Paula

En estado Natural

Pedro Silva es uno de los precursores de la medicina natural en el país. Médico de la Universidad de Chile, fue miembro y director de la Villa de Vida Natural de Tomás Moro y actualmente dirige Physis, un centro de salud naturista que invita a alimentarse bien y a seguir los ritmos de la naturaleza para tener una buena calidad de vida. Caminando por los senderos del Parque Natural Aguas de Ramón, el doctor Silva explica cómo desnaturalizarse enferma, y cómo lo natural nos sana.

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Paula 1134. Sábado 9 de noviembre de 2013.

Una entrevista al aire libre con un médico naturista

Barrio Las Condes. El doctor Pedro Silva tiene su centro de salud en una casa ubicada en la Avenida Manquehue Sur, donde llegan cientos de personas que buscan en su experiencia y conocimientos alguna respuesta o mejoría a sus sufrimientos. Su agenda está tomada hasta el mes de diciembre, pero siempre hay espacio para alguna atención de extrema urgencia. Nacido y criado en Valdivia, regularmente viaja a esa ciudad y alrededores para atender a sus paciente sureños. Fue ahí donde tomó contacto con la naturaleza y la medicina natural, influenciado por la colonia alemana que históricamente han sido seguidores y cultivadores del naturismo. Cuando era adolescente conoció a Manuel Lezaeta (pionero de la medicina natural en Chile y fundador de la Villa Natural de Tomás Moro) en uno de los encuentros que la comunidad valdiviana organizó sobre medicina natural. Escuchando esas charlas, asegura, tuvo un despertar interno y sintió que quería dedicar su vida a esto que a él tanto lo apasiona: sanar a las personas. Lezaeta lo tomó primero como su ayudante y luego lo motivó a estudiar Medicina en la Universidad de Chile. Junto con estudiar también trabajaba en el Centro de Vida Natural de Tomás Moro, que era la última construcción que había en ese sector en los años 60, adonde llegaban familias completas a pasar 1 o 2 meses internados para limpiar sus organismos y sanar sus dolencias. Los tratamientos consistían en baños con agua fría, baños de vapor, terapias de barro, paseos a pata pelada por el campo, ejercicios, infusiones con hierbas medicinales y una alimentación a base de frutas y vegetales. Pero con la muerte de Manuel Lezaeta (1958) la Villa de Vida Natural de Tomás Moro comenzó a perder visibilidad. Y luego, con el ingreso del mercado al área de la salud (1980), definitivamente su esplendor comenzó a desaparecer.

"Los seres humanos tenemos que sincronizarnos con los ritmos de la naturaleza porque si alteramos esos ritmos comenzamos a pagar las consecuencias. La depresión, por ejemplo, tiene mucho que ver con esta ruptura de los ritmos naturales: comer mal, acostarse y levantarse tarde".

Barrio La Reina. Al final de la calle Álvaro Casanova, en la comuna de La Reina, está el ingreso al Parque Natural Aguas de Ramón. Es una reserva precordillerana muy bonita. Tiene un sector duro y árido, bueno para el trekking, y que desemboca en el extraordinario Salto de Apoquindo. Pero también tiene otro sector más bajo y con un microclima que lo hace muy verde y húmedo, similar a un bosque del sur de Chile, con mucha vegetación, un río (Estero de Ramón), un puente colgante y una cascada. Ese es el camino que elegimos. Caminar con el doctor Silva por la naturaleza es una experiencia de aprendizaje. Se detiene cada cinco metros para oler alguna hierba: "Este es el natre. Muy bueno para bajar la fiebre. Y muy amargo, tanto que de ahí viene el dicho: más malo que el natre", explica. Un poco más allá saca una planta: "Mire, un campo de ortiga. Ayudan a mejorar la circulación y restablecer el equilibrio térmico. También son muy buenas para las enfermedades reumáticas. Se puede hacer sopita de ortiga: es espectacular y muy sabrosa". Luego se detiene a contemplar una flor: "Esta florcita se llama Dedal de oro. Es excelente remedio para curar la jaqueca. Llegó como una plantita ornamental desde California, principalmente a Viña del Mar, traída por la familia Vergara. Y salió de ese jardín y colonizó casi todo Chile; ahí se ve el poder de la naturaleza". El doctor anda vestido como para ir misa, pero su destreza por los caminos de tierra y roca, es impecable. Es en este escenario donde profundiza sobre algunos temas que le resultan claves sobre cómo estamos viviendo y por qué nos estamos enfermando.

DESNATURALIZADOS

"Este árbol caído debe tener unos 120 años, ¡qué hermoso! ¿Sabía que el hombre podría vivir 1.000 años si quisiera? Pero como nos hemos desnaturalizado tanto redujimos nuestras posibilidades solo a 10 por ciento. En la Universidad de California se están haciendo unos estudios muy interesantes basados en las investigaciones del doctor Robert McCarrison, un médico británico que vivió en la parte norte de la India, en la zona fronteriza con Pakistán. Y le tocó conocer un pueblo que vivía en las montañas: los hunzas. Era una raza muy particular para el lugar: rubios de ojos azules, por lo que se presume que eran descendientes de las tropas de Alejandro Magno. Este pueblo era totalmente vegetariano. El doctor McCarrison cuenta en sus apuntes que en los 10 años que vivió ahí nunca vio a un enfermo, y vivían cerca de 130 años. Cuando McCarrison regresó a la Universidad de Oxford investigó en animales la alimentación de los hunzas y con esa dieta todos vivían 3 veces más. En los años 90, la Universidad de California hizo una nueva experiencia con monos. Y los efectos fueron los mismos".

