Mirando a las izquierdas

Bancada de Apruebo Dignidad durante sesión en que se vota proyecto que crea un nuevo Sistema Mixto de Pensiones. Foto: Pablo Ovalle Isasmendi / Agencia Uno.
Foto: Pablo Ovalle Isasmendi / Agencia Uno.


SEÑOR DIRECTOR:

Al Socialismo Democrático (SD) y a Apruebo Dignidad (AD), las dos coaliciones que sustentan al gobierno de Boric, los separan muchas cosas. Por lo pronto, el gobierno los une y los aparta a la vez. AD, de ser el socio principal al comienzo, ahora juega un rol subalterno. La orientación y gestión política del gobierno están en manos del Presidente Boric y el SD. Al interior las relaciones son tirantes.

En seguida, la historia. AD, en sus dos vertientes, Frente Amplio y PC, se erigió en contra del SD; denunciando la transición, la Concertación y treinta años de importantes transformaciones del país. Su propósito fue conquistar la hegemonía de las izquierdas desplazando a SD. Solo por un instante lo logró.

También los persiguen —hasta hoy— los ecos de la revuelta del 18-O de 2019. AD se identificó tempranamente con la ideología octubrista, de ruptura antiinstitucional y maximalismo refundacional. SD, al contrario, es un conglomerado esencialmente socialdemócrata, liberal y reformista.

Asimismo, el comportamiento político de ambos socios corre en direcciones diferentes: más pragmático, dialogante, flexible y componedor el de SD; más dogmático, intransigente, inflexible y duro de trato el de AD. Trátese del expresidente Piñera, de las dictaduras latinoamericanas, de la reforma previsional o las pensiones de gracia, estas diferentes sensibilidades se manifiestan de inmediato.

Por último, al SD y a AD los separa el futuro. De cara a este, la relación de fuerzas entre ambos se ha invertido. SD tiene cuadros de dirección política, tecnocráticos y socialcomunitarios experimentados e integrados en amplias y diversas redes. AD es identitario: generacional y contestatario en el caso del FA; burocrático y jerárquico en el del PC.

Y lo más decisivo: también al interior de AD cambió la primogenitura; el FA, que ganó la Presidencia de la República para uno de los suyos —por lejos, el líder más carismático del sector—, hoy es el eslabón débil de la alianza. Con su partido-eje diezmado, bajo sospecha y sin gracia propia ninguna, el FA se achica cada día más ante la esfinge del PC, estatua viviente difícil de descifrar.

Este 2024 será pues un año decisivo para las izquierdas chilenas; Boric, el PS y el PC tendrán que jugar sus cartas.

José Joaquín Brunner

Académico UDP

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