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La vida sin sotana de Rodrigo Tupper

Desde que descubrió que "tenía que dejar de ser cura, con mucha claridad" hasta hoy, ha pasado un año y medio en que tuvo que hacer un currículum, buscar trabajo y en que se enamoró por primera vez. Esta es la historia de cómo el padre Tupper se convirtió en Rodrigo. "No hay nada que eche de menos".

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Paula 1212. Sábado 05 de noviembre de 2016.

Hay una escena que podría ser el final de la primera parte de su vida.

Fue en mayo de 2015 en España. El padre Tupper estaba terminando un mes de ejercicios ignacianos y un año en el que estuvo reflexionando profundamente sobre su vocación sacerdotal. "Y hay un momento", recuerda, "en que uno toma la ofrenda que pide San Ignacio, la ofrenda de tu discernimiento, que es un acto simbólico específico. Ese día fue el último en que me vestí de cura para la misa. Cuando me saqué la estola al final de esa misa pensé: "creo que esta es la última vez que me la pongo". "Fue súper fuerte como imagen, súper fuerte". También en mayo, pero de 1990, se ordenó sacerdote.

Otra, de su nueva vida, podría ser cuando tuvo que hacer por primera vez un currículum, o ir a una cita a ciegas, o enamorarse como cabro chico.

Él repasa este tiempo que pasó de ser un influyente miembro de la curia a un laico sentado en el living de un pequeño y luminoso departamento cerca de Colón y Manquehue, donde hay pocos adornos y un par de ramos de astromelias. Ahí vive su polola. Él tiene el suyo en Ñuñoa.

Rodrigo Tupper Altamirano fue por 25 años sacerdote. Entró al seminario a los 18 porque vio a Miguel Ortega en un retiro y pensó que debía ser fantástico ser cura. 33 años después, y de haber sido vicario general del Arzobispado de Santiago, vicario de la Esperanza Joven y de los trabajadores, sintió que su vocación "ya no tenía la firmeza, ni la solidez, ni la seguridad con la que yo había vivido toda mi vida".

Lo que sucedió durante ese año de discernimiento y lo que le ha venido ocurriendo desde que dejó los hábitos hasta ahora lo va contando con franqueza.

En una entrevista en 2011 decías: "Si cierro los ojos y pienso qué es lo que tendría que volver a hacer en mi vida, no tengo duda alguna de ser cura". ¿Qué piensas hoy de esa frase?

Que es una buena frase, y que en ese tiempo era realmente lo que pensaba, no me cabe duda. Fui muy feliz como cura.

¿Y sigues pensando que si volvieras a vivir volverías a ser cura?

Chuta, no sé. Hoy día me lo pienso más. Lo que sí sé con claridad es que no cambiaría nada de mi vida para atrás. De verdad fui un cura feliz, todo ese periodo de mi vida encuentro que estuvo muy lleno de sentido.

También decías: "yo he sido muy regalón y quizás por eso Dios sabe a quién mandarle las noches negras. Dios no me ha mandado nunca pruebas difíciles". ¿Esta fue la primera?

No sé si fue una noche tan oscura, fue difícil, pero nunca perdí la serenidad para poder mirar, y discernir y hacer una pega… Creo que estuvo súper bien hecho.

¿Y era la primera vez que dudabas de tu vocación de sacerdote?

Así en la intensidad, sí. Fue súper estable en general mi vida, nunca tuve una crisis importante. Diría que la más profunda, la más importante, es esta.

Rodrigo Tupper hizo su proceso de discernimiento sacerdotal con el acompañamiento de un sacerdote español que vive en Chile. Con él empezó a conversar más hondamente. El proceso partió en marzo de 2014 y culminó con aquel retiro ignaciano en España, en mayo de 2015.

Cuando llegaste a esas cuatro semanas de ejercicios ignacianos, ¿ya tenías la decisión tomada?

No, yo me fui súper abierto a lo que yo pudiera descubrir ahí de lo que Dios quisiera decirme, con muchas dudas.

