A casi un año del comienzo de la pandemia, ¿en qué está el amor de pareja?




En abril de este año, cuando la pandemia había llegado al país hace no más de un mes, investigamos y escribimos sobre cómo se estaban dando las dinámicas de pareja en tiempos en los que predominaba la sensación de que se acercaba el fin del mundo. Dimos cuenta de que en momentos de cambios vertiginosos e incertidumbre el amor responde a la urgencia y a la impulsividad, pero también al cuestionamiento y a la revisión interna, que parecían estar llevando la delantera. Muchas relaciones se vieron detenidas y otras vieron en el contexto un catalizador y detonante para empezar un vínculo que de otra manera no habrían empezado. Hoy, a nueve meses del comienzo de la pandemia, quisimos hacerle un seguimiento a este tema del que tanto se ha conversado y le preguntamos a especialistas qué habían observado ellos en sus consultas. Aquí un balance que da cuenta de lo que está pasando con el amor en tiempos de pandemia.

El 30 de noviembre la revista semanal The New Yorker mostraba en su portada a una mujer sentada en su escritorio y tomando un Martini mientras miraba la pantalla de su computador. De las caderas hacia arriba estaba vestida y aparentemente arreglada –peinada e incluso con aros–, pero hacia abajo vestía unos shorts cómodos y chalas. A su alrededor, papeles, mascarillas, alcohol gel, cajas de Amazon y restos de envases de comida china desparramados en el piso. Sus dos gatos estaban echados al lado de ella. La imagen, ilustrada por el artista Adrian Tomine, se titulaba Love Life (vida amorosa).

En los días posteriores aparecieron las primeras reacciones en redes sociales. “Esto es lo más preciso que he visto en el último tiempo”, decía uno de los comentarios. “Esto es el 2020 en una sola imagen”, decía otro. “El computador está arriba de una pila de libros porque así se logra un mejor ángulo para la webcam”, decía un tercero. Pero de base, los comentarios de los seguidores de la revista parecían girar en torno a un mismo eje: la escena retratada era una que se había vuelto muy familiar para muchos. Y es que a la lista de circunstancias, rutinas y hábitos que se han visto impactados o modificados por la pandemia, se suman ciertamente las dinámicas de pareja.

En una primera instancia, siguiendo la tendencia que había liderado en China, se habló de un boom de divorcios. Luego de los replanteamientos a los que se enfrentaban por primera vez las parejas de larga data, que pese al tiempo transcurrido juntos, nunca habían querido revisar problemáticas antiguas. Otros, en cambio, aprovecharon el momento para tirarse al agua y jugársela, en un acto impulsivo y casi heroico, por esa persona que siempre había estado al frente, pero que nunca habían visto realmente. También estuvieron aquellos que se vieron distanciados y los que, por lo contrario, estuvieron encerrados juntos durante casi un año.

Lo cierto es que en estos meses, que probablemente han sido de los más extraños que hemos vivido como población mundial, el amor como lo conocíamos no ha estado exento de una profunda revisión, o al menos esa ha sido la tendencia.

Y es que, como explica la psicóloga y terapeuta de parejas, Daniela Werner, las preguntas del tipo: ¿La persona con la que estoy conviviendo realmente me gusta?, ¿Qué quiero hacer yo?, ¿Qué pasa si intento algo que normalmente no haría? Y ¿Estoy acompañada porque estoy enamorada o únicamente por el miedo a estar sola? se han vuelto características de este contexto. “Hemos tenido que encarar una serie de obstáculos, pero como todo organismo viviente, aquellas relaciones que logran flexibilizar han logrado sobrevivir e incluso fortalecerse. Y si bien ha habido reacciones impulsivas, principalmente en un comienzo, creo que ha predominado la preocupación, motivación y el interés de las parejas de tratar de cuidar y mejorar la relación que tenían. Sobre todo de afrontar los conflictos que durante mucho tiempo habían soslayado por las rutinas laborales y distintos estímulos distractores”, explica. “Hay un foco más introspectivo, estamos a su vez viendo al otro que está al frente, porque ya no lo podemos obviar. Ahora se enfrentan los problemas arrastrados”.

