Somos ciudadanos



Por Marco Antonio Cumsille, superintendente del Cuerpo de Bomberos de Santiago (CBS)

En el Día Nacional del Bombero uno podría repetir la doctrina de nuestros reglamentos y estatutos. Es una guía imperdible para saber cómo manejarnos ante situaciones difíciles. Es una guía moral. Para el resto está el manual de instrucciones.

Reglamento en Santiago tenemos uno de 1863, adaptado del fundador, que es el Cuerpo de Bomberos de Valparaíso, surgido en 1851. Manual de instrucción tenemos desde 1898.

Pero la vida no se resume en manuales ni reglamentos. Se vive y se actúa con otros parámetros que están muy estudiados, pero aún no son definitivos porque la vida es continua y cambiante. Si lo sabremos quienes vivimos bajo el Covid-19.

Pero para definir quienes somos los bomberos, con mayúscula y sin apellido, quiero citar un pequeño gran episodio del pasado.

En 1998, el Cuerpo de Bomberos de Santiago, el tercero en fundarse en el país, estaba próximo a cumplir 35 años de vida. Chile ya había transitado por el bombardeo de la Escuadra Española en Valparaíso, la Guerra del Pacífico y la Guerra Civil. En todas esas tragedias, los bomberos habían estado firmes junto a su juramento de servicio, sirviendo sin objeciones políticas, religiosas o de otro tipo.

Aunque en Valparaíso ningún español tuvo problemas para ser bombero, incluso con bombardeo mediante; masones o católicos compartieron ideal desde el día uno.

Sin embargo, la Guerra Civil marcó un antes y un después para el país y para los bomberos. Mientras los balmacedistas estuvieron en el poder, los bomberos se vieron privados de tocar sus alarmas debido a que el gobierno sospechaba que éstas eran una alerta para los golpistas.

Tras el golpe del Congreso, los bomberos balmacedistas pagaron el precio de su convicción.

Los Phillips, parientes de Balmaceda, fueron expulsados del Cuerpo. Julio Bañados Espinoza, ministro del Interior y el hombre de las prohibiciones, que había sido un honorable director de la 6ª Compañía durante su cargo en Interior, tuvo que alejarse del CBS y del país rumbo al exilio.

Se quebraron familias; se quebró, en parte, el Cuerpo, pero la vida siguió.

Los que eran opositores, como Pedro Montt, compañero de bomba, es decir, compañero de la misma Compañía de Bañados e Ismael Valdés Vergara, asumieron trunfantes en el país.

Montt, el hijo del mismo gobernante conservador que impedía asociaciones en Santiago, llegaría a ser Presidente de la República. Es una de las grandes paradojas nacionales, puesto que Pedro Montt fue hijo de esas asociaciones, además de capitán y director de la Sexta (igual que Bañados) y Secretario General del CBS. Vergara, secretario general durante el golpe de 1891, fue un parlamentario destacado, alcalde de Santiago, y quizás el mejor superintendente del Cuerpo de Bomberos de Santiago.

Lo que define a Valdés, y probablemente a los bomberos, es su gesto en 1898. Cuando el CBS estaba a punto de cumplir 35 años, hubo que decidir quién haría el discurso principal del aniversario. Valdés no tuvo dudas. Propuso en sesión de directorio a su rival político, recién regresado del exilio y recién reingresado al cuerpo, Julio Bañados Espinoza, el mismo que ocho años antes impedía el toque de las campanas de alarma.

En una investigación notable, que derriba muchos mitos sobre los bomberos y la guerra civil del 91, el recientemente fallecido voluntario Antonio Márquez Allison dio con el discurso de Bañados Espinoza, que es el mejor homenaje que uno puede sentir por esta misión civil que es ser bombero.

Dijo Bañados: “Señores… Dominado por amargas decepciones, herido por los quebrantos de una existencia tormentosa y vacilante en medio de los graves problemas que suelen cubrir nuestras fronteras, nuestro crédito, nuestra organización política y nuestras fuentes de producción, he sentido soplar más de una vez en el alma del cierzo helado de angustioso pesimismo, y han brotado en el fondo de mi ser crueles dudas acerca de la estabilidad, de la grandeza y del porvenir de este Chile que tanto amamos. Pero luego estudio del Cuerpo de Bomberos que marcha a la vanguardia de todas las instituciones que son hijas del esfuerzo individual, y entonces, al verlo tan abnegado en el trabajo, tan resuelto en la brecha, tan desprendido en el servicio de sus semejantes, y tan unido en su personal, la fe renace, la esperanza mueve robustas alas, se tornan en factores de resurrección lo que estimaba signos de agonía y de muerte, y contemplo de nuevo a Chile con medios, elementos y potencia moral sobradas para resistir y vencer las crisis que son el tributo obligado en la formación de las nacionalidades”.

El libro de don Antonio Márquez por último señalaba: “Los dos más destacados enemigos dentro de la institución durante la Guerra Civil de 1891, Valdés Vergara y Bañados Espinosa, se reconciliaban públicamente. Las heridas comenzaban a cicatrizar. A manera de epílogo, Bañados Espinosa fallecía en febrero del año siguiente, con apenas 40 años”.

En este día imaginado, como Día Nacional del Bombero, los ciudadanos al servicio de los ciudadanos, con todas nuestras diferencias y similitudes, queremos rescatar aquello del pasado que hoy nos ilumina. Moros y cristianos, creyentes y huerfanos de fe, anarquistas o militantes, siempre tendremos el uniforme encima y el casco en la cabeza para hacer frente a lo que voluntariamente hemos asumido.

Muchos de nosotros, como Valdés Vergara, Montt o Bañados Espinoza, tenemos visiones u opiniones cívicas, ideas políticas o creencias, pero ellas no nos sepran. Aprendemos a vivir con ellas, a respetarnos y a escuchar al otro, porque somos bomberos, somos ciudadanos.

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