¿Y qué descubriste?

Que yo tenía que dejar de ser cura, con mucha claridad. Para mí eso fue clarísimo. La dinámica interior fue derivando en esa decisión, me llegó esa convicción muy profunda, convicción que me acompaña hondamente hasta ahora. Y tuve una paz maravillosa desde ese día para adelante.

¿Cuál fue el momento más duro en ese año?

Uno de los momentos más duros fue cuando uno dice "chuta, me salgo de cura, ¿y a qué?". Es un súper salto al vacío. Hubo un momento en que tuve harto susto.

¿Qué te daba miedo? ¿La pobreza, la soledad?

Nunca le he tenido susto a la pobreza, pero había una cuestión humana de decir "no tengo previsión", o sea, mi laguna previsional es de toda la vida, "no tengo cuestiones de salud, no tengo bienes".

Y tenías ya 51 años…

Claro. Pero gracias a Dios fue muy corto, de puro buena onda de Dios nomás conmigo. Pensé: "si ser cura es una vocación de servicio, ¿cómo voy a seguir en esto por miedo al qué hacer?", y ahí muy lúcidamente dije: "yo soy trabajador, soy bueno para levantarme temprano, y tonto no soy, o sea, aunque sea plantando papas, cualquier trabajo con dignidad me dará los sustentos necesarios para vivir". Y de ahí, tiré para adelante. No pensé más, hasta el retiro de discernimiento, en que hubo un minuto en que uno anda peleando con el demonio probablemente, un minuto súper duro. Ahí fue con angustia, cosa que no había sido antes, pero me ayudó mucho el trabajo con el director del retiro para pasar de esa angustia muy sólidamente.

"Uno de los momentos más duros fue cuando uno dice 'chuta, me salgo de cura, ¿y a qué?'. Es un súper salto al vacío. Hubo un momento en que tuve harto susto".

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YA NO HUBIERA SIDO UN BUEN CURA

Cuando hace muchos años atrás les contó a sus padres que quería ser sacerdote, su papá le advirtió que esto era para toda la vida. Ahora le dijo otra frase igual de marcadora, dice Tupper. "Ahora fue 'mijito la decisión que usted tome es la que vamos a apoyar, porque mucho antes que usted fuera sacerdote, es hijo nuestro'. Y eso también a la larga le ayudó mucho a la mamá. A ella le costó mucho más que al papá, mucho más".

¿Ella sentía que le estabas fallando?

No, en absoluto. Siento que no le fallé ni a Dios ni a nadie. Hice honestamente lo que tenía que hacer y me levanto todos los días con la certeza de que no tengo deuda alguna con nadie, o sea, ni con Dios, ni con la gente que creyó en mí, ni con la Iglesia. Yo creo que habría empezado a adquirir deudas si me hubiera mantenido en el sacerdocio.

¿Por qué?

Porque habría sido poco honesto de mi parte. Mi vocación ya no tenía la firmeza, ni la solidez, ni la seguridad con la que yo había vivido toda mi vida.

¿Porque tu carrera en la Iglesia ya no se veía tan auspiciosa?

No. Las razones son muy personales, ahí no voy a entrar, pero porque creo que habría empezado a dejar de ser un buen cura.

¿El tema de Cristián Precht, quien era tan amigo tuyo, influyó en la decisión?

No, no tuvo nada que ver con mi decisión. Somos muy amigos, y quiero mucho a Cristián, pero no tiene que ver con el tema de mi vocación. Me han preguntado qué significa mi salida de la Iglesia, y yo digo "no salgo de la Iglesia, sigo siendo un católico, pero en otra vereda. Hoy día lo veo desde un mundo laical". Y la fe, gracias a Dios, no estuvo en cuestión.

¿Y no te sorprendiste contigo mismo al dar un paso tan radical?

