A 20 años de su estreno: “Hoy Amélie, no sería jamás Amélie”




Amélie Poulain: una heroína invisible: Una joven parisina que con acciones anónimas y detalles imperceptibles buscaba hacer del mundo algo más bello y de sus habitantes personas más felices. Caminando por las calles estrechas de un París de ensueño, entre cafés, floristerías y viajes en tren, el personaje que lanzó a la fama a la actriz Audrey Tautou, no solo se convirtió en un ícono de belleza afrancesada -muy joven y de mirada profunda, de melena corta y elegancia innata- sino también en un tipo de mujer que ocultaba la riqueza de su mundo interior tras una personalidad solitaria, tímida e invisible. Una representación femenina que, tras el estreno de la película en el 2001 -que la convirtió en el segundo film de habla francesa más exitoso de la historia- millones de mujeres alrededor del mundo quisieron imitar. Porque quién no tuvo en los años dosmil una amiga Amélie o incluso fue una de ellas: la chica tímida que paseaba por las calles de su ciudad, con una melena corta, un sweater rojo y vestido de lunares, llevando en el canasto de su bicicleta las compras del supermercado e intentando expresar altruismo en los detalles más cotidianos.

Pero esa imagen de postal parisina que tanto marcó a una generación, tras veinte años de historia y con mucho feminismo bajo el puente, produce hoy visiones encontradas o quizás más realistas ¿Cuál se supone que era el verdadero fabuloso destino de Amélie Poulain? ¿Adorable o insufrible? ¿Llena de mundo interior o muy reprimida? ¿Soñadora o desconectada de la realidad? El icónico personaje del director Jean-Pierre Jeunet es analizado en retrospectiva por cuatro mujeres de la generación: una escritora, una directora audiovisual, una ilustradora y una actriz.

La directora audiovisual Paz Ramírez recuerda haber estado en segundo medio para el estreno de Amélie en Chile. Recién se estaba dando cuenta que quería estudiar cine, así que ponía especial atención a todas las películas que veía. Cuando por fin vio Amélie quedó sorprendida por su tratamiento estético y sus recursos audiovisuales, muy avanzados para la época. “Me gustó mucho porque formalmente era una película súper distinta, con un tratamiento de color bien impactante. Pero también porque tenía algo muy innovador: una protagonista mujer, quien llevaba toda la acción”. A medida que fue pasando el tiempo, eso sí, esa primera buena impresión se fue agotando y Paz fue desestimando al personaje. “Una vez pasado el impacto al verla y disfrutar lo entretenido de sus recursos, me empezó a caer mal Amélie. Fui cada vez odiando más la película, ahora ya no la veo hace mucho y si la veo en la tele me la salto. No me gusta para nada, porque a pesar de que el personaje protagónico es mujer, es una mujer muy poco tridimensional. Lleva la acción, pero es muy pasiva agresiva, todo el tiempo invisibilizándose, y eso es súper fome. Se exacerba una femineidad de no querer importunar y pasar desapercibida, como que lo femenino es no estar y no actuar. La película tenía todo el potencial para tener una protagonista menos accesoria y decorativa y un poco más poderosa”.

Lo mismo le ocurrió a la actriz Catalina Aguayo, quien la vio a sus 21 años. “Recuerdo que me gustó porque entraba en la intimidad de una mujer sola e introvertida, un universo que, si bien difería bastante del mío, sí tenía algunas similitudes, estaba hecha para gustar a personas sensibles e ingenuas. Pero ahora que ha pasado el tiempo la recuerdo y me parece insoportable, porque enaltece la figura de la mujer altruista que siempre se posterga, mostrando solo el lado bello de las cosas, romantizándolo con un corte de pelo alternativo y una música que ayuda a simpatizar. Siento que responde a una idealización de lo femenino indie, pero muy tradicional”.

