Un ejemplo para explicar los problemas de la Licitación de Afiliados Antiguos
El debate previsional es uno que me apasiona porque siento que es uno de los temas más relevantes para las personas, pero éstas son complejas de entender, pues son extremadamente técnicas y por ello he tratado de explicarlas en simple en este espacio. Por supuesto, todo lo relacionado a pensiones es bastante técnico y hay muchas variables que lo afectan: la fortaleza (o debilidad, como ahora) del mercado laboral; si una sociedad no incluye a las mujeres a la fuerza de trabajo; si el país está en un positivo ciclo económico o no; las desafiantes y complejas noticias demográficas en Chile; por supuesto, las ideologías políticas del gobierno de turno, y podría seguir enumerando. Todas estas variables se conjugan de alguna u otra manera y terminan afectando en los ahorros para la pensión de las personas. Pero el común denominador es que el debate - gran parte de las veces- es excesivamente técnico y justamente por eso, las personas les cuesta entender -y confieso que he tenido muchas veces que estudiar mucho para hacerlo-.
Es lo que pasa por ejemplo con una propuesta de la reforma de pensiones recientemente aprobada y que hoy da sus primeros pasos en la fase de implementación: la licitación de afiliados antiguos. Este mecanismo nuevo -e inédito en el mundo, es decir, no ha sido probado de manera efectiva y concreta en ninguna parte, anotemos finamente no tiene evidencia alguna con que comparar- nació teóricamente en las salas académicas -como nos hemos acostumbrado muchas veces a que nazcan “imbunches” de reformas- Esta reforma cree ser efectiva en reducir las comisiones que pagan los afiliados por el servicio de administración de cuentas y de fondos de las AFP. Se creó a partir de la idea que la licitación de afiliados nuevos “agotó sus efectos”. Anteriormente, todos los trabajadores nuevos, que empezaban a cotizar, se asignaban automáticamente a la AFP más económica en comisiones y que ganaba una licitación. Eso hizo que muchas AFP redujeran sus precios para evitar una fuga de sus clientes a otras AFP. Sin embargo, la reducción de precios se acabó y desde los técnicos la idea fue: licitemos a todos. Incluso a los llevan años en su AFP elegida.
La candidata Jara en su programa presidencial complementario (dixit: 6 hojas, lineamientos programáticos y anexos, el tercero que presenta en cinco meses y quien sabe cuántos más quedan de acuerdo a Carmona y sus camaradas), menciona este proceso de licitación en su medida 93, argumentando que “mejorarán las rentabilidades y disminuirán las comisiones que pagan los afiliados mensualmente”.
Este es un ejemplo de una medida que suena bien en el papel y en la sala de clases, pero huele que, en la práctica, traerá innumerables problemas, muy difíciles de sortear. Los chilenos, que con justicia no entienden mucho del sistema, no se enterarán hasta ya muy entrado el error, porque nadie se los explicó en términos simples.
Yo lo veo de esta manera. Imagínese usted es un granjero y tiene un gallinero. Sus gallinas dan muchos huevos, algunas son de gran calidad, podría incluso darse que den huevos de oro, imagínese lo feliz que estaríamos todos. Otras le dan huevos de yema grande, otras gallinas le dan huevitos más chicos. Usted administra su gallinero siguiendo las reglas que le impone el Ministerio de Agricultura que, por el momento, sólo hacen alusión al número de gallinas de cada tipo que puede tener y el tipo de alimento que les puede dar (si maíz, trigo, cebada, harina de soja, vitaminas, minerales, etc.). Con esta información usted administra su gallinero de manera óptima, le saca mucha rentabilidad a sus huevos (se pone muy alegre cuando algún mes alguna pone uno de oro) y con eso usted adquiere nuevas y mejores gallinas, y mejores alimentos para ellas. Como administrador del gallinero usted cobra un porcentaje del arriendo del campo, que recibe gallinas mensualmente de personas que confían en que usted les sacará el trote necesario a los huevos que éstas pongan.