Yo no llevaba muchos años de cura cuando fui a un programa de la Paulina Nin, donde invitaban a alguien conocido con un hermano. Y fui con mi hermano mayor. Y ella le preguntó: "¿qué cosas aprecias de tu hermano?", y él dijo "lo arrojado que es para hacer las cosas. Se arroja, no calcula". Esto me lo recordó hace poco mi hermano en el contexto de mi salida. Y es verdad, yo he sido así en mi vida, me he metido en cosas que son enormes, gigantescas de grandes porque soy arrojado. Entonces cuando tomé esta decisión fue un acto de arrojo. Y de confianza, yo tengo mucha confianza en Dios.

EL CURRÍCULUM DE TUPPER

El 17 de junio de 2015 envió una carta personal a sus más cercanos contándoles de su decisión, y un comunicado público. Pero cuando se levantó ese día y prendió la radio escuchó del accidente que había tenido Arturo Vidal en plena Copa América. "Y pensé: 'evidentemente que el morbo se va a ir para otro lado, entonces va a pasar muy limpio'. Y así fue, de hecho".

En ese momento corrió fuerte el rumor de que te habías enamorado de una mujer, y que por eso te habías ido a Estados Unidos.

Sí, ese rumor hubo, pero como que se apagó rápido porque el periodismo más serio que investigó no encontró nada, porque no había nada que encontrar. Yo he sido sumamente transparente en mi vida, y eso al final tiene un triunfo. Antes se habían tirado rumores de que tuve amantes, mujeres, hombres, que tuve hijos, de todo. Pero todo eso desapareció porque no había tal, como suele suceder en la vida.

¿Por qué te fuiste a Boston?

Cuando me vine de España pensé que esto iba a tener una avalancha evidente y que lo ideal era irse para afuera. Y como dice el dicho, más vale tener amigos que tener plata, y gracias a eso pude irme a Boston, porque tengo una materia pendiente con el inglés. Me ayudaron íntegramente. Después apareció otro personaje que me dijo "estoy dispuesto a apoyarte el tiempo que necesites quedarte allá". Pensaba irme por unos 6 meses, pero enfermó gravemente el papá. Regresé a Chile un sábado, mi papá murió el jueves y después no me dieron ganas de volver a Estados Unidos. Lo de Boston fue muy bonito, pero muy duro también, porque fue muy solo. Hice una cuestión un poquito kamikaze, creo yo, porque llegué allá y cerré mi celular y saqué uno gringo. Las primeras semanas estuve bien. Pensé: "la única manera de desconectarme es que no me tengo que meter con ningún latino". Empecé a conocer a unos coreanos, a gente de lugares increíbles, y la única posibilidad era hablar con gestos y balbucear el poco inglés que teníamos, y así fue. Me fue bien el primer tiempo, pero ya cuando me vine a Chile me di cuenta de que era súper desgastador.

¿Antes te sentías muy solo como sacerdote?

No, jamás. Esa poesía que habla de la soledad de un cura de domingo en la tarde, yo nunca la experimenté, jamás. Al revés, necesitaba arrancarme para estar solo. Pero la soledad que experimenté allá fue dura, y dije "no sé si vale la pena seguir, ¿para qué?".

En Chile, llegó a vivir a un departamento en Ñuñoa, que lo ayudaron a pagar tres amigos, y por recomendación de otra amiga, Carla Fuenzalida, entró a un outplacement que le regaló ella.

"Ya estaba la pregunta de 'bueno, ¿qué voy a hacer', ahora era concreto, había que empezar a ganar lucas para poder vivir. Y en esto apareció otro amigo que me dice '¿sabes, Rodrigo?, yo he tenido amigos curas que se han salido, y en general he tenido súper malas experiencias de que ellos han agarrado la primera pega que les llegó. Y ¿sabes qué?', me dice, 'nunca pensé que iba a tener tan buena situación como la que tengo hoy día, y quiero ofrecerte esto: demórate el tiempo que necesites para que tengas el trabajo que quieres tener. Tú busca la pega y no que la pega te llegue a ti. Yo te ofrezco financiarte hasta 1 año, si necesitas, tranquilo'".

