¿Señales de cambio en Perú?
La salida hace poco más de una semana de Guido Bellido como jefe del primer gabinete del Presidente de Perú, Pedro Castillo, y de otros seis ministros marcó lo que muchos analistas han visto como un quiebre con los sectores más radicales de la actual alianza de gobierno y un giro hacia la moderación. Bellido, cuyo gobierno duró apenas 69 días, no solo recibió cuestionamientos desde un inicio por estar siendo investigado por el Ministerio Público por apología al terrorismo, sino también por su vinculación con el régimen cubano, sus posiciones homofóbicas y su cercanía con Vladimir Cerrón, considerado el representante del ala más radical de la nueva administración peruana. Además, se había enfrascado en una serie de polémicas desde su llegada al cargo, mostrando en muchos casos posiciones contrarias a las del actual Mandatario y, en especial, a sus intentos por moderar el discurso.
En su lugar Pedro Castillo no solo designó a una mujer, Mirtha Vásquez –asumiendo las críticas por la escasa presencia femenina en su primer gabinete-, sino además a una figura reconocida por su perfil más moderado y dialogante, que fue presidenta del Congreso. Además, el presidente ratificó en su puesto al titular del Banco Central, en una señal de estabilidad institucional bien recibida por los mercados, y aseguró que “la nueva etapa busca fomentar el diálogo, la gobernabilidad y el trabajo en equipo”. Un mensaje que también reforzó la nueva primera ministra al anunciar el inicio de una ronda de diálogo con las distintas fuerzas políticas del Congreso e insistir en la necesidad de favorecer la gobernabilidad en el país.
La mayor disposición al diálogo y la insistencia en cuidar la estabilidad son señales positivas. También lo son el anuncio de la nueva jefa de gabinete de que avanzar hacia una Asamblea Constituyente, como promovían los sectores más cercanos a Vladimir Cerrón, no es una prioridad y que es necesario cuidar los equilibrios económicos. Sin embargo, es prematuro asegurar que el cambio en el equipo ministerial dará paso a una mayor moderación y terminará con los problemas del actual gobierno. No solo no se han despejado las tensiones con la oposición -que ve con recelo los objetivos de la actual administración-, sino que la salida de Bellido causó un quiebre con el principal partido oficialista, que llamó a sus legisladores a no apoyar al nuevo gabinete.
Por ello, si bien la medida puede ayudar al gobierno a recuperar la confianza de una ciudadanía que cuestionaba el liderazgo presidencial y reclamaba el alejamiento de Vladimir Cerrón del gobierno, no despeja el clima de inestabilidad que ha marcado los primeros meses en el poder de Pedro Castillo.
El quiebre con Perú Libre, además, acrecentará las tensiones en el Congreso, ahora desde el ala izquierda. Por eso, ante este nuevo escenario y la falta de mayorías legislativas, es de esperar que el Mandatario muestre una mayor disposición a transar sus posiciones extremas y llegar a acuerdo con la oposición. De la capacidad de lograrlo dependerá no solo el futuro de su gobierno, sino también su eventual permanencia en el poder, a la luz de la historia reciente de Perú.
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