Opinión

Mi última columna

Escribo para La Tercera desde el año 2006 y, de manera periódica todos los domingos, hace ya más de una década. De las más de 600 columnas, hay algunas malas, varias regulares y un buen puñado que me dejaron completamente satisfecho; por lo que mi mayor autocrítica se refiere a la irregularidad. En un lapso de tiempo tan largo, el mayor enemigo es siempre el tedio y la rutina. El entusiasmo y las ganas no siempre son amigas de la experiencia y la sabiduría; y cuando sientes que algo adquiriste de las segundas, es probable que también hayas perdido un poco de las primeras.

Nunca he creído que el análisis político pueda ser neutral o aséptico, y así lo expresé en mis columnas. Siempre he escrito en primera persona, como hijo de mis circunstancias, mi historia y lo que me tocó vivir. Intenté, con mi verdad, hablar desde la objetividad que me fuera posible, pero siempre consciente que servía a una causa, aquella de mis convicciones e ideales. Quizás por lo mismo, mi pluma también refleja mis obsesiones. A ratos fui vehemente, categórico y prejuicioso; y justamente por eso quiero sinceramente pedir disculpas a todos aquellos que se sintieron injustamente maltratados. Pido excusas por las veces que lo hice de manera involuntaria, pero más todavía cuando tuve conciencia de mi arbitrariedad, cuestión de la cual no me siento para nada orgulloso.

Quiero agradecer a todas las personas que me leyeron, tanto a quienes con entusiasmo siempre me celebraban, como también a los muchos críticos, esporádicos o permanentes, que tuve todos estos años. Tengo un especial buen recuerdo de todos aquellos lectores que se tomaron el tiempo para reprochar y cuestionarme de manera enérgica pero siempre civilizada. Algunos me detuvieron en la calle, me llamaron o enviaron un correo, y varios escribieron sus réplicas y descargos en este mismo medio. A los otros, me refiero a aquellos que solo me prodigaron anónimos insultos, quiero decirles que la mayoría de éstos me dolieron poco, pocos me dolieron mucho, pero ninguno lo suficiente.

Y dado que desarrollé este oficio en paralelo a mis actividades como abogado, fui especialmente cuidadoso de nunca confundir ambos planos. En la década y media escribiendo para este diario, no encontrarán ningún texto que fuera publicado para beneficiar mis intereses profesionales o personales. Compartí los vicios de muchos columnistas, pero nunca el de escribir para mis clientes.

Cuando se acaba mi ciclo con La Tercera y publico la última columna para este medio, quiero agradecer y reconocer a todos sus profesionales que en este largo tiempo me brindaron su confianza y paciencia. Pero especialmente agradecer a mi familia, por el tiempo que este oficio les ha robado.

Más sobre:voces

COMENTARIOS

Para comentar este artículo debes ser suscriptor.

¡Oferta especial vacaciones de invierno!

Plan digital $990/mes por 5 meses SUSCRÍBETE