Ahí, por primera vez en su vida, tuvo que hacer un currículum.

¿Y qué pusiste?

Había leído muchos currículum en mi vida, porque me tocó contratar a mucha gente, entonces empecé a poner todo lo que había hecho. Cuando se lo mando a la Carla, ella se mata de la risa y me dice "¿sabes qué?, tu currículum está súper bueno, está súper bueno para mandárselo a cualquier obispo en cualquier parte del mundo" (risas). "Vas a tener que cambiarlo", me dijo. "Aquí tenemos que pensar a quién se lo podríamos mandar, entonces empecemos poniendo los logros, qué sé yo, organizar el encuentro continental de jóvenes y convocar 500.000 jóvenes, que hubo que financiarlo desde cero, que fueron tantos millones de dólares los que había que conseguir, y que te ganaste el premio (…) por la organización de la cuestión". Y así fue reconstruir todo el currículum. Porque ¿qué significa ser un vicario general?, ¿quién entiende eso? Entonces hubo que traducir como al ámbito civil… Iniciamos un proceso de planificación estratégica.

¿Y te desanimabas entremedio?

No. Yo, gracias a Dios, el desánimo no lo he conocido en mi vida… Lo pasé estupendamente. Vi harto a algunos amigos, un par que estaban separados y nos vimos mucho en ese tiempo, fue muy buena la troica que armamos, de mucha conversa. Compañeros del colegio Notre Dame desde chicos. Y levantarme más tarde un sábado y un domingo, ir al cine, hacía mucho rato que no iba. De repente estaba un miércoles en la tarde y decía "¿sabes qué? voy a ir al cine", o al teatro, eso sí que hace años que no había ido, o a recitales. Empecé a hacer cosas, vida cultural, que estaba bien abandonada, bien entretenido, y después harto deporte…

¿Y qué pasaba en esos primeros meses con la pérdida de poder? Tú tenías harto.

Mucho… Ya siendo cura tienes mucha autoridad, porque entras a un nivel de conciencia de las personas, esa cuestión es impresionante. Y después me tocaron grados de responsabilidad bien grandes. Yo nunca busqué eso, nunca pensé que iba a ser vicario general de la Arquidiócesis de Santiago. Pero ahora sentía, por ejemplo de las cosas más agradables, ser un don Nadie, como cuando llegué a Boston. Fui feliz en el anonimato.

¿No has echado de menos en este tiempo..?

No, nada, no hay nada que haya echado de menos, de verdad. Lo he pasado súper bien este año, no he tenido tiempo para aburrirme…

Tuvo seis ofertas laborales hasta que tomó la de la Fundación Portas, que dice que le vino como anillo al dedo. "Es que tiene mucho que ver con la trayectoria de mi vida…". Hoy es el gerente general de esta entidad dedicada a retener a jóvenes vulnerables en la universidad.

¿No te atraía trabajar en una empresa grande?

No. Una de las cosas que dije fue "no sé si tengo ganas de poner todas mis capacidades, los pocos talentos que pueda tener, al servicio de personajes que hagan más plata a costa mía, de accionistas que se hagan más ricos a costa de mi trabajo, no. No vale la pena para mí, en este momento de mi vida. En cambio sí puedo meterme en un proyecto profesional, que tiene que ver con el ámbito de lo social, que me interesa, para ayudar a nivelar la cancha en Chile. Y por eso estoy donde estoy hoy día. Entonces, que eso además me permita vivir bien, fantástico.

"Yo fui célibe, tuve mi virginidad… O sea, no solo célibe, yo fui virgen como cura. Y fue así. Y eso lo puedo decir porque fue así pues, y lo pude decir en televisión cuando me lo preguntaron, porque no había nadie que pudiera llegar a desmentir eso. Entonces, fue así, y obvio que fue difícil, es difícil el celibato, yo lo sobrellevé".