La ilustradora Catalina Bu tiene una perspectiva más empática con la película al recordarla hoy. “No me gusta juzgar las películas antiguas, creo que el arte en general tiene que ver con el tiempo y el espacio en que fue creado, juzgar algo fuera de su contexto histórico es una equivocación”. Cuenta que vio Amélie cuando tenía 12 años y que por lo mismo la tomó como una película infantil. “Sentí que era preciosa y creativa. A esa edad no conocía muchas películas que no fueran gringas y que dieran en el cine, entonces me llamó mucho la atención, la encontré divertida, distinta”. Aun así, reconoce en Amélie un comportamiento “pseudo reprimido y frágil”, dice, que la hacer esconder quién es en realidad. “Supongo que ese comportamiento inocente ya no representa muy bien a las mujeres, quizás ahora Amélie estaría menos enfocada en el amor y más en ella misma”.

Ese es precisamente uno de los aspectos que más quedan en evidencia tras 20 años del estreno de Amélie: la sobrevaloración del amor romántico, algo que solía ocurrir en las películas protagonizadas por mujeres. “Hay una idealización de que todo se resuelve con este amor romántico, y eso es bien poco realista”, dice Paz Ramírez. “Es como mezclar Disney con la historia de una mujer adulta”. Así también lo piensa la escritora Victoria Valenzuela, quien vio la película a sus 18 años, recién salida del colegio. “Amélie es ingenua y demasiado inocente, y esa es una imagen que le ha hecho mucho daño a las mujeres, porque responde a la necesidad de situarla como un sujeto dócil, remilgado y subyugado a la búsqueda del amor romántico y heterosexual como único fin en la vida”.

Uno de los aspectos que más gustó de la película en su época fue cómo se mostraba la ciudad de París. Era la coprotagonista indudable de Amélie; no podían funcionar una sin la otra. La ternura de su personaje se funde en sus calles, entre los cafés, las ferias, la gente de barrio y la música de Yann Tiersen. Esa mística que logró captar el director fue uno de los aspectos que más disfrutó Victoria Valenzuela. “Me encantaron los espacios, los colores amarillos y rojos en contraste con el pelo negro y corto de la protagonista”, recuerda. Esa postal reafirmaba la idea romántica que se tiene de Paris: la ciudad del amor. Provocó incluso que turistas viajaran a copar los “tours de Amélie” que recorren los barrios populares donde se rodó la película, principalmente Montmartre.

Pero esa misma imagen es también blanco de críticas, no solo hoy sino al poco tiempo del estreno. Un periódico francés de la época la tildó incluso de fascista, por haber eliminado por completo de la realidad a los inmigrantes y a toda la diversidad que compone la sociedad francesa. “Hoy en día resulta evidente el engaño sobre la cual se levantan unos argumentos bastante precarios, y uno de ellos es el París turístico, que dista mucho de la realidad en la que vive la clase trabajadora. Es una película que no es honesta porque está llena de reflexiones superficiales que se anclan en modelos súper tradicionales, pero presentado de manera encubierta, tramposa.”, dice Victoria.

¿Podría ser posible Amélie en el 2021? Tanto Victoria, Paz y Catalina Aguayo coinciden en que ese personaje sería hoy insostenible. “Habría que construir un personaje mucho más complejo, con muchas más áreas grises y más densidad psicológica que el que tiene ella”, dice Paz. Victoria, a su vez, piensa que, si se tuviera que ajustar la trama y sus personajes a una realidad feminista, entonces habría que hacer una película totalmente distinta: “Mujeres que lucharan por su libertad y su dignidad, que opusieran algún grado de resistencia al sistema que las inhibe y las despoja permanentemente de su calidad de seres pensantes”. Catalina Aguayo agrega: “Hoy no habría cabida para un personaje así, hoy se hablan otras temáticas como respuesta natural a los personajes femeninos en ficción, que siempre respondían a tópicos similares. Hoy Amélie, no sería jamás Amélie”.

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