Plan Araucanía: un paso hacia atrás y dos hacia delante

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El Presidente Sebastián Piñera anunció el lunes el Acuerdo de Paz y Desarrollo en La Araucanía.


El lunes recién pasado el Presidente el Presidente de la República de Chile, Sebastián Piñera presentó su tan anunciado Acuerdo Nacional por el Desarrollo y la Paz en La Araucanía, la puesta en escena se hizo a los pies de uno de los lugares más insignes del territorio mapuche, el ngen - winkul Ñielol. Lugar en donde el Presidente, dijo: "Hoy es un día importante para La Araucanía, no es el día final, es recién el comienzo" (…) "la Araucanía ha tenido una larga historia, una larga historia que muchas veces ha significado desencuentros y desconfianzas entre el Estado de Chile y nuestros pueblos originarios. Conozco bien esa historia y sé muy bien que, a partir de mediados del siglo XIX, el Estado de Chile inició una política de ocupación de tierras que hasta entonces eran tierra que pertenecían a nuestros pueblos originarios. Y eso ha significado mucho dolor, mucha frustración y mucha desconfianza".

Bravo para el Presidente Piñera, que reconociera sin tapujos que fue el Estado chileno quien creo el Conflicto Chileno – Mapuche cuando a mediados del siglo XIX decidio ocupar tierras que hasta ese entonces eran mapuche, es quizás lo más importante -sino lo único- de todo el discurso Presidencial.

Continuo el Presidente, "mientras más antiguos y más profundos los problemas y los rezagos de la Región de la Araucanía, mayor razón para enfrentarlos con más voluntad, con mayor urgencia y con más compromiso. Y eso es el alma y el espíritu de este Acuerdo…", con fuerza añadió "la historia está escrita, podemos hablar sobre ella, comentarla, analizarla, pero no podemos cambiarle ni una sola coma. Lo maravilloso del futuro es que todavía no está escrito, depende de nosotros. Podemos tomar nuestros pinceles y trazar esos caminos del futuro".

Después de lo anterior, todo se derrumbo, y es que en el mentado Acuerdo, hay pocas propuestas que puedan contribuir de verdad a alcanzar la paz, si hay ostentosos anuncios de inversión pública que mejorarán los índices socioeconómicos de la Región, pero todavía no hay nada que pueda terminar con el dolor, frustración y la desconfianza originada a mediados del siglo XIX.

Lo que el Gobierno no entiende, es que los mapuche no buscamos un Presidente que nos trate como "un buen padre o madre de familia, que quiere a todos su hijos", ya hemos tenido suficiente "cariño" en los Tribunales que están justo en frente de la casa "El amor de Chile" en donde Piñera presento su Acuerdo. Los mapuche no somos hijos de Presidente alguno, por el contrario, somos los hijos de Lautaro, Caupolican, Kilapang y tantos otros, a quienes Ercilla describía como "gente… tan granada, tan altiva, gallarda, belicosa, que no ha sido por rey jamás regida ni a dominio extranjero sometida".

Somos un pueblo libre como describió él propio Piñera, "que quiere progresar y que quiere hacerlo con la colaboración y participación de todos sus miembros", pero un pueblo que quiere un progreso integral bajo sus propios términos, no bajo las condiciones e intereses de los partidos políticos o el Gobiernos de turno, menos de aquellos que nos llaman constantemente "nuestros –sus- pueblos originarios". Por lo anterior, es que la propuesta de una ley de cuota dentro de los partidos políticos genero un rechazo absoluto de todos los actores mapuche relevantes.

En concreto la propuesta de Acuerdo, tiene tres ejes: 1) Voluntad de diálogo, acuerdo y búsqueda de paz; 2) Reconocimiento y valoración de la diversidad; y, 3) Desarrollo integral e inclusivo para la región.

Con respecto al primer eje, es un acierto que ya no se habla de un Consejo por la Paz y se piense crear uno que antes de busque el Reencuentro, es imposible alcanzar la paz si antes no sanamos nuestras heridas y reconocemos los horrores del pasado –y los del presente-, el primer paso lo dio él Presidente Piñera al reconocer que el Conflicto Chileno – Mapuche se origino por la ocupación del Estado a mediados del siglo XIX. El desafío será integrar ese Consejo por el Reencuentro, se deben abandonar formulas pasadas en donde se daba cuotas a representantes de la sociedad civil que no tenían ninguna injerencia real en los conflictos que hoy nos aquejan, para el Reencuentro sobran las iglesias -católicas y evangélicas-, las universidades, la fundaciones chilenas y los gremios nacionales, y faltan, los y las machi y lonko, las comunidades en conflicto, los consejeros de la CONADI, las fundaciones mapuche, las víctimas mapuche y chilenas - no sus voceros-, faltan las empresas forestales, entre otros, es decir, faltan aquellos, que realmente necesitan reencontrarse y no aquellos que sólo buscan pavonearse.

