Opinión

Piñera y la triple crisis

Por Mauricio Morales, académico de la Universidad de Talca

El Presidente Piñera concluye su mandato con más del 70% de desaprobación. Lo que parecía ser un gobierno encaminado a los tiempos mejores, terminó por convertirse en una verdadera pesadilla política que dejará efectos de largo plazo. Piñera entrega el país en una inédita triple crisis política, social y económica. El Presidente Frei dejó el poder con los resabios de la crisis asiática, y la Presidenta Bachelet con las esquirlas de la crisis económica de 2008, pero que sorteó de manera exitosa. Sin embargo, hasta ahora, ningún Presidente había abandonado el poder dejando al país en una situación tan desfavorable.

La crisis política es evidente. Estamos en un incierto proceso constitucional gatillado por las jornadas de protesta de octubre de 2019. Al mismo tiempo, se ha producido el derrumbe del sistema de partidos tradicional que tanta estabilidad le dio a Chile por más de 30 años, y nos encontramos a merced de una hoja en blanco que poco a poco se ha teñido de un texto constitucional cada vez más confuso y con más debilidades que atributos. Como si esto fuera poco, Piñera deja una coalición de derecha desmembrada, derrotada y que en lugar de avanzar hacia el centro, se vio forzada a respaldar un candidato de la derecha radical para las elecciones recién pasadas. En la Convención, su sector no alcanzó siquiera el 25% de los representantes, y si en 2016 los alcaldes de derecha gobernaban a un 45% de los chilenos, hoy solo lo hacen con el 22%. En la Cámara, Chile Podemos Más pasó de 72 diputados electos en 2017 a solo 53 en 2021, abriendo paso al Partido Republicano y sus socios que consiguieron 15 escaños. El fracaso es clarísimo.

La crisis social, en tanto, ya representa un desafío para el estado de derecho. El problema no es, por sí mismo, la violencia y el terrorismo en La Araucanía, o la migración descontrolada en el norte. Lo grave es el déficit de estatalidad. Todo indica que existen zonas del país en las que simplemente el Estado no llega. Una cosa es la debilidad y la torpeza política contingente de un gobierno -siempre expuesto a cometer errores-, pero otra muy distinta es pulverizar la esencia del estado de derecho que, como mínimo, es la garantía del orden público.

Finalmente, la crisis económica tiene como emblema el brote inflacionario que nos acompañará, según los especialistas, al menos por todo 2022. Pero en paralelo, las cifras de crecimiento siguen siendo mediocres en comparación con las expectativas del mercado. Por cierto que el estallido social de octubre de 2019, la pandemia y la crisis internacional explican, en parte, estos resultados, pero el legado del gobierno en materia económica es para el olvido.

La pregunta ahora es cómo la centroderecha se repone de esta derrota. Su único refugio institucional está en el Senado, que es precisamente la instancia que será eliminada si se aprueba la nueva Constitución. De manera urgente, la derecha necesita una renovación de liderazgos. A estas alturas, ya debiese entender que la Concertación se extinguió precisamente por la ausencia de nuevas voces, y que esa falta de rotación alimentó la formación de una coalición de izquierda que está a días de gobernar Chile. La creación del Frente Social Cristiano de Kast ya fue un llamado de atención, y si la centroderecha no entiende esto, poco a poco será fagocitada por una derecha radical más intensa, más congruente y con mayor fuerza electoral.

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