¿Cuánto dura el amor?




“Electricidad, cuando tú me miras; algo sobrenatural, una sensación que me fascina. Electricidad, cuando tú respiras; algo que hace hervir mi piel, me hace desvariar y me domina”, dice Lucerito en una de sus emblemáticas canciones. Y no es la única que ha expresado en metáforas los efectos del enamoramiento: todos alguna vez hemos asegurado –por ejemplo– sentir mariposas en la guata al ver a alguien que nos gusta. Una frase que da cuenta de una sensación física, y es que efectivamente se ha demostrado que cuando nos enamoramos, el cerebro se inunda de dopamina (conocida como la hormona del placer) y el efecto es similar al de la droga. De hecho, investigadores del Centro de Neuroética de la Universidad de Oxford han concluido que tanto el amor como las drogas inundan el cerebro con esta hormona. Esto obedece a una serie de reacciones químicas que un enamoramiento desencadena en el cuerpo.

La antropóloga estadounidense Helen Fisher explica en su libro La Nueva Psicología del Amor, que sentirse locamente enamorado es un mecanismo de la naturaleza diseñado para apegarse a una pareja y procrear. El grupo de científicos encabezado por Fisher realizó resonancias magnéticas a 839 personas que expresaron estar profundamente enamoradas. Por la actividad cerebral vista y analizada, concluyeron que el amor romántico no es una emoción, sino un impulso que disminuye con el paso del tiempo. Este enfoque describe los primeros meses de enamoramiento como una especie de psicosis temporaria, que no permite al enamorado pensar de forma racional y objetiva idealizando a aquel o aquella que lo ha conquistado.

Sin embargo, por muy intensa que sea la etapa de enamoramiento, lo cierto es que esta sensación adictiva tiene fecha de expiración. Así lo confirmaron investigadores de la Universidad de Pisa, quienes determinaron que el efecto de los procesos neuroquímicos apenas duran entre dos y cuatro años. Según su investigación, los seres humanos se encuentran biológicamente programados para sentir pasión mutua entre 18 y 30 meses después de haber iniciado una relación. Pasado este periodo, el cerebro se adapta y vuelve a la normalidad. Otros estudios, como uno realizado por Cindy Hazan, de la Universidad de Cornell en Nueva York, llegó al mismo resultado: después revisar las reacciones químicas sexuales de 5.000 personas de 37 culturas diferentes, aseguró que el enamoramiento dura lo suficiente para que dos personas tengan descendencia.

Pero si el enamoramiento se acaba ¿qué viene después? Según Carolina Aspillaga, doctora en psicología, académica y autora del libro No existe una forma de amar, uno de los mitos del amor romántico es creer que esta primera fase de enamoramiento se puede homologar con el amor. “En esta primera etapa hay mucha dopamina y serotonina, hormonas que nos hacen idealizar a la pareja, y en ese sentido es esperable que si las reacciones fisiológicas cambian luego de un tiempo, también lo haga la relación. No significa que posterior a la fase de enamoramiento no podamos seguir en una relación o deje de existir amor. Tiene que ver con los criterios que usamos para definir el amor o una buena relación de pareja. Si pensamos que es aquella donde idealizamos al otro u otra, o sentimos mariposas en la guata, entonces nos podríamos decepcionar porque eso no se puede sostener a largo plazo”, explica.

Las personas que llevan muchos años en pareja suelen resaltar la honestidad, la comunicación, el compañerismo, el respeto y una actitud positiva como componentes de su relación. Así entonces, cuando pasan los años y las parejas conviven o se casan, el cóctel químico y enamoramiento disminuye y da paso a otras experiencias. “La manera de amar y de vincularnos en pareja se ve alterada por elementos económicos, sociales y materiales. Probablemente una pareja en la que ambos trabajan diez horas diarias y después llegan a cuidar a los niños a la casa, no tendrán un espacio para sentir mariposas en la guata porque están concentrados en otras cosas”, agrega Carolina. Y de hecho hay quienes plantean que esto tiene explicaciones biológicas como el principio de la adaptación: no podríamos vivir, ni ser productivos, con el nivel de activación física y emocional que hay en el periodo inicial.

Claudia Muñoz Castro, es psicóloga especialista en género y parte del equipo del Centro Interdisciplinario de las Mujeres, CIDEM. Explica que las hormonas que se secretan en el enamoramiento están más relacionadas a la euforia, y en cambio en el amor, a la calma. “Cuando se acaba ese subidón de los primeros meses, lo que ocurre después es relativo: puede ser una desilusión o puede transformarse en un amor de pareja más fraterno. Lo importante es entender o ser lúcidos para saber por qué nos quedamos en esa relación y nunca forzarnos a ‘seguir amando’, porque hay un mandato que nos dice que las relaciones deben ser para toda la vida, o que en pareja estamos mejor”. Porque aunque se acaben las mariposas en la guata, si hay amor, éste se va a sentir igual de otra manera. “Una relación sexoafectiva que es duradera va a tener constantemente transformaciones porque las personas nos transformamos a lo largo de nuestra vida y de nuestra historia”, agrega Claudia.

Para hablar de amor tenemos que pensar en que los componentes de esa relación apunten a un vínculo igualitario y equitativo. “Una relación honesta, basada en el consentimiento y la responsabilidad afectiva; donde no haya jerarquía, sino que sea un vínculo democrático. Todo eso es clave para que cuando se acabe el efecto de las hormonas, una relación se sostenga en un amor sano y honesto, y dure para siempre o lo tenga que durar”, concluye.

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