Con respecto al reconocimiento de la diversidad, esta no puede ser menos irrelevante, al menos desde la forma en que está hoy planteada, se habla de un reconocimiento a los derechos de "conservar, fortalecer y desarrollar la historia, identidad, cultura, lenguas, instituciones y tradiciones propias de los pueblos indígenas", además, de la "protección de los derechos culturales y lingüísticos… y la protección del patrimonio cultural", lo anterior, se ha realizado por más de un siglo incluso en contra de las intenciones de los Gobiernos, un reconocimiento de ese tipo no cambiara en nada las relaciones chileno – mapuche, los mapuche somos mucho más que meros gestores culturales, somos un pueblo con un origen, con un territorio, una espiritualidad, con una salud, con una forma de ver el mundo distinta, si no se nos permite vivenciar eso, este Acuerdo no pasará de ser una campaña de lenta asimilación.

Las propuestas institucionales (Ministerio, Consejo de Pueblos, Cuotas) son las mismas que se vienen repitiendo hace décadas y detonan una vez más el tono paternalista de las propuestas indígenas, por si fuese poco se propone pagarles a los partidos políticos chilenos para que lleven a candidatos indígenas a perder en las elecciones. El mundo avanza en autonomías indígenas que permitan a los propios pueblos tomar las decisiones que le atañen a su futuro, no integrarse dentro de instituciones que por décadas los han postergado.

En relación al desarrollo territorial indígena se clarifico que se busca impulsar que ciertas comunidades puedan realizar proyectos y desarrollos en sus tierras, pero sin afectar ni disminuirlas en ninguna parte, lo que se traduciría, en ampliar el espectro de los titulares de tierras indígenas; que las comunidades puedan inscribir contratos de arriendos, permitir que las comunidades de tierras puedan dividir el título común y generar títulos individuales; regularizar la permuta de tierras indígenas a personas no indígenas; permitir que las asociaciones indígenas puedan postular al fondo de desarrollo de la CONADI y mejorar la cobertura de subsidios para fomentar la productividad de las tierras indígenas. Estas propuestas territoriales, como era de esperarse, generaron una legitima oposición de diversas organizaciones, comunidades y dirigentes mapuche, por considerar que con ellas se ponía en riesgo lo poco y nada que protege la actual ley indígena: las tierras indígenas. Dejando de la lado las fake news en torno  a lo que proponía el Gobierno, el asunto fue abordado con muy poca prolijidad y claridad. Si realmente se cree en la propiedad, como acto de buena fe deberían proponer una ley que termine ipso facto con todos los contratos de arriendo a 99 años, si de verdad se quiere resolver el conflicto territorial se debería crear una Comisión o un Tribunal Especial que se aborde las raíces y no las ramas del problema, tal como han hecho países que están avanzando en la materia.

Con respecto al desarrollo integral e inclusivo para la región, si de verdad se buscará un desarrollo integral se obligaría a tomar en consideración la visión mapuche en los proyectos de inversión que se proyecten en territorio mapuche, y si el plan fuese realmente inclusivo se debería seguir el ejemplo de Australia y el Indigenous Procurement Policy (IPP)[1], programa que aprovecha el gasto anual de miles de millones de adquisiciones del Commonwealth para impulsar la demanda de bienes y servicios indígenas, estimulando el desarrollo económico indígena y hacer crecer al sector empresarial indígena. Y asegurar a lo menos que el 25% de los US$ 8.043 del Plan Impulso Araucanía sea destinado a proveedores de bienes y servicios que sean empresas indígenas, eso sin lugar a dudas, generaría mucho más progreso económico que permitir que arrienden por 25 años un par de hectáreas.

Por último, avergüenza la actitud que han tomado diferentes ex autoridades y asesores indígenas de Gobiernos de la Nueva Mayoría y la Concertación, que han criticado con mucho ahincó el Acuerdo, pero cuando ellos estuvieron  en el poder prometieron mucho más e hicieron mucho menos, ya que si hay algo que reconocerle al Ministro Alfredo Moreno y al Presidente Sebastián Piñera es la disposición al diálogo, a escuchar, a cambiar de postura cuando sea necesario y finalmente, a tener la humildad de reconocer que el Plan Impulso no es un punto final, sino el inicio de un proceso, que si bien a mi juicio comenzó mal, es un proceso de diálogo hacia delante.

[1]                   https://www.pmc.gov.au/indigenous-affairs/economic-development/indigenous-procurement-policy-ipp

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