Una reflexión necesaria y constructiva
SEÑOR DIRECTOR
La situación extrema en la que la pandemia nos ha puesto, un segundo remezón tras el estallido social, nos ha sacado abruptamente de ese equilibrio plácido en que parecíamos encontrarnos; un estado aparentemente sin necesidad, ni menos posibilidad, de cambios. Hemos tomado conciencia de nuestras múltiples fallas como sociedad, las que han interferido con nuestra capacidad de enfrentar la crisis. La primera de todas es, precisamente, el debilitamiento que hemos ido experimentado, ya por décadas, de nuestro sentido de pertenencia a una sociedad.
Hoy es inevitable evaluar desde nuevas perspectivas aquellas premisas básicas, tenidas como verdaderas incuestionables, de las cuales se dedujeron implacablemente los principios que orientan nuestros sistemas de educación, salud, previsión, vivienda, y el conjunto todo de la vida social.
Esas premisas enfatizaban que la ganancia individual y la competencia son las grandes motivaciones de la conducta humana, y que ellas, dejadas a su libre accionar, por sí solas nos llevarían al desarrollo pleno de nuestras potencialidades y al progreso de la sociedad. Estas aseveraciones no solo constituyen un cierto primitivismo intelectual y ético, sino que han demostrado no cumplirse en la práctica.
Citemos como ejemplo el caso del Aporte Fiscal Indirecto (AFI), que supuso que las universidades iban a ser mejores compitiendo entre sí por los estudiantes con mejores calificaciones, quienes serían, a su vez, clientes libres para elegir entre ellas. Pues bien, los estudiantes tienen sus propias razones para sus preferencias; las universidades que responden a la definición tradicional de cultivar docencia, investigación y extensión son las que más han contribuido a enfrentar la pandemia; la exacerbación de la competencia no ayuda al equilibrio emocional de los jóvenes; la forma como expandió la matrícula universitaria trajo más endeudamiento que profesionales; la ciencia gana solo con al colaboración interinstitucional e interdisciplinaria; y el AFI hubo de ser abolido.
Es este el momento para una reflexión profunda pero a la vez muy tranquila y constructiva. Las universidades del sistema de educación pública, conscientes de ser parte del Estado chileno, estamos procurando contribuir al actual debate, que estimamos de una importancia sin precedentes, manteniendo una independencia crítica, sin caer en ataques ni descalificaciones, invitando a un análisis pluralista y apelando a argumentos factuales y objetivos.
Ennio Vivaldi
Rector de la Universidad de Chile
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