Cómo plantearle problemas a los vecinos




Probablemente nunca habíamos estado tan al tanto de la vida de nuestros vecinos como en pandemia. Y es que ahora que permanecemos encerrados –sobre todos quienes lo hacen en un edificio de paredes delgadas– sabemos a qué hora ejercitan, cuándo cocinan, festejan y limpian. Y, en algunos casos, cosas aún más íntimas.

Isidora Ríos (28) vive en un edificio ubicado en Providencia junto a su pareja. Todas las noches, cerca de las diez, comienzan los ruidos de sus vecinos que viven un piso más arriba de ella. Se tratan de sonidos sexuales, fuertes y, curiosamente, repetitivos. “No sabemos si son reales porque siempre son los mismos gritos. Es como si tuviesen la grabación de una secuencia de orgasmos. Entonces, quizás, podrían estar viendo pornografía. Al principio nos generó risas, pero ya llevamos casi tres meses escuchando lo mismo y estamos cansados. El problema es que, al tratarse de algo tan íntimo, no sabemos cómo resolverlo ya que también nos da un poco de pudor hablarlo”, cuenta.

A Camila Pintor (31) le pasa algo similar, aunque en su caso el problema es la música de quien vive en el departamento de enfrente. Si bien ha tratado de resolver este tema, nunca lo ha hecho de manera directa, sino que a través del conserje. Es decir, lo llama y le pide que por favor él les solicite bajar el volumen. Pero esto no soluciona el conflicto de fondo, ya que al día siguiente ocurre exactamente lo mismo. “Como corro el riesgo de topármelo cada vez que salgo a botar la basura o a buscar una encomienda, no quiero que me reconozca como la vecina quejona y generar una tensión entre nosotros. Además, tampoco lo conozco, entonces me da miedo que reaccione mal, pero obviamente es algo que tengo que enfrentar lo antes posible”, dice.

Para la psicóloga clínica de la Universidad Católica, Antonella Desenzani, este escenario marcado por los roces y conflictos es absolutamente esperable en pandemia y, sobre todo, que genere un nivel de irritación y frustración importante. “Es difícil resolver un problema que tiene que ver con la vida privada de otro e intentarlo podría traer un mínimo grado de discusión. Sin embargo, también hay algunas claves para abordarlo de la mejor manera posible”, explica.

Lo primero, según la especialista, es hacer el intento por aprovechar aquellas instancias de encuentros casuales para conversar y vincularse positivamente con el vecino que genera la molestia. Saber cuál es su nombre, cómo está llevando la pandemia y mostrarse como una figura disponible para él con el objetivo de generar una alianza que les permita resolver conflictos.

Luego, recomienda evaluar el nivel de consciencia del vecino acerca de sus propios ruidos, pero invirtiendo la situación. Es decir, preguntándole si le incomodan los que uno mismo emite. “Es importante acercarse a la otra persona desde la preocupación. Preguntarle si escucha cosas que le molesten y ver cómo va reaccionando. De esta manera, se podría dar una conversación desde el respeto mutuo y la empatía”, argumenta Antonella.

Una vez que se ponga el tema sobre la mesa, expresar la molestia pero desde las necesidades y dificultades asociadas a esos ruidos, como por ejemplo, comentar que provocan problemas de insomnio porque se está perjudicando el bienestar propio. Y, si se trata de sonidos incómodos, abarcarlos en general, sin la necesidad de especificar. “Además, hay que llegar a acuerdos conjuntos. Que los dos formen parte de una estrategia que les acomode a ambos y que se queden con la sensación de que es un tema que se pudo trabajar en equipo y no desde una imposición”, agrega.

Para el psicólogo clínico Eduardo Herrera, la clave está en plantear el problema desde la positividad. “Las personas tendemos a hacer un juicio sobre lo que el otro está haciendo, atribuyéndole una intencionalidad negativa. Por ejemplo, una persona de mi edificio escribió en el chat grupal de toda la comunidad que no podía entender que hubiese personas que en contexto de pandemia usaran tacones todo el día. Entonces, partió desde la idea de que el otro está haciendo algo intencionalmente y eso provocó que se armaran dos bandos”, cuenta. “Hubiese sido muy distinto que quién se quejó hubiese preguntado y manifestado su malestar sin juicios y buscando, antes de hablar, una intencionalidad positiva”.

Sobre esto último, Eduardo comenta que la intencionalidad positiva se refiere a ponerse en diferentes escenarios para buscar las razones del por qué una persona está haciendo ruidos molestos. “No es que busquemos causas insólitas, pero se trata de ser entendibles. Es plantear algo desde la incomodidad y no desde la crítica. No pensar que quienes hacen estos ruidos tienen una intención negativa o que son desconsiderados, sino que ser más humildes y abrirse a otras opciones. Mi recomendación es informarle a la persona sobre lo que está pasando, decirle qué nos produce y buscar una solución en conjunto”, concluye.

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