Vacancia en Corte Suprema
SEÑOR DIRECTOR:
El 2 de marzo, la Corte Suprema elaboró la quina de candidatos para llenar la vacante del exministro Guillermo Silva. Han transcurrido 260 días y el puesto sigue vacante. ¿Qué puede justificar tan inexcusable demora? Lo primero es pensar que el problema está en el actual sistema de nombramientos por ser excesivo: elaboración de una quina por la Corte Suprema, elección de un candidato por el Ejecutivo y, por último, una ratificación por 2/3 de los senadores.
Sin embargo, el problema no es la regla. En efecto, si se miran los nombramientos de la Corte Suprema desde 1998 hasta 2017, el tiempo promedio fue de 82 días desde la elaboración de la quina hasta la ratificación en el Senado. Lo que realmente ocurre es que el mecanismo de elección ha sido progresivamente desnaturalizado por los intereses partidistas.
Entre los senadores, la regla no escrita era la alternancia: un juez de línea “conservadora”, un juez de tendencia “progresista”. Si bien es una práctica cuestionable, es tolerable, porque facilita el acuerdo. Pero ahora la ratificación se ha transformado en moneda de cambio para obtener ventajas en nombramientos de otros cargos. Todo sistema de reglas para que funcione exige un compromiso con su finalidad.
De cara a la vacante del ministro Brito y, próximamente, la del Juez Dahm, si bien sería ingenuo exigir que los senadores ponderaran únicamente el mérito del candidato, que al menos se atengan a su antigua práctica, que asegura una relativa predictibilidad y eficacia en los nombramientos a la Corte Suprema.
Juan Francisco Cruz Salas
Observatorio Judicial
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