EL PRIMER POLOLEO

¿Por qué decidiste contar en los medios hace unos días que estabas pololeando?

Porque me lo preguntaron (risas). Me preguntaron si estaba emparejado, y yo le dije "sí", y contemos, o sea, obvio. No tengo ningún rollo. Si cuando hay gente que quiere ser mal pensada va a ser mal pensada de todas maneras.

¿Porque van a pensar que venía de antes?

Exactamente, y yo no me hago cargo de eso, es problema del que es mal pensado. Yo vivo con libertad mi vida, con tranquilidad, pero no voy a estar hablando para la galería ni haciendo el cálculo. Así que el gallo que quiera creer que yo soy gay, o que soy un bandido, o que soy lo que sea, no lo voy a sacar de esa idea, y ese es problema de él, no mío. Yo vivo feliz con mi vida.

Cuando estabas haciendo el discernimiento, ¿pesó el que quisieras hacer una vida de pareja? ¿Era un tema para ti?

No, no fue un tema del discernimiento. Ahora, yo calculaba que si me salía evidentemente que no me iba a quedar solo, eso de ninguna manera.

¿Tuviste alguna polola cuando chico, antes de entrar al sacerdocio?

No, si entré muy chico, y además en 3° medio tenía bastante claro que quería ser cura, que es la edad de las fiestas, de los pololeos y todas esas cosas. Esta es primera vez que pololeo.

¿Fuiste un cura célibe de verdad?

Absolutamente. Yo fui célibe, tuve mi virginidad… O sea, no solo célibe, yo fui virgen como cura. Y fue así. Y eso lo puedo decir porque fue así pues, y lo pude decir en televisión cuando me lo preguntaron, porque no había nadie que pudiera llegar a desmentir eso. Entonces, fue así, y obvio que fue difícil, es difícil el celibato, yo lo sobrellevé.

Dijiste una vez que el celibato hacía más pleno tu sacerdocio, ¿hoy día sigues pensando lo mismo?

Lo hizo muy pleno porque le dio mucha disponibilidad, de ser muy libre realmente para todo el mundo, o sea, yo no tenía una pertenencia de nadie. Permitió el desarrollo de un ministerio muy amplio, muy entregado, muy generoso. Ahora, y no porque ahora estoy en esta vereda, siempre pensé que el celibato debía ser optativo, es una de las cosas que la Iglesia tiene que cambiar, tenemos que llegar al sacerdocio de casados de todas maneras.

¿Cómo fue enamorarse a los 52?

Ha sido muy bonito, es una cuestión preciosa, una mujer de verdad preciosa. Es una relación muy bonita, estoy muy enamorado, muy encantado, pero es muy personal, sobre todo también por respeto a ella. Yo he sido la persona más pública y más conocida, ella no, y yo no tengo por qué arrastrarla a una cuestión pública.

¿Ella no sabía que tú eras tan público?

No, no mucho. Por distintas circunstancias de la vida, ella vivió fuera de Chile, y por estas cosas no cachaba mucho, lo que para mí ha sido muy bueno. Pero el amor de pareja es una cosa extraordinaria, maravillosa, para mí experimentarlo a esta altura de la vida ha sido un regalo de Dios increíble.

¿Y para los sacerdotes es demasiado duro perderse eso piensas tú, ahora que lo estás viviendo?

Es que hay una vocación, o sea, yo viví mi vocación de cura y la viví súper bien, y hoy día vivo esto otro y ya no me devolvería… La experiencia del celibato cuando la viví fue valiosa, la entendí, y fui fiel a ese compromiso.

¿Alguien te dijo que le había chocado que te pusieras a pololear tan luego después de 25 años de sacerdote?

