¿Es usted feliz?

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"Mamá, ¿qué puedo soñar hoy?", me pregunta cada noche mi hija después de que apago la luz de su velador y le hago unos cariñitos en la cabeza. Cuando era más chica yo le decía "puedes soñar con conejitos y ardillas jugueteando en el bosque" o "con un montón de perritos cachorros que encontramos perdidos en la plaza de la esquina", y ella sonreía imaginando la escena y entonces yo le daba las buenas noches y esperaba a que se durmiera. A sus diez años ya no le basta fantasear con un grupo de animalitos. "Dime qué puedo soñar, pero que no haya bosques ni playas". Entonces pienso que la haría feliz un poco de popularidad: "Sueña que te eligen presidenta de curso", o un poco de éxito: "Eres la más flexible de tu clase de gimnasia rítmica y te dan un premio". Luego me siento mal por estimular su espíritu competitivo y pienso que pude haberle dicho que soñara con experiencias más edificantes, aunque probablemente no la habrían dejado contenta.

No hay mucho que hacer al respecto. Como todos, ella quiere destacarse. Y como todos, cree que así alcanzará la felicidad. Pero ya sabemos que ser feliz tiene poco que ver con eso. Hay un famoso psicólogo de Harvard llamado Dan Gilbert que asegura haber descubierto el secreto de la felicidad y que ha publicado numerosas investigaciones sobre el tema en la revista Science. Creo que ya lo mencioné en alguna columna. Para ilustrar sus teorías, el experto suele citar dos casos célebres: el del Beatle perdido y el del socio de Steve Jobs. El primero se llama Pete Best y es el baterista que aparece en las primeras fotos de la banda de Liverpool en vez de Ringo Starr. Abandonó el grupo en 1962, justo antes de que se convirtiera en un fenómeno mundial. La gente suele sentir lástima por él, que siguió tocando batería en su ciudad natal sin grandes ambiciones. "Soy feliz con mi estilo de vida", dice Best, que hoy es un alegre abuelo. Por otra parte, Ronald Wayne es quien fundó una prometedora empresa para fabricar computadores llamada Apple junto a dos amigos: Steve Jobs y Steve Wozniak. Por miedo a que el proyecto terminara en bancarrota vendió sus acciones por 800 dólares. A pesar de que hoy valdrían 62.000 millones de dólares, Wayne, un ingeniero retirado que vive feliz en Las Vegas, asegura que jamás se ha arrepentido de su decisión.

Pienso en todo esto después de leer las conclusiones del informe de felicidad de la ONU, según el cual Chile es el país más feliz de América del Sur. Absurdo e inverosímil, considerando los altos niveles de estrés, rabia y resentimiento que vemos a diario en las calles y redes sociales. El reporte anual, sin embargo, está sustentado en seis variables concretas: tecnología de la información, gobierno, normas sociales, apoyo social, corrupción y niveles de educación. Esto quiere decir que la sensación de seguridad y perspectivas de progreso son los factores que harían felices a las sociedades modernas. Básicamente: saber que se puede caminar tranquilo por la calle y que los hijos podrán acceder a una buena educación.

Pero según Dan Gilbert la felicidad no tiene nada que ver con la plata. Tampoco con el éxito ni la popularidad ni con el matrimonio ni con los hijos. La felicidad es un asunto de química del cerebro. La genética influye, pero las circunstancias también. "Intentar ser más feliz es como bajar de peso -dice el sicólogo en una de sus charlas TED-, y hay unas pocas cosas que se pueden hacer para lograrlo". Lo mejor de todo: si uno las hace todos los días el promedio personal de felicidad irá subiendo. A tomar nota: 1) Tener sexo. 2) Hacer ejercicio. 3) Escuchar música. 4) Conversar. Todo gratis.

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