Un regalo envenenado



Por Óscar Guillermo Garretón, economista

Cuando Carlos Maldonado madrugó a los demás partidos de Unidad Constituyente levantando la bandera de “unidad para que no gane la derecha”, descolocó a Rincón, Muñoz y Narváez, y dio una grata sorpresa a Jadue, Boric y Jiles. Estos últimos solo pueden crecer a costas de quienes lucen un perfil más moderado y para eso necesitan una “unidad” indiferenciada que los iguale y los ate en apoyos mutuos. El problema de los presidenciables de Unidad Constituyente es que no pueden mejorar en las encuestas sin una identidad que los distinga. Por si fuera poco, la iniciativa silencia las rupturas sin previo aviso protagonizadas por PC y FA en las candidaturas de constituyentes, alcaldes y concejales, endosando así en la DC, PPD y PS la tarea de probarse “unitarios”. Un regalo envenenado.

La unidad de Maldonado es en lo que niega: “que no gane la derecha”. Lo que sí ganaría, ni él lo sabe. Si ya en Bachelet II hubo desavenencias con cinco partidos, imagínense agregando ahora Nuevo Trato, Frente Amplio (con varios partidos discrepantes entre sí), PRO de MEO, un PC distinto de aquel en la Nueva Mayoría y más. No es raro que el mensaje majadero, “que no gane la derecha”, va solo acompañado por vaguedades en sus propuestas: pensiones dignas, salud digna, salarios y empleos dignos, vida poblacional digna y segura, trato digno a las etnias originarias, etc. Toda precisión, arriesga desatar un aquelarre. La situación condena a los partidos de Unidad Constituyente a pagar una onerosa doble deuda electoral: la renegación de su pasado y carecer de toda identidad diferenciadora de futuro. Y a los otros, a diluir sus ataques a la “izquierda neoliberal” con que construyeron su identidad. No parece un pegamento unitario muy sólido.

Pero hay algo más. Los partidos, mal evaluados todos ellos, cada vez encauzan menos a la ciudadanía. Es una ilusión pensar que un acuerdo político ordenará a los votantes tras aquel candidato que gane una primaria tan heterogénea en contenidos y pasiones. No veo al electorado PC y frenteamplista votando por Rincón, ni al electorado DC votando por Jadue o Jiles. El caso de la candidata a alcaldesa excomulgada por el FA por su postura sobre el aborto es elocuente. Este binominal retro y negativo en su propuesta, “que no gane la derecha”, no calza con el electorado actual. Ya se probó en la última presidencial. Tampoco veo disciplina posible en candidatos a otros cargos que den por perdida la elección presidencial y dependan de su personal elección.

Si se persistiera en esta “unidad”, cosa que veo dudosa, favorecerá una elección presidencial polarizada, inconsistente y de incierto futuro. El electorado moderado que decidirá la elección enfrentaría un vacío. Lo empujan a deslizarse a derecha o a izquierda; y los pronósticos de gobernabilidad no son auspiciosos para ambas alternativas. Solo salvaría las cosas, un centro fuerte.

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