No que yo recuerde. Y el que lo crea, que se coma la cuestión él solo. Hay un respeto también por mi historia, y por eso me preocupé harto tiempo de no salir con nadie. Pero soy joven, pero tampoco un cabro chico, los años bonitos que me quedan quiero vivirlos intensamente, y entonces también como que había que empezar a buscar, y por eso empecé a salir. Y eso es todo un descubrimiento. Las citas a ciegas también (risas)… Y me pasaron cuestiones como ir a buscar a alguien y que en el edificio el conserje llamara para arriba y dijera "oiga, está el Padre Tupper acá abajo" (risas). Cosas así.

¿Y no te daba susto que alguien te considerara frívolo por estar saliendo con alguna mujer?

Es que es problema de él. Además que estamos hablando de una relación que es del amor. ¿Dónde está escrito en alguna parte que debe ser 6 meses, 48 horas, 23 minutos? ¿Dónde? Es cuando es nomás, y esto fue cuando fue, y estoy feliz.

¿Te gustaría formar una familia?

Pareja de todas maneras. Yo pretendo casarme de todas maneras…

¿A quién le vas a pedir que te case?

A algún buen cura amigo, cuando tenga la dispensa. Tengo que hacer todo ese proceso, que estoy haciéndolo, que es un proceso que es distinto a la nulidad matrimonial, pero tiene cosas parecidas.

¿Te da pena no haber sido papá?

Fíjate que cuando yo discerní el tema de ser cura, lo más difícil en mi discernimiento era la idea de que no iba a ser papá, eso era lo que más me costaba, más que el matrimonio probablemente… Yo soy muy guaguatero. Pero no me arrepiento de nada de lo que he hecho en mi vida, y no miro con nostalgia mi vida para atrás tampoco. Las cosas pasan y hay edades para todo. Estoy súper abierto a lo que venga para el futuro. Cuando hice una entrevista hace un tiempo atrás, y hablé de que éramos mayorcitos, ella me retó y me dijo "habla por ti mismo, no me metas a mí en el saco", así que bueno, después habrá que dar explicaciones de nuevo (risas).

¿No tienes ahora más temor a la otra vida?

No, ninguno. Un cura, que no vive en Chile, me mandó un mail cuando me salí, donde me decía que lo lamentaba, que era un muy buen cura, y entremedio dice "pero, hay algo de lo cual tú nunca te debes olvidar… de que tú le regalaste generosamente 33 años de vida al Señor, y Dios tiene muy buena memoria, y nunca se va a olvidar de eso".

Tupper se emociona.

"Fue un click de decir 'este gallo tiene toda la razón'. De verdad fui generoso con Dios, le regalé toda mi vida, mi juventud, mis años más jóvenes se los regalé, de verdad, enteros. Entonces, obvio que va a tener buena memoria, y ha tenido una memoria increíble, porque de verdad yo me siento muy privilegiado. Todas las cosas que me han ido pasando, cómo me han ido pasando, lo que estoy viviendo hoy día. Entonces no tengo ningún susto de morirme hoy día. Lo que sí, no tengo ninguna gana porque con esta mujer que conocí tengo proyectos para futuro. Siento que estamos partiendo recién, llevamos 4 meses pololeando ahora y quiero estar años con ella".

LOS NIÑOS ATLAS

¿A qué aspiras con tu trabajo en Fundación Portas?

Lo que más me gustaría de esta fundación es que en unos años más no exista. Porque eso quiere decir que la problemática se resolvió. Hay chiquillos que viven en situación de mucha vulnerabilidad y son tan talentosos como los que nacieron en cuna de oro, y lo que es una tragedia para este país es cómo se pierden esos talentos. Y eso lo vemos a diario. Entonces, lo que hace esta fundación es permitir que chiquillos talentosos puedan llegar a ser profesionales, y desarrollar todos sus talentos. Nosotros trabajamos en el primer y segundo quintil más pobre, ¿y eso qué significa? Son jóvenes que de promedio per cápita familiar ganan 68 mil pesos.  De eso hablamos, de lo que puede costar dos buenas botellas de Whisky. Y el 83% de los jóvenes de estos dos quintiles, que ingresó a la educación superior, no termina la universidad, deserta.

¿Cuál es el principal motivo?

