Una política para un nuevo ciclo
Necesitamos localidades resilientes, capaces de resistir, recuperarse y regenerarse
El Consejo Nacional de Desarrollo Territorial acaba de entregar al Presidente de la República el borrador de la actualización de nuestra Política Nacional de Desarrollo Urbano (PNDU), el marco que orienta cómo crecen y se transforman nuestras ciudades. Esta nueva versión responde a un país que cambió tras el estallido social, la pandemia y, sobre todo, la presión del cambio climático y la crisis de vivienda.
La nueva PNDU amplía su marco orientador con 13 principios rectores y 8 ámbitos temáticos que buscan equilibrar desarrollo económico, equidad territorial y sustentabilidad. El objetivo es claro: promover un desarrollo urbano descentralizado, articulado y resiliente, que ponga en el centro el bienestar de las personas y la convivencia socioambiental. La política también aborda la crisis habitacional: diversificando las formas de acceso y tenencia, incluyendo arriendo, cooperativas y nuevos modelos de gestión de suelo. Incluso buscando soluciones para integrar los campamentos y la informalidad cuando sea posible y adaptadas a distintas realidades.
Si la política anterior tenía como uno de sus ejes el medio ambiente, la actualización reconoce que ya no basta con hablar de “ciudades sostenibles”. Necesitamos localidades resilientes, capaces de resistir, recuperarse y regenerarse. Sequías, olas de calor e incendios no son hechos aislados, sino parte de una crisis ambiental que redefine la forma de habitar el territorio. Por eso, la política pone en el centro la adaptación climática, la gestión hídrica y la equidad en el acceso a áreas verdes, promoviendo soluciones basadas en la naturaleza.
Esto implica recuperar humedales como esponjas naturales frente a inundaciones, regenerar las aguas tratadas para reverdecer corredores ecológicos que reduzcan las islas de calor y ordenar el desarrollo de la interfaz urbano-rural para resguardar suelos agrícolas y biodiversidad. No se trata de romantizar la naturaleza, sino de reconocer que ofrece respuestas más eficientes y sostenibles que el cemento y el asfalto. La política también impulsa la “ciudad de proximidad”, acercando servicios y empleo para reducir la dependencia del automóvil, además de promover la regeneración de barrios y la densificación equilibrada. Todo con el fin de construir urbes más inclusivas y cohesionadas.
Otro énfasis clave es la equidad territorial. Persisten brechas entre comunas y regiones en vivienda, transporte y servicios básicos. La PNDU propone vincular la planificación con la inversión para cerrar esas desigualdades.
El consenso que dio origen a su primera versión hace 10 años, y el proceso participativo que caracterizó a esta actualización demuestran que es posible construir políticas y ciudades desde lo común. Ahora que se aproximan las elecciones en Chile, esta nueva PNDU es una oportunidad para que las candidaturas logren un nuevo pacto urbano-territorial que, más allá de las coyunturas, reconozca que el futuro de nuestro desarrollo depende de cómo habitamos y cuidamos el lugar que compartimos.
Por Pablo Allard, decano Facultad de Arquitectura UDD
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