Opinión

Nuevas formas de depredar

Valparaiso, 28 de mayo 2025 Fachada del Congreso Nacional Sebastian Cisternas/Aton Chile SEBASTIAN CISTERNAS/ ATON CHILE

Inadvertidamente, al hablar de democracia, nos hemos deslizado desde la preocupación por su calidad a constatar progresivamente su erosión. Esto último concita hoy día la mayoría de las preocupaciones de quienes se dedican a estudiarla. Y no es para menos. El reciente informe de V-DEM para 2025 señala que “por primera vez en más de dos décadas el número de autocracias en el mundo supera al de las democracias”, añadiendo que “el 72% de la población mundial vive bajo un régimen autocrático”. Por su parte, IDEA Internacional advierte que 2024 “fue el noveno año consecutivo en que más países vieron deteriorarse su desempeño democrático”.

Frente a tal situación, resulta urgente afinar los diagnósticos. No están los tiempos para dar palos de ciego. Si ayer era la desigualdad uno de los focos explicativos de la desafección ciudadana con la política, hoy parece ser la IA la que concentra el interés a la hora de entender los retrocesos que se observan, sobre todo en el ámbito electoral.

La indagación empírica en curso puede dar importantes pistas. En un reciente trabajo publicado en Journal of Democracy, Thomas Carothers y Brendan Hartnett testean en doce países algo que pareciera obvio. Se ha creído que sería “la falla de cumplimiento de las democracias, sobre todo cuando no proporcionan beneficios socioeconómicos adecuados, la que conduciría a perder la fe en dicho sistema, abrazando a figuras políticas que, una vez en el poder, comienzan a socavar las instituciones desde adentro”. De dicha idea, plantean los autores, se deriva que habría que ayudarla para mejorar su capacidad de “delivery” o de entrega de bienes económicos. Sus hallazgos, sin embargo, concluyen en otra dirección. El retroceso “no es tanto el resultado de que las democracias no cumplan como de su fracaso al no lograr limitar las ambiciones y los métodos políticos depredadores de ciertos líderes electos”. Tal descubrimiento -sugieren- debiera orientar la toma de decisiones y la provisión de ayuda.

Lo anterior supone un semáforo amarillo para el Chile que viene. Las reformas políticas, centradas en la fragmentación partidaria y en el discolaje, parecen pensar más en problemas del pasado que considerar lo que ya vemos en otras latitudes. Por otro lado, la carrera presidencial podría enmascarar a más de un autócrata bajo la piel, no importa la identidad ideológica. ¿Cómo olvidar el uso que hacía Hugo Chávez del uniforme militar, exhibiéndolo o escondiéndolo a conveniencia? Como el asunto no va de género, Claudia Sheinbaum también logra confundir con sus formas suaves, al punto de ser erigida como la “anti-Trump”. Mientras tanto, acelera en México el deterioro democrático iniciado por su antecesor y del que la reciente elección de jueces parece ser tan solo un eslabón.

Por María de los Ángeles Fernández, doctora en Ciencia Política

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