Orden y ley


Una lectura de los medios de fin de semana da cuenta de toda una operación desde La Moneda con el objeto de mostrar al Presidente sin perder el control de la situación, pese a que el país entero lo vio en una pizzería, mientras se quemaban estaciones de Metro, con decenas de miles de personas sin poder salir del centro, por falta de coordinación de un plan de contingencia. Pareciera por lo que transmitió el entorno cercano al Presidente, que las teorías de la conspiración eran solo responsabilidad del entonces ministro de Hacienda. La cantidad de afirmaciones de esos días respecto de guerras e invasiones alienígenas pareciera que no existieron en el modo como el Presidente cuenta la historia del día que terminaron sus tiempos mejores.

Toda esa narrativa, más cercana a la ficción, forma parte de un diseño necesario para enfrentar los días que vienen, con probables movimientos de placas tectónicas en la derecha por los resultados de un plebiscito que puede separar aguas.

El Presidente necesita, más que nunca, tener firmes a sus partidarios. Por ello, la búsqueda de instalar el hecho inexistente de que el Mandatario estuvo en control del gobierno es consistente con un discurso actual de ley y orden. A diferencia del caos de esa tarde de viernes hace un año, el intendente esta vez salió a detallar cómo se ha preparado el aniversario, incluyendo detalles del despliegue de uniformados, y con una frase muy pensada respecto DE que los actos ciudadanos transcurrieran sin incidentes.

También se enmarca en esa estrategia el nuevo escenario que el canciller comunicó a las embajadas, planteando que las cosas son distintas, y en especial que el gobierno cumple su rol a plenitud. También formaba parte de ese diseño comunicacional el discurso presidencial tratando de mostrar autoridad, pero bajo sabios consejos, Piñera se arrepintió de lo que habría sido una jugada imprudente.

La razón de tanta preocupación es una de las peores noticias que puede recibir el Presidente, la baja en las encuestas debido a desfonde por la derecha. Así, después de una estabilización de los números, al cambiar la mano en Salud y lograr una mejora lenta de los números de la pandemia, los primeros rebrotes de violencia, y en especial la pérdida de la calle, provocaron que el gobierno bajara su aprobación entre sus votantes.

Todo ese mundo ha asistido horrorizado a lo que ven un acto de debilidad del gobierno al ceder su programa y entregar la Constitución. Creen ingenuamente que el gobierno por la vía de la fuerza y aplicar estados de emergencia podía sostener el orden público y que el precio de vidas y heridos era un costo necesario. Las azuzadas desde la derecha más extrema, que ha elegido, al igual que el movimiento Alt Right en EE.UU., como praxis política la violencia digital, la posverdad, los espacios pagados en radios o redes sociales con locutores enloquecidos, ha tenido efecto en ciertos líderes de opinión, que ven al gobierno como dispuesto a ceder más a esa especie de conspiración entre la ONU y la izquierda.

El día después del plebiscito, La Moneda necesita más que nunca a la derecha política unida. Vendrá un ciclo electoral, y en el caso de que la grieta entre el Apruebo y el Rechazo se vuelva insalvable ese día, para el Presidente será difícil sacar lo que pueda de su agenda de gobierno, y peor aún, se convertirá en un espectador sin mucho que decir en la vorágine constit

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