Pedro Castillo y la crisis política antes del inicio de su mandato

Peru's President Pedro Castillo attends a military parade as part of Independence Day celebrations, in Lima, Peru July 30, 2021. Peru Presidency/Handout via REUTERS ATTENTION EDITORS - THIS IMAGE HAS BEEN SUPPLIED BY A THIRD PARTY. NO RESALES. NO ARCHIVES

Jaime Abedrapo, director Escuela de Gobierno USS

La crisis política e institucional nuevamente se presenta en Perú. En efecto, los sucesivos cambios presidenciales en nuestro vecino país se deben, en gran medida, a la inexistencia de conducción política, cuestión que se observa primeramente en las improvisadas definiciones de gobierno y en la carencia de una visión de país. Ello sumado a los hechos de corrupción evidenciados en el seno de la política, situación que ha generado una crisis de la cual los actores políticos no han sabido salir.

En los hechos, los actores políticos peruanos han exhibido en la última década una adaptación circunstancial permanente a los escenarios críticos, sin que aún consigan presentar lineamientos claros y coherentes en relación con el rumbo que se le ofrece a la nación. Ello, en un contexto en que la ciudadanía exige mayores estándares de participación y transparencia, situación que mantiene tensionado el sistema, sin que se consiga presentar partidos políticos o instituciones que permitan tener credibilidad y legitimidad al momento de procesar las nuevas demandas de una ciudadanía más empoderada.

Al respecto, quienes administran el gobierno están condicionados por diversos grupos o fracciones políticas que apuestan por aumentar su poder relativo entre los electores, para lo cual recurren en ocasiones a nuevos liderazgos mediáticos que permiten ganar, momentáneamente, la voluntad popular, pero que les es arrebatada con la misma velocidad que la obtuvieron.

Por cierto, es aún prematuro saber si el Gobierno naciente de Pedro Castillo conseguirá, lo que a estas alturas representaría una proeza, terminar su período de gobierno. Ojalá las dificultades en la conformación de su gabinete no sea un augurio de su desenlace.

La bajada momentánea de quien habría sido designado finalmente como ministro de Economía, Pedro Francke, se interpretó como un inicio complejo para la nueva administración, ya que este actor representa una cierta estabilidad para la economía.

Recordemos que la complicación en la conformación del gabinete surgió tras la designación como primer ministro del gabinete de Guido Bellido, a quien se relaciona a la figura de Vladimir Cerrón, líder del partido Perú Libre, y quien representa una cercanía ideológica a los regímenes de Cuba y Venezuela.

En consecuencia, la fragmentación de la sociedad peruana que se manifestó en las últimas elecciones presidenciales se da tras una dispersión de votación entre 16 candidatos en primera vuelta y una polarización que se observó en segunda. Ello es consecuencia de un sistema político en crisis y una ciudadanía que no consigue advertir propuestas de gobernabilidad con las cuales se identifique. En los hechos se observa un repudio a la elite política que expresaría en el triunfo del profesor Pedro Castillo, quien ha iniciado su mandato con un traspié, generando su primera crisis política antes de asumir el mandato constitucional.

Perú por cierto no camina solo por estos difíciles tiempos de gobernabilidad, cuestión que se está transformando en la principal preocupación en las democracias occidentales.

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