Nuestro Big Ben



Por Luis Larraín, presidente del Consejo Asesor de Libertad y Desarrollo

El artefacto para combatir la pandemia se asemeja a un mecanismo de relojería. Muchos engranajes y ruedecillas actuando a la vez van logrando la precisión con que finalmente entrega su producto: la hora exacta en el caso de un reloj, vidas que se salvan en el caso del Covid-19. El gobierno debe actuar con esmero para lograr su objetivo. Pero hay cuestiones sobrevinientes que alteran el equilibrio del mecanismo y obligan a repararlo. Ocurrió ahora con las últimas medidas. En algún momento se creyó que la espléndida gestión en materia de vacunación nos llevaría a superar los efectos más graves de la pandemia por estos días.

Pero vacaciones de una población ansiosa por moverse y salir del confinamiento han determinado que algunos de los engranajes del artefacto empiecen a moverse con mayor rapidez de la prevista, poniendo en peligro los objetivos sanitarios. Se requiere una reparación; hay que volver a calibrar otros engranajes para que vuelva a producirse la coordinación virtuosa que nos lleve a salvar las vidas que se ponen en peligro ante la nueva realidad. El gobierno propone postergar por un mes las elecciones del 10 y 11 de abril, para lo cual presenta un proyecto de ley que debe ser aprobado por el Congreso. Adicionalmente, se ha cerrado el aeropuerto internacional para la mayoría de los vuelos durante un mes y se han endurecido restricciones a la circulación dentro del país y al interior de nuestras ciudades, limitando seriamente nuestras libertades.

La mayoría de las personas, cual más cual menos, acepta esta restricción temporal de su libertad. Hay un objetivo común: superar la pandemia y salvar vidas. Esta reflexión me ha llevado a evocar lecturas infantiles en que se relata con orgullo cómo los ciudadanos de Londres, asombrados por una falla en el simbólico Big Ben que ya no daba la hora con precisión, siguieron expectantes el proceso de su reparación, que no fue sencillo ni ocurrió de un día para otro. Toda una ciudad detrás de un objetivo, que una vez logrado fue recibido con vítores cuando las campanas del Big Ben volvieron a repicar exactamente a la hora requerida.

Y no puedo dejar de pensar que en Chile no todos están alineados tras el objetivo de salvar vidas. Que la presidenta del Colegio Médico, con lenguaje soez, declara la guerra al Ministerio de Salud, principal encargado de reparar el artefacto; que de las primeras preguntas al ministro Paris al anunciar las medidas es si va a renunciar a su cargo; que la oposición condiciona la aprobación de la nueva fecha de las elecciones y pide cosas a cambio, a lo que se suman populistas del oficialismo; que algún diputado propone cerrar todos los comercios no esenciales hasta las elecciones, y que políticos comunistas y del Frente Amplio intentan legislar para condonar los intereses de las deudas que han contraído para la elección. Qué triste.

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