Marte: el nuevo gran objetivo de China



Por Alberto Rojas, director del Observatorio de Asuntos Internacionales de la Universidad Finis Terrae

A pesar de la pandemia del coronavirus y de su cada vez más tensa relación con Estados Unidos, lo cierto es que China tiene objetivos claros que no aceptan postergación. Y uno de ellos es su ambicioso programa espacial.

Sobre todo, si este año se conmemora medio siglo del lanzamiento de su primer satélite, el “Dongfanghong-1” (“El este es rojo-1”), en abril de 1970; el hito que marca el inicio de la exploración espacial de esta potencia asiática.

Por eso, si no hay un aplazamiento por condiciones climáticas o algún contratiempo técnico, este 23 de julio debe despegar desde la isla de Hainan la primera misión china a Marte. Su nombre es “Tianwen-1” (“Preguntas al cielo-1”), en alusión a un antiguo poema sobre la astronomía, y se espera que alcance su destino en febrero de 2021.

Este es el segundo intento chino por llegar a Marte, ya que en 2011 había lanzado la sonda “Yinghuo-1” (“Luciérnaga-1”) en una misión conjunta con Rusia que fracasó cuando el cohete ruso no alcanzó la órbita y todo el equipo se quemó al reingresar a la Tierra.

En esta oportunidad, la apuesta de Beijing es muy alta, ya que esta misión representa la posibilidad de acortar la brecha que separa a China de Estados Unidos en lo relativo a la exploración de Marte. Sobre todo, considerando que a la NASA le ha tomado décadas pavimentar la exploración de este planeta.

Prueba de eso es que el “Mariner-4”, lanzado en 1964, fue el primer vehículo orbitador que logró sobrevolar Marte y captar imágenes de su superficie, en 1965. Luego, en 1975, EE.UU. envió las dos misiones “Viking”, que al año siguiente fueron las primeras en aterrizar en Marte y llevar adelante estudios biológicos del suelo marciano. Y en 1996, la misión “Mars Pathfinder” logró descender exitosamente y liberar al pequeño vehículo de exploración (“rover”) de nombre “Sojourner”, el 4 de julio de 1997.

En ese contexto, la “Tianwen-1” reunirá en una misma misión las tres etapas que desarrolló previamente la NASA, ya que consta de un orbitador, un módulo de aterrizaje y un “rover” (de seis ruedas y cuatro paneles solares) destinado a recolectar muestras del suelo.

De esta forma, China se podría convertir en el tercer país -después de Estados Unidos y la Unión Soviética- en lograr el descenso de un vehículo en la superficie marciana, tomando en cuenta que la Agencia Espacial Europea e India solo han puesto sondas en órbita.

Y aunque la “Tianwen-1” parece una empresa con demasiados riesgos, la Administración Espacial Nacional China tiene a su favor la enorme experiencia ganada en los últimos años con sus misiones no tripuladas a la Luna, como la “Chang’e 3”, que en 2013 trasportó al primer “rover” lunar chino, el “Yutu” (“Conejo de Jade”); y la “Chang’e 4”, que en enero del año pasado alunizó en el lado oscuro.

En todo caso, la “Tianwen-1” no será la única misión que despegue en estos días rumbo al “planeta rojo”, porque también está previsto el lanzamiento de la misión “Mars 2020” de la NASA, que transportará un nuevo “rover” (el “Perseverance”); y el orbitador “Al Amal” (“Esperanza”) de Emiratos Árabes Unidos.

En menos de dos décadas, China ha llevado exitosamente hombres y mujeres al espacio; dio los primeros pasos para la construcción de su propia estación espacial; y ha marcado una fuerte presencia en la Luna, con la idea de concretar una misión tripulada en 2030. Ahora, en una clara y abierta competencia con Estados Unidos, el objetivo es Marte. Una meta que involucra el desarrollo científico y tecnológico, pero también el orgullo y prestigio de toda una nación.

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