El sacerdote católico Oliver O'Grady era tan cortés con los adultos y tierno con los niños, que los feligreses de su parroquia en Carolina del Norte, Estados Unidos, consideraban un honor invitarlo a sus casas. Hasta que en 1993 explotó el escándalo: el cura era pedófilo y entre las víctimas de sus abusos había un menor de nueve meses. Deportado a su país natal, Irlanda, tras cumplir algunos años de prisión en Estados Unidos, ahora el sacerdote vuelve a estar en la polémica como protagonista de Deliver us from evil (Líbranos del mal), un premiado documental que debutó el año pasado en el Los Angeles Film Festival y que postula a la selección oficial de los documentales que se disputarán el próximo premio Oscar. Obra de Amy Berg, una norteamericana que trabajó como productora para las cadenas CBS y CNN, la cinta recoge los testimonios de familiares de las víctimas. Pero lo más desgarrador es que registra, por primera vez ante las cámaras, el relato de un sacerdote pederasta –O'Grady– que con el mismo tono cordial con que cautivó a sus parroquianos confiesa impúdicamente lo que hizo, cómo lo hizo y por qué lo hizo. La cinta saldrá a la venta próximamente en Amazon.