Parlamentarismo de facto, segunda temporada


La sensación generalizada es que el Presidente Boric tuvo a la vista su minoría parlamentaria para configurar su gabinete. También la decisión de poner en La Moneda a sus dos compañeros de viaje en el Congreso habla que lee correctamente el vendaval que vendrá. Parte de las expectativas es que el ahora diputado Jackson tenga la suficiente muñeca para poder navegar y la ministra Vallejo pueda dar garantías a los diputados y senadores de su partido.

Es bueno recordarlo, Bachelet tuvo que bregar cuesta arriba por sus reformas, pese a su mayoría parlamentaria. El gobierno actual tiene cinco senadores y solo 37 diputados. Ampliando de manera hipotética a los partidos de centroizquierda no logra tener mayorías en ninguna de las dos cámaras, haciendo más difícil el trabajo del ingeniero convertido en ministro y articulador político.

Más aún, la Cámara tendrá 90 nuevos diputados, que con justa razón ven con mucha ira y distancia los intentos de construir un acuerdo administrativo sin contar con ellos. En un ciclo donde el presidente y dos de sus ministros vienen de la Cámara Baja, donde Pamela Jiles acaparó audiencias con su baile de Naruto previsional, y donde varios lograron el ticket de saltar al Senado; siendo independiente de sus partidos y bailando al ritmo de los clics de las redes sociales, es una tentación muy sabrosa ser díscolo y mediático.

Más aún, la presencia del Partido Republicano es un misterio, y la existencia de dos diputados que fueron sacados de dicho conglomerado por sus excesos es más tentador todavía para los medios. El riesgo de que tengamos un ejército de Pamelas en la Cámara Baja es el anuncio de que vendrá la segunda temporada del parlamentarismo de facto que vimos en este período, pese al evidente mayor peso político del ministro Segpres.

El Senado también es un ámbito difícil. Hay un empate claro que resuelve rápidamente los problemas administrativos, a diferencia de sus vecinos de edificio, pero los senadores de derecha están obnubilados por este efecto Doppler hacia la derecha que viene desde los republicanos. Prueba de ello son los incendiarios videos semanales que saca el exmoderado senador Kast, donde sin empacho alguno culpa al gobierno que viene de los problemas de seguridad pública, tratando de que no se note que todavía su coalición está en el poder, y por tanto es responsable de ello. También la UDI quedó desgarrada en la última elección, donde perdió a su mejor figura electoral en las primarias a manos de un outsider, y un exintegrante de sus filas sacó un 44%. La competencia por el liderazgo en la derecha está desatada y los senadores tendrán también una tentación de tomar la estrategia de los videos incendiarios de Felipe y con ello privilegiar a su público, y no a los acuerdos.

La Convención Constituyente es otro elemento de contexto para el rol que tendrá el Parlamento. En los primeros días del gobierno vendrán las definiciones finales del texto que se propondrá al país. Curiosamente, entre las más de 200 iniciativas provenientes de los convencionales, hay varias que debieran ser leyes y no articulados de la Carta Magna. En ello en el Palacio Pereira no hay pudor alguno, pues también quieren hacerse cargo de demandas sociales, así que no es descartable que el futuro Congreso haga la trampa de elegir las más populares de dichas iniciativas y proponerlas ahora. La actual Constitución, pese a su presidencialismo extremo, se los permite.

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