RITMOS NATURALES

"Los seres humanos tenemos que sincronizarnos con los ritmos de la naturaleza. Si nosotros alteramos esos ritmos comenzamos a pagar las consecuencias. La gente se acuesta tarde, se levanta tarde, se alimenta artificialmente, tiene vidas sedentarias y ningún contacto con la naturaleza. La depresión, por ejemplo, tiene mucho que ver con esta ruptura de los ritmos naturales. La producción de los neurotransmisores, como la serotonina, va de la mano con el ciclo circadiano. Hasta el mediodía la tasa de producción de serotonina está subiendo exponencialmente. Pasado el mediodía, comienza a disminuir la luz, y también la producción de esta sustancia. Hacia la medianoche el cuerpo comienza a desconectarse, porque la naturaleza ha previsto que es necesario el reposo de nuestro sistema nervioso. Si la persona come a medianoche, el trabajo del estómago fuerza al cerebro a estar despierto. Y el sueño, que es el momento para recuperar las energías que hemos consumido en el día, se hace frágil. El cuerpo se recupera según cuan profundo durmamos. Los hunzas se dormían a las 10 de la noche y despertaban a las 5 de la mañana. Ellos hacían algo muy sencillo, seguían el ciclo natural de la vida, los ciclos de mayor estado energético y los momentos en que el cuerpo debe descansar. El cuerpo humano hacia las 5 de la mañana comienza a manifestar sus primeros síntomas de ir despertando. Tomar desayuno a eso de las 7 de la mañana resulta lo ideal para cargar energías para todo el trabajo que hay que realizar en la primera mañana. Hacia el mediodía el cuerpo se encuentra en su mayor despliegue fisiológico, por lo que debe almorzar bien para cubrir esa necesidad, y ese desgaste. Luego las actividades comienzan a decaer hasta la última parte del día, que llega hasta la medianoche, cuando los órganos se preparan a reposar. Por eso una cena liviana, casi simbólica, es lo suficiente. Pero en mi consulta veo todo lo contrario. En mis pacientes veo que el desayuno es malo, el almuerzo es a la rápida con alimentos de comida chatarra, y en la noche se dan un banquete antes de dormir. Y comienzan los problemas para la salud: el páncreas claudica y aparece la diabetes, gastritis, úlceras, y el colon ligerito está con tumor. Vivimos al contrario de los ritmos de la naturaleza, y en el día vamos comiendo dulces o café, que son las cápsulas de energía artificial que el cuerpo va pidiendo, pero a un costo muy elevado para la salud. El azúcar genera dependencia y destruye rápidamente al organismo".

LA INDUSTRIA

"Muchos de nuestros males comienzan por una honesta búsqueda de comodidades y un mal entendido progreso para la comunidad. Pero luego nos vamos dando cuenta que producen problemas, y como están hechas las grandes inversiones, y se han armado infinitas necesidades alrededor de estas inversiones e intereses, las empresas e instituciones tienen que buscar mecanismos para proteger lo que han ido generando. Y resulta evidente que en muchos casos la industria produce, a plena conciencia, productos que son malos para la salud. Por ejemplo, la coca-cola: el verano del año pasado se constató que tiene un componente cancerígeno, y la empresa estuvo dispuesta a retirarlo, pero solo para USA; o sea, que el resto del mundo se muera felizmente. Recuerdo que en 1977 causó impacto el libro Sugar blues, que hacía una denuncia sobre el grave problema del azúcar, y de cómo su dependencia va deteriorando al ser humano. La gente comenzó a reemplazar el azúcar por la miel, pero apareció en una importante revista de pediatría que un niño había muerto por consumo de miel, por botulismo; se había intoxicado con la sustancia botulínica que está en la miel. Entonces, cuando aparece este notición se generó un revuelo gigantesco: 'La miel produce botulismo; no se use miel en nada'. Se pretendió destruir a la miel, que está llena de propiedades maravillosas. Yo, en 40 años de profesión, nunca he visto otro caso de botulismo por consumo de miel. Y tampoco he visto una campaña oficial contra el azúcar; nunca".

