Anticoncepción natural: Hablemos del método Billings

Cada vez son más las mujeres que optan por métodos anticonceptivos naturales, pero no siempre existe un buen manejo de información al respecto. En esta ocasión nos volvimos a preguntar qué sabemos y qué no de este método estructurado a partir de los días fértiles.




Billings suele estar catalogado socialmente como el método anticonceptivo de parejas conservadoras cuando, en la práctica, se trata de una técnica antigua, natural y que no nació asociada a ninguna doctrina, sino que a la observación personal. En los hechos se trata de una alternativa legítima para quienes no quieren utilizar estrategias como las pastillas anticonceptivas y supone un conocimiento profundo y detallado del ciclo. ¿En qué se basa y qué hay que saber antes de descartarlo o probarlo? La clave de esta técnica está en la observación del moco cervical para predecir los momentos en donde la mujer se encuentra más fértil y, por ende, con mayores probabilidades de quedar embarazadas.

A diferencia de los hombres, las mujeres somos fértiles solamente unos cuantos días al mes y es a través de la observación minuciosa de este fluido que se puede determinar cuáles días son más fértiles que otros dentro del ciclo menstrual. El moco cervical es una sustancia secretada en el cuello uterino y a lo largo del ciclo cambia su densidad, color, elasticidad y textura en función a las variaciones de la concentración hormonal propias de la fase del ciclo.

Según explica la matrona Vania Morales, la principal función de esta sustancia es permitir que los espermios logren tener un medio para poder viajar más rápido a las trompas del útero y así encontrar el ovocito. “Y nosotras podemos darnos cuenta cuando estamos cercanas a la ovulación gracias a esta sustancia. Cuando tiene características parecidas a la clara de un huevo crudo, es decir, de color transparente y de textura escurridiza, es un moco fértil; si está pastoso y seco, no estamos cercanas a la ovulación”, comenta.

El moco cervical empieza a aumentar cerca de tres días antes de la ovulación y es ahí cuando se puede percibir que esta fase se acerca. Sin embargo, para mayor eficacia -según explica Vania- este método se recomienda que vaya acompañado de la observación de otros biomarcadores, tales como la lectura de la temperatura basal.

Esta temperatura corresponde a la temperatura que alcanza el cuerpo en su estado basal, es decir, tras varias horas de reposo. Su medición diaria permite calcular en las mujeres sus días fértiles en el ciclo. ¿Por qué? Tres días después de la ovulación aumenta el nivel de progesterona, también llamada la hormona del cuerpo lúteo, que cumple un rol importante en la nidación del ovulo fecundado. Esta hormona es responsable de que la temperatura se eleve uno o dos días después de la ovulación, entre 0,3 y 0,5 grados centígrados.

“Si se mide durante todo el ciclo posterior a la ovulación se verá un incremento de la temperatura, porque posterior a la ovulación, en el ovario, el ovocito sale y lo que queda adentro es el cuerpo lúteo que es una glándula que produce progesterona. Entonces si se ovula, habrá cuerpo lúteo, por ende, harta progesterona y esta hormona se encargará de preparar el cuerpo para gestar y eso incluye el aumento de la temperatura de nuestro útero para que de cierta forma incube ese embrión para que este en un ambiente propicio”, explica la especialista.

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