Redistribución (2)

Foto: AGENCIA UNO.


No confundir la desigualdad de ingresos con la desigualdad de la riqueza. Los ingresos son los flujos que se obtienen período a período, salarios, pensiones, intereses, utilidades y subsidios. La riqueza, en cambio, equivale al valor de todo lo que posee una persona, propiedades, negocios, ahorros y riqueza financiera, menos el valor de todas sus deudas.

La distribución de la riqueza está mucho peor distribuida que la distribución de los ingresos. En Estados Unidos, por ejemplo, el 1% más rico se lleva aproximadamente el 17,2% de los ingresos, sin embargo, ese mismo 1% se lleva el 36,7% de la riqueza (Wolff, 2014). Según el reporte de la riqueza mundial de The Credit Suisse Research Institute (CSRI) la desigualdad de la riqueza en Chile medida por el Gini era 0,79 en 2017 mientras que la desigualdad de los ingresos es 0,51. Felipe Martínez y Francisca Uribe (2017) muestran que en Chile el 20% más rico concentra alrededor del 72% de la riqueza y que cerca del 17% de los hogares posee una riqueza negativa. De hecho, a nivel global la mitad inferior de adultos colectivamente posee menos del 1% de la riqueza total, el 10% más rico posee el 88% de los activos globales, y el 1% superior solo representa la mitad de riqueza total, lo que se espera solo se incremente (CSRI, 2017).

Estudiar la desigualdad de la riqueza es importante porque la riqueza es una medida de "poder". El poder entendido como la capacidad que tiene cada persona de realizar sus deseos u objetivos (incluso contra los deseos de otras personas). El que una minoría de la población sea dueña de casi toda la riqueza tiene, entonces, importantes consecuencias (Domhoff, 2018). En primer lugar, la riqueza puede ser un recurso para moldear la política, vía donaciones a partidos políticos, lobistas e incluso "expertos" que trabajan para generar políticas beneficiosas para esos pocos. También puede producir malas políticas públicas si quienes están en el gobierno usan su posición para favorecer a empresas que los contratarán cuando salgan del gobierno. En tercer lugar, esta puede modelar el entorno social mediante la contratación de empresas de comunicaciones o vía donaciones a universidades, museos y galerías de arte. Además, la riqueza controla directamente a las empresas, lo que por supuesto tiene un gran impacto en cómo funciona la sociedad y las ciudades, por ejemplo.

Una consecuencia inesperada de esta concentración es la efectividad que tendría un impuesto a la riqueza, el cual ha sido propuesto tanto a nivel nacional e internacional e incluso por el The Economist, como hacia donde se debe avanzar en impuestos. Según CSRI la riqueza per cápita de Chile ha crecido a una tasa de 7,7% anual desde el 2000, mientras el crecimiento del PIB per cápita en el mismo período fue de 2,9% promedio. Un impuesto del 2% para las riquezas superiores a los US$ 5 millones (programa del Frente Amplio) recaudaría en teoría US$ 12.000 millones al año aproximadamente, lo que equivale a 4,8% del PIB, es decir más que toda la última reforma tributaria.

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