Más allá del garrote
En los últimos días hemos visto medidas concretas en la lucha contra el crimen organizado y el comercio ilegal en barrios comerciales. La intervención liderada por el municipio de Santiago junto a las policías en el barrio Meiggs, sumado al equipo especializado del Servicio de Impuestos Internos dan cuenta de ello. Pero la solución va más allá de la simple presencia policial o estrategias de inteligencia. Requiere un compromiso profundo del comercio establecido, autoridades nacionales, regionales y locales, así como de los propios vecinos y la sociedad civil en su conjunto.
En este contexto, destaca la iniciativa Distrito Co., que apunta a crear alianzas para impulsar la dinamización de barrios comerciales mediante la colaboración público-privada, con visión de largo plazo, mayor inclusión sectorial y una gobernanza efectiva. Inspirado en el exitoso modelo de los Business Improvement Districts (BIDs) norteamericanos, fue adaptado para Santiago por el Gobierno Regional, ejecutado por Fundación Chile y con el apoyo de la Cámara de Comercio de Santiago, municipios, asociaciones gremiales, empresas y locatarios. Esta iniciativa no solo busca revitalizar nuestras zonas comerciales, sino también fortalecer la identidad local y promover un desarrollo económico sostenible.
La virtud de Distrito Co. radica en su enfoque integral. A través de la asociatividad de micro, pequeñas, medianas y grandes empresas, se promueve la gestión colaborativa que va desde la mejora del entorno hasta la implementación de servicios esenciales como seguridad y limpieza. Esto no solo embellece los barrios, sino que también reduce la percepción de inseguridad, incrementa su atractivo y competitividad económica.
En el año 2024-25, el programa se ha centrado en consolidar dos barrios piloto y una red de distritos que compartan experiencias y estrategias de desarrollo a largo plazo. Hay que destacar el papel de los distritos pilotos como Plaza Ñuñoa y Bellavista, los cuales han demostrado resultados concretos como la conformación de equipos ejecutivos, la implementación de servicios comunitarios y la integración con programas municipales de seguridad y turismo. Es así como florecen acciones como la Santa Vendimia y feria de emprendedores en Ñuñoa, el lanzamiento del Plan de Supermanzana para el Barrio Meiggs y el inicio del programa Santiago Urbano de Corfo. La profesionalización en la gestión y la búsqueda de sostenibilidad financiera son pilares fundamentales para garantizar la efectividad de las acciones emprendidas. Esfuerzos similares ya se anuncian en Renca, Maipú y otras comunas, como ejemplos claros de cómo la colaboración organizada puede transformar positivamente nuestro entorno urbano.
Para el futuro, es esencial avanzar en la creación de un marco normativo que facilite la operación de estos distritos, asegurando así la continuidad y expansión del modelo. Esto implica no solo ajustes legislativos, sino también el compromiso activo de todos los actores involucrados para garantizar un entorno legal y económico propicio.
Recuperar nuestros barrios comerciales no es tarea de unos pocos programas como Distrito Co.; es un desafío colectivo y una invitación que requieren de la participación activa y coordinada de todos los sectores.
Por Pablo Allard, decano de Arquitectura, Universidad del Desarrollo
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