¿Terapia de shock?
Algunos errores de diagnóstico se construyen gradualmente y es difícil constatarlos hasta que algo lo devela. Pareciera, según J.A. Kast, que Chile enfrenta una crisis como la argentina. Si no, ¿cómo entender el anuncio de recortar el gasto en US$ 6.000 millones en 18 meses?
Es mala idea por dos razones.
Uno. La menor demanda agregada hasta mediados de 2027 sería de 1,8% del PIB y 4,8% en el periodo. Como el mercado espera un crecimiento de 2,1% en 2026-27, este ajuste drástico puede generar una recesión. A veces una recesión es necesaria. En 2023 en Argentina la inflación llegaba al 134% y el déficit fiscal al 5,4% del PIB. Era difícil evitar un ajuste severo.
En Chile, una terapia de shock es innecesaria: la inflación es 4,3% y el déficit fiscal llegará a 1,5% del PIB este año. El riesgo de que esta terapia de shock induzca una recesión es importante.
Se dirá que, si Kast es electo, habrá un boom de inversión. Es una apuesta arriesgada. El punto es que la inversión necesita tiempo mientras un ajuste fiscal en 18 meses, toma, bueno, 18 meses. ¿Quién quiere correr el riesgo de cortar la demanda bruscamente esperando que la inversión reaccione rápido y compense?
Dos. La terapia de shock es mala para el funcionamiento del Estado. Suponiendo que se paga la deuda pública y sin reducción de subsidios y transferencias – tipo PGU o GES– el ajuste se centrará en personal, bienes y servicios de consumo y capital fijo. Cortar US$ 6.000 millones en 18 meses implica reducir un 9,7% esas partidas. Un ajuste de este tamaño y violencia será disruptivo para el funcionamiento del Estado. Si usted cree que el Estado funciona mal hoy, después de esto funcionará peor.
Es obvio que hay ineficiencias, abuso y corrupción. Sin embargo, en las encuestas de competitividad el Estado chileno aparece bien. Como categoría, los “Estados” tienen características comunes: no tienen dueño y promueven agendas de interés público más o menos erráticas. El margen de ineficiencia y corrupción es alto, siempre y en cualquier lugar.
Pero so pretexto de sacar a los abusadores, como los de las licencias médicas, una terapia de shock empeorará el funcionamiento del Estado. Muchos funcionarios públicos honestos y dedicados –que mi experiencia indica son muchos y necesarios– serán perjudicados de manera injusta e ineficiente.
Hay alternativas. Necesitamos un acuerdo nacional procrecimiento, incluyendo a los funcionarios públicos. Si la meta es 4%, la productividad debiera crecer al 1,5% al año, inicialmente más alta quizá. El sector público puede colaborar de dos formas: recortando gastos innecesarios y mejorando servicios, con KPIs de ambos tipos que abarquen todo el presupuesto, sin exclusiones. En cuatro años, habría un equivalente a US$ 5.500 millones entre recortes de gasto y mejoras de eficiencia. Menos espectacular, pero más seguro, realista y eficiente.
Una meta de productividad promueve que el crecimiento converja al 4% sin riesgo de recesión y con un Estado más sano, al contrario de la terapia de shock.
Por Guillermo Larraín, FEN, U. de Chile
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