Noticias falsas y desafíos democráticos

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Han pasado más de dos meses desde que se produjera el estallido social y aún tenemos muchos vacíos de información respecto a las responsabilidades de varios hechos graves tanto respecto a las violaciones a los derechos humanos como a la destrucción de la infraestructura pública y privada. Entre ellos, el mayor símbolo sigue siendo sin duda el Metro de Santiago. Ante la magnitud del vacío de información se genera un espacio propicio para las noticias falsas, las especulaciones y todo tipo de teorías conspirativas, de las que el propio Mandatario se ha hecho parte por estos días en una entrevista con un canal de televisión internacional, señalando que "muchas de las noticias y los videos relacionados con los derechos humanos que se han difundido profusamente a través de los medios de comunicación chilenos y también extranjeros, no corresponden a la realidad. Hay muchos de ellos que son falsos, que son filmados fuera de Chile, que son tergiversados". Por cierto, la magnitud de la afirmación hizo que a las pocas horas fuera el propio Presidente quien saliera a disculparse por la imprecisión de sus afirmaciones.

Siempre, pero con mayor razón en momentos donde los caminos de salida a la crisis política y social en Chile son aún precarios, es preciso que las autoridades y líderes de todo tipo tengan un sentido importante de responsabilidad respecto a sus dichos, porque estos tienen consecuencias relevantes en la convivencia social y en el debate público. Hemos visto con preocupación cómo en otras latitudes la política de la posverdad, esto de recurrir más a las emociones que a hechos objetivos, ha generado un terreno fértil para la proliferación de noticias falsas, generando daños, muchas veces irreparables, a los sistemas políticos. En la era de la posverdad y frente al efecto multiplicador que tienen las redes sociales es preciso ser aún más cuidadosos sobre las fuentes de información, el chequeo de estas y su divulgación. En esto, sin duda, los medios tradicionales tienen también un rol fundamental e insustituible que cumplir.

Parte importante del terreno que han ganado las teorías conspirativas y las noticias falsas tiene que ver con la deuda respecto a la información pertinente, objetiva y certera sobre los hechos acontecidos, para lo cual es de esperar que las instituciones encargadas de investigar cumplan su labor y que la justicia sancione de manera severa el daño causado. No obstante, mientras ello no ocurra, es mejor darle lugar a la prudencia, porque en situaciones como esta el silencio puede ser mejor consejero que aventurar hipótesis que pueden convertirse en una verdad ajena a la realidad.

En los próximos meses vamos a enfrentar un plebiscito para decidir si queremos un cambio a la Constitución. Será inevitable que las posiciones tiendan a polarizarse y exista quienes se vean motivados a generar todo tipo de información falsa en la búsqueda de sus objetivos. Es un imperativo para quienes tenemos convicciones democráticas, no ceder ante este flagelo, porque será el propio sistema político el que pagará las consecuencias.

El compromiso con la verdad, la información clara y fidedigna es tarea de los actores políticos, los líderes de opinión, de los medios de comunicación y también de todos los ciudadanos. No ser conscientes de ello sólo puede generar más desencuentro en un país que clama por un nuevo trato y un nuevo pacto social.

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