Por un diálogo de buena fe



Por Carlos Ominami, economista

Chile vive momentos obscuros. La crisis sanitaria está fuera de control. La tasa de contagios está entre las más altas del mundo. El gran logro de la estrategia del gobierno, la baja letalidad, está también en cuestión. Espacio Público y la Universidad de Washington han hecho pronósticos escalofriantes. En el ámbito económico, las medidas del gobierno están muy por debajo de lo necesario y lo posible. El esfuerzo fiscal efectivo es apenas un tercio del anunciado. La inmensa mayoría de las empresas no pueden adscribirse ni a la ley de protección del empleo ni al Fogape. Asistimos a una gran ola de quiebras de empresas y destrucción de empleos. El desempleo de 15,6% para la RM es elocuente. Los próximos meses serán peores. En el plano social, el bono Covid y el Ingreso Familiar de Emergencia son insuficientes. Frente al riesgo de hambre en amplios sectores, el gobierno debió improvisar un programa de distribución de alimentos que ojalá resuelva los enormes problemas logísticos que plantea. No son solo los más pobres los que sufren, son también amplios sectores de capas medias vulnerables amenazadas de caer en la pobreza.

En este cuadro desolador, el Presidente de la República ha llamado a un pacto nacional para enfrentar la crisis. Es un llamado tardío que, sin embargo, debe ser acogido. En momentos tan dramáticos, ninguna fuerza política debiera restarse a pesar de las fundadas desconfianzas.

Este pacto tiene que resultar sí o sí. Para ello, se debe garantizar algo esencial: la buena fe. Nada podría ser peor que un intento fallido. En el cuadro de crisis actual, la conjunción entre un gobierno incompetente y una oposición estéril sería explosiva.

El pacto debe tener como objetivo único enfrentar la crisis y garantizar el cumplimiento del itinerario electoral que parte con el plebiscito del 25 /O. Esta es la urgencia. En el proceso constituyente se pueden echar las bases de un gran Pacto Social. Hay que aliviar, aquí y ahora, el sufrimiento de miles de compatriotas. Es útil tener un horizonte de mediano plazo, 18 meses como se ha propuesto, pero no se puede perder de vista que los próximos tres meses de invierno serán decisivos. Las vidas, las empresas, los empleos hay que salvarlos ahora. Si como a muchos les gusta decir, estamos en guerra, pues bien, lo que más importa en una guerra es ganarla. No sirven los soldados que se guardan para futuras batallas o los generales que no emplean los recursos disponibles pensando en el pago de las deudas futuras. Esta metáfora de la guerra la utilizó hace pocos días Carmen Reinhart, destacada economista que acaba de ser nombrada vicepresidenta y economista jefe del… Banco Mundial.

Chile necesita un diálogo de buena fe que permita un cambio significativo de estrategia y adopte los resguardos necesarios para evitar que termine en un triste intento de socializar los costos del fracaso.

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