¿Cómo abordar los garabatos en niñas y niños?




Es posible que cuando las niñas y niños no encuentran las palabras adecuadas para expresar sus frustraciones y rabias, recurran a las groserías y garabatos. Un escenario al que quizás muchos padres se han enfrentado, es que sus hijos los traten con palabrotas cuando intentan establecer límites, y muchas veces los adultos no saben cómo responder a esa situación. Según explica la neuropsicóloga certificada en disciplina positiva, Rosario Rodríguez, es importante entender que estamos frente a un niño que no sabe auto regularse, por lo que es fundamental comprenderlos y tratarlos con una comunicación respetuosa.

Según explica Rosario, detrás de este tipo de comportamiento se esconde una emoción de rabia o de miedo. Una grosería responde a una defensa justamente por esta emoción que surge del miedo, odio o ira. De acuerdo a la especialista, esta es una forma más primitiva para ellos de responder, porque aún no cuentan con las herramientas necesarias para canalizar este tipo de emociones. Lo mismo puede ocurrir con los golpes. “Igual que con un adulto que tiene mucha rabia; podría, en un momento complicado, decir groserías”, dice la especialista, y añade: “Es porque en ese momento le costó regularse, porque estaba ofendido o porque no tiene otras herramientas”.

Por estas razones, es importante siempre indagar la causa de fondo a este tipo de comportamientos y preguntarse qué es lo que está pasando. “En disciplina positiva decimos que las conductas de los niños son la punta del iceberg y es ahí justamente cuando empezamos a trabajar y profundizamos en qué es lo que puede estar ocurriendo. Si mi hijo está diciendo muchos garabatos o se encuentra demasiado inestable, esa es la conducta que vemos; sin embargo, cuando se busca la razón más de fondo y analizamos la situación, podemos observar que detrás se esconden otras cosas; la llegada de un hermano o la separación de padres, por ejemplo”, comenta Rosario.

Las groserías o insultos son formas y comportamientos que esconden emociones como la rabia, la pena o el miedo, y frente a esto, como padres, es importante entregarles las herramientas para que aborden dichos sentimientos. Si se observa una conducta de este tipo, el primer paso, dice la especialista, es la conexión para que de esta forma sea capaz de escuchar lo que uno le tiene que decir. “Porque si le decimos que no haga eso en forma de mandato, se sentirá atacado y va a desconectar inmediatamente con nuestras palabras. Entonces la idea es que nosotros podamos entrar al escenario primeramente para establecer una comunicación y ellos tengan el cerebro abierto para escuchar”, explica Rosario.

En una segunda instancia, luego de la conexión es cuando se enseñan formas y alternativas para abordar esas emociones. Con esto se le permite reemplazar una conducta por otra, porque de lo contrario, con castigos no se le está enseñando qué hacer con la rabia, el miedo o enojo. “Además, con estas formas, van aprendiendo resolución de problemas porque lo hago pensar y lo involucro”, explica. En esos casos una buena idea es explicarles que existen acuerdos respecto de la forma en que nos relacionamos las personas, y que en esos acuerdos, los garabatos se pueden percibir como un insulto y por tanto hacer sentir mal a otra persona.

Ahora, ¿dónde aprenden a decir groserías o insultos? Las niñas y niños, sobre todo los de menor edad, aprenden mucho a través de la observación, por lo tanto la comunicación no verbal se convierte en uno de los elementos más importantes en este ámbito. Según explica Rosario, existen unas neuronas llamadas espejo, que están encargadas de analizar las acciones que hace otro, por lo tanto, mediante su conexión, conectamos con ese acto, pensamiento o sentimiento. “Entonces cuando un niño tiene una pataleta, y ve a la mamá muy desregulada, lo que hacen estas neuronas es imitar esas conductas y seguir con esos patrones. Mientras que cuando hay una pataleta y veo que mi mamá esta calmada, las neuronas lo que hacen es tratar de sintonizar en ese sentido”.

Lógicamente también pueden aprender groserías e insultos en la casa. Los padres comúnmente hablan de esa manera o igualmente cuando se juntan con otros niños que a su vez, ya aprendieron estos comportamientos y usan malas palabras. Cuando las niñas y niños se empiezan juntar, imitan muchas conductas y se dan cuenta que si se enojan con alguien le pueden decir esas mismas formas.

Por otro lado, la televisión también es un elemento que influye, especialmente en estos tiempos de pandemia donde los tiempos de exposición a las pantallas ha aumentado y la interacción con otros, disminuido. De acuerdo a la neuropsicóloga, muchas niñas y niños aprenden cierto tipo de conductas a través de lo que se muestra en videos, vale decir, adolescentes o adultos jugando videojuegos y que son más susceptibles a decir groserías. A menor edad es más fácil que influya en ellos la televisión, ya que su cerebro se está formando y absorben mayor información. “Esa es su forma de demostrar, manifestar y sacar la frustración y aprenden de esos patrones. Por eso siempre yo sugiero controlar el tiempo en las pantallas. No las demonizo porque creo que aportan muchísimo pero si tenemos que tener harto ojo y marcar límites de tiempo. Así como también qué tipo de contenido están consumiendo”, comenta.

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