A su vez, la psicóloga y terapeuta familiar Catalina Baeza, señala que en general, se ha reflexionado mucho en torno a la vida que se quiere tener de aquí en adelante. “Ha habido mucho cuestionamiento respecto a quiénes somos y qué queremos, y en eso es imposible no considerar nuestra manera de vincularnos. Al principio hubo conductas impulsivas, como llamar al ex, separarse y volver. Lo que pasa es que estábamos acostumbrados a evadir ciertas cosas, pero cuando nos vimos obligados a revisarnos –y a revisar al que está al lado– empezamos a notar situaciones que antes no nos importaban tanto pero que en este contexto se vuelven insostenibles. La misma toalla en la cama que antes no me molestaba, ahora es insoportable y eso es detonante de conflictos”, explica Catalina. “Aun así, he podido ver que muchas parejas, pese a la adversidad, se han reencontrado en el encierro. Y esos que no aguantaron, no venían bien de antes, pero las rutinas les facilitaba permanecer juntos”.

En julio de este año la columnista Rhiannon Lucy Cosslett escribió en The Guardian que durante los periodos de crisis, tendemos a hacer un balance. Si a eso le agregamos un confinamiento prolongado, las tensiones tienen el potencial de aumentar. Las pequeñas discusiones que antes parecían insignificantes se vuelven guerras que revelan problemas mayores que no se han resuelto. Así también, dio cuenta de que según Relate -un servicio de apoyo a parejas- a un tercio de los jóvenes británicos les había costado apoyar emocionalmente a sus parejas durante el encierro. “Me sorprende que esa cifra no sea mayor, porque en este contexto, el hecho de que dos tercios de las parejas jóvenes sientan que han podido apoyarse es casi esperanzador”, relató la columnista. Y es que el tema está, según ella, en la tolerancia. O, como argumenta en sus podcasts la psicoterapeuta especialista en parejas, Esther Perel, “lo importante es reconocer que todos tenemos distintos mecanismos de defensa. Bajo el estrés agudo, algunos se vuelven muy lógicos y otros muy emocionales”.

Como explicó el filósofo y académico argentino Darío Sztajnszrajber en una charla reciente, el contexto en el que estamos inmersos llama a replantearnos de fondo y a cuestionar fuertemente las estructuras y formatos que venían constituyendo el sentido de lo cotidiano. “Hay algo de las estructuras binarias que están deconstruyéndose y se empiezan a difuminar los límites. Me parece que estas estructuras, en estos tiempos, empiezan a colapsar y nos exigen repensar”. En eso Werner concuerda. “Los que nos hemos hecho las preguntas ¿por qué y para qué? las hemos respondido desde un consenso social que tiende a priorizar la dualidad (lo femenino o lo masculino, estar casada o estar soltera). A todos estos cuestionamientos nos enfrentamos ahora”, explica.

El psicólogo clínico, terapeuta de parejas y director del Centro Ceppas, Antonio Godoy, explica que estamos aún en el momento del estallido emocional. “Las parejas están haciendo crisis por montones; es un momento de percatación del estado de la situación de la vida de pareja, porque al fin nos estamos mirando sin distracciones”, señala. “Esto ha sido tan chocante que todavía estamos en la etapa de sobrevivencia, porque nos damos cuenta que no podemos funcionar siempre de esta forma”.

Lo que ha podido ver en su consulta es que en un comienzo las parejas se ajustaron a una nueva forma de vivir y, ocupadas en esa adaptación, lograron una suerte de equilibrio. Sin embargo, las distracciones se volvieron mínimas y quedaron en evidencia problemáticas que estaban de antes pero que ahora no se podían evadir. “Muchas parejas, en otro contexto, hubiesen mantenido la relación, incluso sabiendo que contaban con una cojera. Pero mantener a la fuerza una relación es agotador y con el tiempo se vuelve naturalmente insostenible. En este tiempo, he tenido que repensar junto a mis pacientes las soluciones, porque las que proponíamos antes ya no son viables. Un tercio de ellos están en plena crisis, pero con una reflexión mucho más profunda. Y las preguntas acerca de dónde queremos ir y qué no queremos seguir viviendo en nuestras relaciones de pareja son las que se han vuelto más presentes”.

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