¿Se imaginan si...?

Concertación


Es interesante pensar como sería (y habría sido) Chile con un sistema semipresidencial. Allá por 1973, Allende habría tenido que soportar a Patricio Aylwin de Primer Ministro, con un gabinete de miembros activos del Partido Nacional y de la DC. El programa de la UP habría fracasado igual. Pero golpe militar no habría habido.

Por supuesto que es un relato de puros “if” y de pensamiento hipotético. Tampoco, quizá, se habría suicidado Balmaceda.

Si eso existiera hoy -tuviéramos un sistema político semipresidencial- el resultado sería muy poco claro. La oposición tendría el control del Parlamento, y podría nombrar Primer Ministro y gabinete. Claro que tendría que llegar a un acuerdo con el Frente Amplio y el PC; o con Desbordes y una parte de RN. De todas formas, sería una coalición muy frágil, y de dificilísimo manejo.

Ahora, uno puede pensar que si de verdad (y de facto) estamos en un sistema semipresidencial (nada se aprueba sin la venia de un Parlamento opositor duro), ¿por qué la oposición no le pide a Sebastián Piñera que nombre a Insulza, o a Chain, como superministro del Interior, y arme un gabinete opositor en consecuencia?

Lo interesante es que poco cambiaría. La calle seguiría igual (algo más soberbia). El nuevo gabinete, con la popularidad de la ex Concertación, FA y PC (que según Cadem, es menor que la del Presidente, de Chile Vamos, y la de Carabineros) la tendría difícil.

El ministro de Hacienda (Valdés o Eyzaguirre) tendría que cuidar la billetera, en forma parecida a como lo hace hoy Briones. Y lo más duro, el ministro del Interior debería hacerse cargo del orden público con los mismos Carabineros que hoy dependen de Blumel y antes dependían de Chadwick. Tendrían que soportar querellas por violación a los DD.HH. de Amnistía Internacional, del Instituto Interamericano de Derechos Humanos, del INDH, etc.; tendrían que salir a apoyar -con pocas ganas- a Carabineros; se quejarían del actuar de fiscales y jueces, y bailarían en la cuerda floja de reprimir de verdad, sin aceptar las consecuencias y daños colaterales que resultan de aplicar la violencia en la práctica.

Y dado que en los montones de años que fueron gobierno no lograron desterrar la violencia en La Araucanía, y tampoco la de los narcos, uno duda si ahora podrían, con esta policía y estas leyes y jueces, derrotar esta violencia. Si fueran gobierno hoy, muy probablemente pedirían al Parlamento leyes “antiencapuchados”, protección de servicios clave y una ley “antibarricadas”.

Hacerse cargo de la seguridad hoy en Chile es un desafío que, si son consecuentes, deberían pedir; y si se les ofrece, aceptar. Y estar resignados a que en ese caso hipotético, una oposición -ahora de centroderecha- más descolgados varios, les acuse a sus ministros semana por medio.

Es fácil reclamar que el gobierno termine con la violencia (con estos carabineros, no con los de Alemania o Inglaterra) sin hacerse cargo de los daños colaterales que acarrea reprimir la violencia con una policía no preparada. La actitud de la actual oposición es cómoda, injusta y de una frescura notable. Combatirían a la primera línea y a los narcos solo con guanacos, zorrillos y balines de goma, y tendrían el mismo éxito -o menos- que el del tan acusado ministro Blumel.

Si piensan que lo harían mucho mejor, pidan el Ministerio del Interior y háganse cargo.

Otra cosa es con guitarra, y otra también cargar con el arpa.


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