellido que lleva?

Votar a favor o en contra de las AFP no es de principios, arguyen algunos. Tienen razón: ningún estatuto de un partido político o programa de gobierno estipula que hay que defender el sistema previsional, por lo que malamente un diputado estaría quebrando un código de honor por hacerlo. Pero el reproche no es por votar en contra de sus principios, sino el que hayan votado por un mal proyecto, en contra del gobierno y siendo cómplices de la izquierda extrema.

Primero, un mal proyecto, porque busca resolver una emergencia con los ahorros que los chilenos tienen reservados para su jubilación, por lo que todos los expertos, incluso los del Frente Amplio, lo han rechazado desde el principio. El gobierno presentó una alternativa que, podrá ser tardía e insuficiente, pero se hace cargo de los problemas y no perjudica los ahorros de los chilenos ni desvía los fines propios del sistema previsional para enfrentar esta contingencia.

Segundo, porque votaron en contra de su gobierno. Aquí no sólo fue derrotado el ministro de Hacienda o el de Interior. La derrota fue del propio Presidente, que asumió personalmente el fracaso de esta moción y puso todo su capital político en evitar que avanzara. Ser parlamentario de gobierno no es simplemente sacarse una foto con el Presidente para la campaña o llegar con una lista de operadores políticos a quienes posicionar en el nuevo gobierno. También implica estar dispuesto a asumir costos personales y políticos, a pesar de los errores que pueda cometer el gobierno y lo mal evaluado que sitúen las encuestas al Presidente. En esta ocasión, el gobierno se puso de rodillas para conseguir el voto de sus aliados y estos prefirieron anteponer sus propios intereses.

Finalmente, fueron cómplices de la extrema izquierda. Este proyecto no busca ayudar a los más vulnerables ni a los afectados por la pandemia. El objetivo del proyecto es claro: dar el primer paso hacia la destrucción y reemplazo del sistema previsional chileno. Y los que abrieron la puerta, como Desbordes con su apertura a este diálogo; o los que evitaron cerrarla, como Lavín que con su declaración de último minuto despejó las dudas de los indecisos por apoyarlo; son igual de responsable que los 13 incautos que se alinearon con la izquierda. Cuando la derecha gana con la izquierda, es la izquierda la que gana.

El vuelo de Pamela Jiles no solo capturó la atención de la Sala de Sesiones y de las decenas de portales que difundieron la particular imagen del Parlamento chileno. También es un llamado de alerta al interior de la centroderecha y para todos aquellos que defendemos los principios, convicciones y lealtades que han hecho grande a Chile. No sólo debemos preocuparnos de las Jiles de la izquierda, sino especialmente, de los Jiles de la derecha, que están dispuestos a todo por salvar sus intereses propios y sacrificar a los chilenos más pobres, a su gobierno y a su propio Presidente.

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