Por situaciones de pobreza, problemas familiares, porque tienen que hacerse cargo de… porque el papá normalmente no existe, o a la mamá la metieron presa, porque tenía que hacerse cargo de sus hermanos chicos, porque tiene que llevar ingresos a la casa, porque vive situaciones de mucha conflictividad, porque no tuvo los recursos humanos necesarios para poder sostenerse en la universidad, porque llegó con un nivel tan bajo de escolaridad que no pudo perseverar, en fin, son múltiples razones. Pero cuando se logra sostener, ¿qué es lo que hacemos nosotros? Básicamente trabajamos cuatro pilares. Uno tiene que ver con el acompañamiento personal; segundo, al ingresar se forma una comunidad que trabaja básicamente todas las habilidades blandas a través de talleres: comunicación efectiva, corporalidad, autoconocimiento, todos los temas que tienen que ver con una formación humana integral. Después, los acompañamos también a través de tutores académicos. Si el cabro está estudiando Ingeniería y tiene problemas con cálculo, le conseguimos un tutor, ahí son todos voluntarios… Y después una beca económica, que actualmente es de 38 mil pesos, que es para materiales básicamente. Cada chiquillo decide qué hace con esa plata. Entonces hay una cosa bastante integral de formación. Nosotros tenemos la certeza de que ese chiquillo, que es primera generación de profesional en su familia, que logra titularse, salió de la pobreza para siempre. Además se produce algo que es muy virtuoso: hoy tenemos 44 titulados y ¿qué empieza a pasar?, que ese chiquillo tiene hermanos menores, amigos en el barrio, en la población, que dicen "se puede". La familia empieza a entender… Nosotros hablamos de los "jóvenes Atlas" porque son héroes, estudian en condiciones súper precarias, muchas veces no tienen qué comer, muchas veces pasan frío, en las casas no pueden estudiar normalmente porque duermen en una sola pieza, no tiene un lugar físico donde estudiar, y ese chiquillo sale para adelante talentosamente, le va bien, se titula bien. ¿Por qué? Porque luchó contra toda esa adversidad. Y por eso hablamos de los jóvenes Atlas.

¿Qué pasa con la búsqueda de trabajo para ellos?

La pega nuestra termina con la inserción laboral. Y cuando hablamos de éxito de un 90%, con los 44 jóvenes que tenemos titulados, nos referimos a tres cosas: una, que se tituló en forma oportuna, es decir, que sacó la carrera en los años que había que sacarla; dos, que encontró trabajo a los 6 meses de titulado en lo que él estudió, o sea, si es del área de la ingeniería encontró trabajo como ingeniero. Y cuando la renta que recibe es la media o superior a la media nacional para esa carrera. Ahí decimos nosotros, "cumplimos", y tenemos 90% de éxito con esas 3 variables. Finalmente esto no ha sido difícil porque son jóvenes muy valiosos. Imagínate toda la adversidad que han tenido que pasar y han salido adelante. Y la gente que los contrata sabe eso. Mucho más, o sea, la meritocracia se ha ido ganando terreno a pasos agigantados.

¿Hoy se puede decir que Chile es un país meritócrata?

Falta mucho todavía. La meritocracia tiene que seguir pintando terreno y esta fundación trabaja para eso, y para que siga perdiendo terreno el pituto. Tener una pega porque estudió en tal universidad y porque vive en tal barrio, y porque es hijo de tal familia, es brutal, es violento, a mí me provoca violencia. Y lo que nosotros queremos hacer en nuestra fundación es poder decir "chiquillos, da lo mismo dónde vivan, cómo es su familia y de dónde es su familia. Se merece llegar a ser presidente de cualquier compañía, por mérito personal". Cuando voy a una empresa y  cuento lo que hacemos, me ha pasado varias veces que algún gerente me dice "yo podría haber sido un chico Portas", y ahí tenemos el terreno súper ganado, nos abren las puertas, nos invitan a que podamos hacer campañas de socios.

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