Opinión

De Nueva York a Del Inca

Bachelet participa en el lanzamiento del li (41519204)

Un aire de pesimismo cruza la izquierda chilena. La derrota de las últimas elecciones fue dolorosa, difícil de digerir y lo que ha resultado más arduo, concordar las causas del naufragio. Sus sectores más ilustrados, ven distante la posibilidad de rearticularse, de superar las enormes divisiones que los afectan. Pero, ante todo, se ve lejana la generación de una propuesta política alternativa.

Hoy resulta difícil para el ciudadano común entender cuál es la invitación de la izquierda, su tierra prometida, su utopía; excepto, ya sabemos, aquella difusa referencia a "una sociedad más justa". Mayor es la incertidumbre en asuntos tan específicos como la demanda feminista, el desafío de los migrantes, seguridad ciudadana, salud o pensiones. El factor unitario en la izquierda, por estos días, pareciera ser simplemente oponerse al gobierno del Presidente Piñera. Muchos tienen claro que eso no basta para construir una alternativa política, pero "por ahora es lo que hay", es la resignada reflexión que me confidencia alguno de sus dirigentes.

"La izquierda está muerta" decía Alfredo Joignant, en reciente e interesante entrevista a The Clinic, aunque agregaba en tono esperanzado: "a menos que sea capaz de levantar una agenda propia en temas específicos". No podría estar más de acuerdo. Si la izquierda no es capaz de generar una invitación convocante, su futuro en el paisaje político chileno está en duda. Buscar esta oferta debiera ser, por lejos, la primera prioridad del sector, antes (necesariamente antes) de enfrentar otras falencias evidentes: coalición, partidos, liderazgos. Sin acuerdo político previo, todas estas decisiones resultarán artificiales e infructuosas.

La última semana sucedió algo que, aparentemente, podría despertar esperanza a tan decaído paciente. El mediático lanzamiento de la fundación (sin nombre aún) de la expresidenta Bachelet hizo aparecer una suerte de gobierno en las sombras, atento a defender el legado de lo que fue y lo que no fue.

La fundación Bachelet, me parece, solo agrega confusión al proceso de crear un proyecto diferenciado del gobierno recién pasado. Peor aún, entorpece la tarea de reconstrucción de alianzas y partidos, para no mencionar el bloqueo de nuevos liderazgos. Tal fundación conduce a un solo final previsible: Las míticas peregrinaciones a Nueva York de 2010, esta vez serán, más modestas, a la calle Del Inca.

Odiseo se hizo amarrar al mástil y ordenó a sus marineros taparse los oídos con cera. Claro, eso fue hace algún tiempo. El canto de la sirena puede ser el lugar donde la izquierda chilena creerá encontrar la excusa precisa para, una vez más, postergar su tarea pendiente.

No comulgo en esta parroquia, por si acaso. Pero creo que la existencia de una izquierda moderna, enfocada al desarrollo y capaz de proponer e implementar políticas públicas eficientes, es necesaria para la estabilidad de largo plazo del sistema democrático. Tal subsistencia, hoy es dudosa.

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