Resulta que ahora, un día el ministro de Agricultura -que han demostrado ser “creativos”- cambia y le dice que modificará la normativa para la administración de gallineros. El ministro creía que usted cobraba mucho por administrar las gallinas que le mandaban así que ahora, cada dos años, el 10% de sus gallinas las tendrá que traspasar al granjero que ofrezca el menor precio. Las gallinas que tendrá que traspasar serán sorteadas al azar, ¡así que puede ser que tenga que traspasar a sus gallinas con huevos de oro!
Resulta que al primer traspaso se le van dos de sus gallinas que ponían huevos de oro a otro granjero y resultó que ¡nunca más pusieron huevos de ese tipo! ¡Qué lamentable! Han pasado meses y ahora no conoce ningún gallinero de la región que dé huevos de oro. Es más, entre los granjeros se comenta que todos los huevos han reducido su tamaño. A las gallinas les ha costado acostumbrarse a los cambios constantes de gallinero e incluso han dejado de poner huevos algunos meses. Una calamidad. Los técnicos del ministerio decían que el traspaso de gallinas se podía hacer fácilmente, si total era cosa de subirlas a un camión no más. Pero el estrés de los cambios constantes de gallinero, generó costos indirectos que no vieron, y al final, todas las gallinas sintieron el golpe. Lo mejor habría sido mantener a las gallinas tranquilas en su gallinero, donde ya estaban cómodas, dando buenos huevos. ¿Habrá valido la pena golpear la producción de huevos sólo para bajar el precio que cobraban los granjeros a las personas dueñas de gallinas?
Para más remate, la mayoría de los dueños de gallinas están descontentos. A usted comienzan a llamarlo las personas que le habían entregado sus gallinas, pero les responde que usted ya no tiene las gallinas. Por orden del ministerio, tuvo que mandar las gallinas de esa persona a un gallinero al otro lado de la región. La persona no se había enterado del cambio, ¡el ministro nunca le avisó! Estos llamados se multiplican y hay personas furiosas: la mayoría nunca visita el otro lado de la región y ahora sólo podrán ver a su gallina a través de una app. ¡Eso no les gusta! Él quería estar cerca de su gallina y tenía confianza en usted como administrador. Sí, responde usted, pero es que el ministro dijo que el granjero de allá era más barato entonces usted como dueño iba a pagar menos. Muchos responden que esa decisión es de ellos, y que el Estado no tiene por qué estar metiéndose en mis elecciones sobre gallinas que son suyas. ¿Cómo puedo volver a cambiarme y entregarle mis gallinas?, le preguntan a usted. ¿Su respuesta? Ninguna, porque como ahora su gallinero da menos recursos, no puede perder tanto tiempo respondiendo una a una las consultas que llegan: ya no tiene tantas personas para ayudarlo en el campo y probablemente ha tenido que despedir a varias.
En resumen, y volviendo a los objetivos de la candidata Jeannette Jara. ¿“Mejoran las rentabilidades” en el ejemplo del gallinero? No, empeoran. Y las gallinas dejaron de dar huevos de oro. Esto es lo que gran parte de los expertos en inversiones han advertido que ocurrirá con los activos alternativos cuando empiece a operar la licitación de afiliados antiguos. Los retornos altos esperados podrían no darse si se traspasa el activo a otra AFP, y después de tanto traspaso, los inversores dejarán de invertir en estos activos alternativos más rentables, simplemente porque no vale la pena el esfuerzo de cuidarlos si a los dos años se pueden perder producto del azar. Al final, igual que en el ejemplo del gallinero, la rentabilidad general de los fondos disminuirá por este sólo hecho. Además, hay otro coletazo: el de cómo muchas personas se verán -de la noche a la mañana- cambiadas de AFP sin enterarse, y terminarán culpando quien sabe a qué Gobierno que éste al mando, no al que aprobó la ley, que, a la hora de los quiubos, podrá decir siempre: “es que ustedes (el gobierno opositor) implementó mal la cuestión”, sacándose los pillos. Así suele ser la política: El reflejo más bello del “arte de comer sapos sin hacer muecas”, como decía el escritor Carlos Fuentes, o Fuenteovejuna, donde todos y por ende nadie tiene la culpa.
Espero con este ejemplo simple haber contribuido a explicar en simple la discusión.
Por Gabriel Alemparte, abogado.
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