Reforma tributaria: un mal negocio

SEÑOR DIRECTOR:
Entre el año 2000 y el 2010, Chile creció a una tasa promedio de 4,3%, algo por sobre el promedio mundial, de 3,9%. Ese dinamismo permitió que, sin grandes reformas tributarias de por medio, la recaudación creciera a una tasa promedio de casi 8% real, haciendo posible un aumento incluso superior del gasto social. En la última década Chile ha crecido menos que el mundo, un 2,9% en comparación con un 3,5%. La recaudación de impuestos, a pesar de implementarse cinco reformas que buscaban recaudar más, creció mucho menos que en la década anterior, un 4,7% promedio, por lo que también cayó el dinamismo del gasto social.
La situación proyectada por el FMI para el período 2022-2027 es aún más dramática, para Chile se estima un crecimiento de 1,8% mientras que el mundo crecería un 3,4%. El que Chile crezca a un ritmo tan inferior al del mundo es un pésimo resultado, significa que en promedio el resto de los países están siendo más atractivos para el desarrollo de los negocios que el nuestro, y significa también que no lograremos un crecimiento razonable del empleo formal y los salarios. Tampoco habrá gran espacio para el gasto social, ya que la evidencia muestra que el crecimiento es mucho más recaudador que las reformas tributarias.
El gobierno dice que esta primera reforma solo la va a pagar el 5% más rico, eso no es lo que importa, la clave es preguntarse qué estamos haciendo para que el país vuelva a crecer, y sin duda, lo que se ha conocido del proyecto de ley no ayuda en lo absoluto. Hace años que perdimos el foco, con esta idea de que las demandas sociales las satisface el Estado entregando más derechos, pero si eso se sigue haciendo a costa del crecimiento, sin duda estamos haciendo un muy mal negocio para el país. Estamos insistiendo en una receta que ya mostró su fracaso, nuevamente castigaremos la inversión, no solo al flujo que genera primero como ganancia de capital, y luego como dividendo, sino además gravando el stock de capital. Y este castigo se produce cuando los chilenos invierten en su país, porque el trato para los extranjeros es mejor.
Mientras no volvamos a entender que el desarrollo económico es el único camino sostenible, no solo para que haya empleo y mejores salarios, sino también para financiar las demandas sociales, seguiremos subiendo los impuestos para recaudar poco, crecer cada vez menos, y entonces volver a preguntarnos qué hacemos para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. Estas son las ideas que nos han metido de lleno en la trampa del ingreso medio, y parece que ya no saldremos.
M. Cecilia Cifuentes
Directora Centro de Estudios Financieros
ESE Business School
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