UN80 y la supervivencia del orden mundial
La Asamblea General de la ONU debatirá próximamente la Iniciativa UN80, propuesta de reforma del secretario general para optimizar mandatos y recursos, aumentando así su incidencia global. Esta iniciativa trasciende lo administrativo; enfrenta el desafío existencial del multilateralismo actual y por ello merece especial atención
Los logros de la ONU son innegables: previene millones de muertes infantiles mediante vacunación, asiste a más de cien millones de desplazados, mantuvo la paz mundial durante décadas críticas y desarrolló un amplio marco normativo de derechos humanos. La descolonización de 80 territorios, avances en igualdad de género y erradicación de enfermedades testimonian su impacto transformador. Sin embargo, UN80 parte de un diagnóstico inquietante: décadas de mandatos acumulativos y más de 40.000 resoluciones generaron un sistema fragmentado con funciones duplicadas. El 85% de financiación voluntaria limita la flexibilidad presupuestaria y su capacidad de respuesta.
Las ineficiencias no son solo administrativas, sino políticas. El Consejo de Seguridad, diseñado para 1945, no refleja la realidad multipolar de 2025. La gobernanza económica internacional tampoco reconoce que las economías emergentes representan la mayor parte del crecimiento global, dominada por potencias vencedoras de una guerra concluida hace 80 años.
Estos factores explican que la ONU pierda capacidad ante problemas como la invasión de Ucrania, el genocidio en Gaza, la crisis climática, pandemias globales, desigualdad creciente, autoritarismo ascendente y la transformación del poder global por influjo de las nuevas tecnologías.
La humanidad necesita más que nunca del multilateralismo: un sistema internacional basado en reglas y principios, resultado del diálogo equitativo de naciones. La paradoja es evidente: nunca antes la humanidad requirió tanto del multilateralismo, y nunca antes las instituciones multilaterales parecieron tan inadecuadas.
El fracaso de UN80 no sería simplemente otra reforma fallida, sino que amenazaría el colapso del proyecto multilateral que define el orden mundial desde 1945. En su lugar, existen condiciones para la emergencia de bloques geopolíticos, bilateralismo transaccional y un mundo donde la fuerza vuelve a ser el último árbitro.
Para Chile y la mayoría de naciones, esto representa no solo principios sino necesidad práctica y existencial. Países como el nuestro hallan en sistemas multilaterales, especialmente Naciones Unidas, el único espacio para influir en decisiones globales que afectan sus intereses.
La Iniciativa UN80, aunque imperfecta, resulta indispensable. El multilateralismo no es lujo ideológico, sino necesidad práctica. En un mundo de desafíos globales, ningún país, por poderoso que sea, puede actuar solo.
Desde la perspectiva histórica y los desafíos actuales, como dijo Hammarskjöld sobre la ONU, la Iniciativa UN80 no pretende “llevarnos al cielo, sino salvarnos del infierno”. Esta perspectiva justifica plenamente el compromiso de Chile.
Por Antonia Urrejola, ex ministra de Relaciones Exteriores
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