Situación de estancamiento de la economía chilena y riesgo de permanencia de alto desempleo



Por Víctor Salas, Departamento de Economía Universidad de Santiago de Chile

Estamos en estancamiento productivo y de empleo. La actividad productiva muestra una lenta y oscilante recuperación, mientras que la ocupación no se recupera, manteniéndose las tasas de desempleo por sobre dos dígitos y despegándose claramente de la tendencia del Imacec.

El bajo y oscilante ritmo de la recuperación económica se corrobora con la tasa de variación negativa de la actividad económica a diciembre 2020 (-0,4%), que puso un punto negro, después de las tendencias positivas desde los meses de septiembre y octubre, en que se redujeron las caídas del Imacec a -5,3% y -1,2%, respectivamente, y con un mes de noviembre de leve aumento (+0,3%). Todo lo cual confirmó el crecimiento negativo del PIB, de -6% en todo el año.

La baja reacción del empleo se observa en que la tasa de desempleo sigue alta y en dos dígitos. En el trimestre móvil octubre a diciembre 2020 fue de 10,3%, cercana a los trimestres móviles anteriores: 10,8% (septiembre a noviembre) y 11,6% (agosto a octubre), incluso en este último caso con una menor caída respecto del mes anterior (0,8 pp y 0,5 pp respectivamente).

Estos hechos configuran un estado especial de doble estancamiento, uno en la recuperación de la actividad productiva y otro en la recuperación del empleo.

Se observa que, en el país, además, la actividad económica se está desvinculando, en su expansión, de la creación de puestos de trabajos.

El estancamiento del empleo se explica por la lenta disminución de los desocupados, los que, a diciembre 2020, eran 920 mil personas, nivel que se ha estado reduciendo levemente desde julio-agosto, meses en que alrededor de un millón 70 mil estaban en esta situación, indicando que la creación de puestos de trabajo no ha estado avanzando mucho en el segundo semestre. Además, durante la crisis de la pandemia y las restricciones de desplazamiento se produjo un fuerte aumento de inactivos, potencialmente activos, los que en junio-julio llegaron a 1 millón 70 mil de personas, que estando en condiciones de trabajar, se retiraron de la fuerza de trabajo y en diciembre se redujeron solo en cerca de 250 mil. Todavía hay una cifra considerable de personas que están fuera de la fuerza de trabajo, pero potencialmente activos (810 mil) y su ritmo de vuelta a la fuerza de trabajo es bajo (por control sanitario y la lenta recuperación económica). En definitiva, la tasa combinada de desocupación y fuerza de trabajo potencial, SU3, del INE, alcanza a 21,6% mostrando la real dimensión de la desocupación en el país.

Qué va a pasar este año. En el ambiente que estamos viviendo, no es posible tener certeza sobre lo que ocurrirá este año, pero es posible acercarse a una acertada estimación reconociendo los hechos más probables que afectarán la vida sanitaria, económica y social del país.

En lo sanitario, estaremos en dos ámbitos extremos, por un lado, aplicando vacunas a un ritmo que solo será parcialmente masivo y que puede no servir para alcanzar los niveles de recuperación sanitaria mínimos deseables. Por otro lado, seguiremos controlando la pandemia y el segundo rebrote con retrocesos parciales en la apertura y reconfinamientos, también parciales, lo que hará un mix de contactos masivos y aislamientos no completos que continuará aumentando el número de contaminados. Luego, se estima que tendremos riesgos sanitarios al menos hasta el fin de año.

En la reactivación productiva, seguiremos condicionados por lo sanitario, al menos hasta el 2º trimestre del año y el ritmo de reactivación no tomará fuerza sino entre el 3er y 4 trimestre. Así, no se deben esperar altas tasas de crecimiento, aunque no será difícil recuperarse desde una tasa de crecimiento negativa, como la que vivimos en 2020 (-6%), bastará poco para alcanzar un 4%/5% en 2021.

En la recuperación de la economía, el rol que cumpla la política fiscal expansiva (plan de reactivación) estará asociado con la posibilidad real de aumentar el gasto en infraestructura y viviendas y de que las micro y pequeñas empresas se pongan en marcha utilizando más activamente los créditos con aval de Fogape los que, hasta el 01 de enero, el sistema bancario había cursado en monto, solo al 32% de ellas versus el 42% para grandes empresas.

En el comercio exterior, se tiene una perspectiva de que este año se expandan las exportaciones en la medida que se recupere la economía mundial y se mantenga el precio del cobre en un nivel por sobre 3,5 dólares la libra, aunque la recuperación de nuestra economía no dependerá de este factor (ver NOTA PEC 7, bit.ly/3msvRry).

En el desempleo, sin duda va a seguir el lento crecimiento de puestos de trabajo y la recuperación de los potencialmente activos también volverá lentamente a la búsqueda de empleo, lo que sin duda estará asociado con el control sanitario de la pandemia. En el primer semestre, cruzaremos con lentitud a tasas de desempleo de un dígito, aunque estaremos más cercanos al 9%.

En la protección de ingresos de los más vulnerables, en el rebrote de la pandemia, requiere atender a los desempleados, a los informales, a los microemprendedores (porque ellos requieren la calle para desarrollar sus actividades), con bonos, nuevo IFE y otros beneficios, cuestión que aparentemente el nuevo ministro de hacienda está abierto a considerar.

En lo político y social, tendremos elecciones decisivas y la cercanía a la normalidad sanitaria, nos retrotraerá o hará reaparecer nuestro conflicto social.

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