Opinión

Un arquitecto total

Libro Emilio Duhart.

En la tesis doctoral de Verónica Esparza, cuyo título es “Emilio Duhart Harosteguy: Un arquitecto integral. 1935-1992″, esta profesora e investigadora tuvo que dividir su trabajo en cinco dimensiones para intentar abarcar al que, probablemente, es el más grande de los arquitectos chilenos de todos los tiempos.

Recién cuando se examina a Emilio Duhart como estudiante, arquitecto, urbanista y académico, así como también sus escritos, se empieza a captar la complejidad y envergadura de su trabajo. “¿Por qué desmembrar, por qué parcelar o dividir la personalidad profesional de Duhart?”, se pregunta Esparza. “Fundamentalmente porque la explicación brindada por la historiografía es parcial e insuficiente para comprender a cabalidad la compleja personalidad creativa de uno de los arquitectos más importantes del siglo XX en Chile”, explica.

No contenta con dedicar años de trabajo a Duhart en su tesis para la Universidad Politécnica de Cataluña, ahora Esparza junto al profesor e investigador David Caralt (ambos de la Escuela de Arquitectura de la Universidad San Sebastián en Concepción) lanzaron un libro fundamental. Se llama “Emilio Duhart: escritos, conversaciones y entrevistas (1947–1999)” y, en sus 350 páginas, permite navegar en el que hasta ahora era un archivo disperso, de difícil acceso y, en gran parte, desconocido. Publicado por la Editorial Dostercios, reúne trece artículos escritos por Duhart y diez entrevistas -cuatro de ellas completamente inéditas- que permiten comprender en profundidad su pensamiento arquitectónico, sus inquietudes pedagógicas y su compromiso con la dimensión pública de la arquitectura.

“Las entrevistas inéditas, realizadas por figuras como Manuel Moreno, Humberto Eliash, Fernando Pérez Oyarzún y Ana María Stuven, revelan una faceta íntima, reflexiva y crítica del autor”, explica la editorial. Se lee con placer y profunda admiración cada uno de estos textos. De su pluma y de su mente se desprende una visión de la arquitectura, del urbanismo, de la pedagogía, tan clara, tan íntegra, tan profunda y, siempre explicada de manera simple. “Por favor, desprendámonos de nuestra jerga de especialistas, hablemos con palabras y frases entendibles por todos y no un dialecto de secta como lo médicos de Moliere”, escribe Duhart en el discurso con el cual recibe el Premio Nacional de Arquitectura en 1977.

Formado en la Universidad Católica, y luego en Harvard junto a Walter Gropius (fundador de la Bauhaus) y en el atelier de Le Corbusier en París (es uno de los pocos chilenos que trabajaron con Le Corbusier, además de Roberto Dávila, Roberto Matta y Guillermo Jullian de la Fuente), Emilio Duhart es el autor de obras fundamentales del siglo XX en Chile, como el edificio de la CEPAL en Santiago, el plan maestro y la biblioteca central de la Universidad de Concepción, la Alianza Francesa de Santiago (junto a su socio Sergio Larraín García-Moreno) y de Concepción (junto a Roberto Goycoolea), las hosterías de Castro y Ancud, la fábrica Carozzi en Nos (junto a Luis Mitrovic y Christian de Groote), el colegio y la iglesia del Verbo Divino (junto a Alberto Piwonka, Mario Pérez de Arce y Sergio Larraín GM), así como el edificio Plaza de Armas (junto a Osvaldo Larraín, Jaime Sanfuentes y Serio Larraín GM). Radicado en Francia desde fines de los años 60, Duhart ejerció como profesor en París, participó en comités editoriales y se mantuvo en contacto con Chile a través de proyectos como el Terminal Nacional del Aeropuerto Arturo Merino Benítez, realizado en 1994 junto a su colega Alberto Montealegre.

En este libro de reflexiones y entrevistas, Duhart escribe acerca de sus maestros (Gropius, Le Corbusier) y de otros arquitectos, como Kenzo Tange y Konrad Wachsmann; escribe de arquitectura y ciudad, textos en los cuales destina profundas apreciaciones al Centro Pompidou, la arquitectura antisísmica, la calle, la formación del arquitecto y el estado de la arquitectura a principios de la década 80.

El libro editado por Verónica Esparza y David Caralt incluye el discurso completo de Duhart al recibir el Premio Nacional de Arquitectura, así como un texto sobre su tesis de grado (Base Pesquera en San Quintín, Taitao, de 1940). Y en las entrevistas y conversaciones se puede sentir no sólo la sabiduría de este gigante, sino que también su honestidad para referirse “sin pelos en la lengua” a otros arquitectos y escuelas de arquitectura. Sus opiniones sobre Alberto Cruz y la Escuela de Arquitectura de la Universidad Católica de Valparaíso en la extraordinaria entrevista que le hacen Humberto Eliash y Manuel Moreno en 1977 son, por lo bajo, muy sabrosas.

En palabras de sus editores, “este libro busca ofrecer una puerta de entrada al pensamiento de un arquitecto total, cuya obra y visión siguen interpelando a quienes piensan la arquitectura como una práctica social, cultural y política”. Sumemos que con este texto el pensamiento de Emilio Duhart vuelve a escena no como una figura del pasado, sino como un arquitecto que comprendió la urgencia de proyectar con sentido ético, cultural y social. Una obra necesaria en tiempos donde el patrimonio moderno aún necesita ser defendido y comprendido en toda su profundidad. Un libro total, tal como su protagonista.

Por Rodrigo Guendelman, conductor de Santiago Adicto de Radio Duna.

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