 PARAR DE CREER

"En los años 70 (cuando el planeta tenía 3.500 millones de habitantes) apareció un libro notable que se llamó Los límites del crecimiento, realizado por un grupo investigativo muy prestigiado del MIT, que se fijó como campo de estudio los próximos 30 años (hasta el 2000). Su sentencia entonces fue: 1) era imprescindible preservar y rescatar la superficie cultivable; 2) frenar el crecimiento industrial para frenar el consumo de los recursos renovables; y 3) generar una sociedad más equitativa y armónica. ¿Pero qué fue lo que ocurrió en estos 30 años? Exactamente todo lo contrario: la población se duplicó y el crecimiento poblacional está fuera de control. En el año 1 d.C. éramos 200 millones; en el año 1800 éramos 1.000 millones; y en el año 1900 llegamos a 2.000 millones. Actualmente somos 7.500 millones y se presume que para el año 2050 seremos 12.000 millones de habitantes. Hay otro dato relevante: en el año 1999 la FAO anunció que la tierra cultivable del planeta había llegado _a su límite de producción para cubrir la demanda de los habitantes del planeta. Imagínese los problemas que se nos vienen con el aumento de la población. Al ritmo que vamos, sonados todos".

COMER PLANTAS Y SEMILLAS

"El hombre es un vegetariano diseñado para tener una alimentación arbórea. Nosotros somos bípedos y tenemos una mano prensil para sacar frutas de los árboles y para sacar semillitas de las plantas más frágiles. La anatomía humana es de un organismo esencialmente frugívoro y semillívoro, y esa debe ser nuestra dieta. Por eso los naturistas incentivamos la alimentación vegetariana como la alimentación natural del ser humano. Porque no tenemos ni anatomía ni fisiología de animal carnívoro. Las propiedades y sustancias que hay en las plantas y semillas son suficientes para nuestros requerimientos. Además, son perfectas para la curación, dando vida a lo que decía Hipócrates: 'Que tu alimento sea tu medicina, y que tu medicina sea tu alimento'. Nos enfermamos porque hemos cambiado nuestra alimentación: los reemplazamos, los cocinamos, los freímos, los hervimos. Les destruimos sus sustancias y nos lleva a la enfermedad. Pero si volvemos a comer productos frescos, naturales, sanos, empezamos a sanar rápidamente. Si la persona quiere comer sano, tiene la posibilidad de hacerlo. Aunque ahora esto está más en riesgo. Porque una hectárea cultivada con vegetales rinde para 100 personas. Pero si la dedica a la ganadería esa misma hectárea alimenta solo a 1 persona, y es lo que se está privilegiando. El costo ecológico que ha tenido la alimentación derivada del producto animal ha sido horroroso. Nosotros mismos debemos producir nuestro alimento, en nuestra casa o en pequeños grupos de amigos organizados. También debemos alejarnos de las vacas, un animalito muy problemático. Por un lado produce la mayor cantidad de carne que consumen las personas y, además, produce leche y metano, que son tan nocivos para nuestra salud. El doctor Campbell de la Universidad de Conrad, hizo un acabado estudio sobre la calidad de la alimentación de la China rural. Y vio que la tierra era destinada al cultivo de vegetales, no a la ganadería. Porque los chinos no toman leche. Tampoco sufren cáncer digestivo ni a la próstata, y las mujeres no tienen cáncer de mamas. Esto lo contrastó con las estadísticas de Estados Unidos, donde el cáncer de mamas es el número 1 dentro de las norteamericanas, al igual que el consumo de leche. Y ahí demostró que la diferencia estaba en la caseína, una proteína que está en la leche, que es cancerígena. Mientras más concentrada esté esa proteína, más probabilidades de enfermar".

"La alimentación vegetariana es la alimentación natural del ser humano. Las propiedades de las plantas y semillas son suficientes para nuestros requerimientos. Además, son perfectas para la curación. Si nos enfermamos es porque hemos cambiado nuestra alimentación".

 LAS ABEJAS Y TRANSGÉNICOS

"Las abejas se nos mueren masivamente, y estamos en problemas. Se nos mueren por las ondas electromagnéticas, los pesticidas y también por los transgénicos. Ellas son el principal agente polinizador de la naturaleza, por su oficio de ir recolectando polen para la producción de miel. Si baja la población de abejas baja el desarrollo de la vida vegetal (La Comisión de Agricultura de UE, estableció que 76% de la producción de alimentos y 84% de las especies vegetales del mundo dependen de la polinización). Es en estos temas donde uno ve cómo la naturaleza está hermosamente relacionada. Es un equilibrio, una cadena, que si se le corta un eslabón comienza a quedar el desastre. Y eso es lo que estamos rompiendo con los transgénicos, los pesticidas y las ondas electromagnéticas. Todos nosotros hemos ido desarrollando una vida tecnológica materialista poca amistosa con la naturaleza. Las microondas son realmente desastrosas para las abejas, las mata. Y para el ser humano también. El microondas casero y el teléfono celular ya son muy perjudiciales para la salud, pero la cantidad de antenas puestas en la ciudad para que la radio, televisión y teléfono puedan funcionar es tremendamente nociva. Se han comprobado la generación de células cancerígenas a nivel cerebral producto del celular, por ejemplo. Hay artículos muy interesantes entre la correlación de las microondas y los tumores cerebrales. El año pasado la Organización Mundial del Cáncer, ligada a la Organización Mundial de la Salud, declaró las radioondas como agentes cancerígenas en la misma categoría que el pesticida DDT, el famoso pesticida prohibido en los años 70 y que en algunas partes de Chile aún se sigue utilizando, para que vea usted".

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