Marketing personal
No se trata de venderse, sino de reconocer las propias habilidades y, sobre esa base, planificar cómo obtener el trabajo donde uno sabe que brillará.

Hay algo que las mujeres profesionales deberían copiar de las empresas: el plan estratégico. Así como una compañía estudia sus fortalezas y debilidades, establece prioridades y luego se impone metas y plazos para lograrlas, las mujeres deberían hacer lo mismo con su carrera. "Pero generalmente no lo hacen", dice Olga Pizarro, ingeniera comercial, MBA de la Adolfo Ibáñez y directora del Centro de Estudios Empresariales de la Mujer de la Universidad del Desarrollo. Así –dice– terminan muchas veces atrapadas en empleos que no las satisfacen, sin saber muy bien por qué siguen allí. Lo que propone Olga es que se detengan, se analicen y partan haciéndose una pregunta clave: ¿Estoy feliz en mi trabajo? "Si la respuesta es no, es su responsabilidad hacer algo al respecto", asegura. "Y en esto, el marketing personal es fundamental". Aquí, despeja la pista para una planificación óptima.
¿Qué es el marketing personal?
Mucha gente cree que el marketing personal es venderse, engañar. En realidad significa detectar en la empresa o el mercado ciertas necesidades que uno puede satisfacer. Y, al mismo tiempo, plantearse qué es lo que uno quiere del mercado o la empresa: ascender, avanzar en la carrera, tanta plata, tal jornada. El proyecto debe calzar con la vida que uno desea llevar. El marketing personal consiste en buscar dónde calzar. Y, para comenzar, uno debe preguntarse cuáles son sus habilidades y fortalezas.
¿Nos cuesta hacernos esa pregunta?
Sí, aunque en forma natural la mujer pasa por etapas en las que se detiene y se cuestiona su trabajo: cuando elige una carrera, busca su primer trabajo, nacen sus hijos, se acerca su jubilación. El problema es que no siempre las aprovecha para hacerse un cuestionamiento profundo. Tiende a pensar que la carga se arregla en el camino, que no es el momento. Siempre tiene excusas.
Para saber lo que uno realmente es capaz de hacer y qué es lo que quiere, necesita para la vorágine, ponerse al centro y mirarse. Eso no es fácil.
Hay formas de hacerlo: si estás en el mercado laboral puedes preguntarte qué cargo te interesa y luego pensar a qué persona contratarías si de ti dependiera. Y enumeras todas las características y habilidades que tendría que tener la persona a la que contratarías. Luego, piensas cuántos puntos de esa lista cumples tú. Si te faltan algunas habilidades, tal vez no sea el cargo para ti. O tal vez puedas adquirir lo que te hace falta en cinco años más. Te pones una meta y por mientras te preparas. Hay que estar constantemente mirando cargos, proyectándose, viendo si uno sirve acá o allá.
¿Qué otras preguntas hay que hacerse?
¿Me veo dos, cinco o diez años más en la misma tarea? ¿Estoy conforme? Y si la respuesta es no, ¿qué voy a hacer para cambiar mi carrera? ¿Puedo hacer algo ahora o primero tengo que capacitarme en alguna área? ¿O es mejor emprender un negocio? ¿Qué plazos me pongo? Es difícil proyectarse, pero las mujeres somos gregarias. Ese análisis lo podemos hacer con ayuda de amigas profesionales.
¿Los hombres se marquetean mejor que las mujeres?
Los hombres ponen en el tapete lo que quieren conseguir. No es raro que un ejecutivo diga que quiere llegar a ser gerente general. Pero que una mujer exprese algo así en la empresa es menos común. Puede ser mal visto. En cambio, si lo dice el hombre, piensan que es canchero, decidido. En vez de decir las cosas, nosotras nos sometemos, nos enojamos, pasamos indirectas, mensajes subliminales, a ver si el otro entiende. Eso es un error. Decir lo que uno piensa, espera y siente, sin pasar a llevar a los demás, es ser asertiva. Expresar directamente que uno quiere el cargo puede ser importante para conseguirlo. Eso también es parte del marketing personal. Debemos sacarnos la culpa de encima y convertirnos en protagonistas de nuestra carrera profesional.
DOS herramientas ¿Cómo marquetearse mejor?
Dice Olga Pizarro, directora del Centro de Estudios Empresariales de la Mujer, de la UDD:
1 Tecnología: "A las mujeres nos cuesta más ponernos al día, porque estamos ocupadas en mil cosas, pero es fácil y rápido aprender a usar la tecnología. No es necesario manejarse con todo lo nuevo que aparece en el mercado. Basta centrarse en lo que a uno le sirve. Por ejemplo, puede que a uno twitter no la ayude, pero skype le permita mantenerse en contacto con personas clave en el extranjero. ¿Por qué los hombres invierten en tecnología? Porque saben lo útil que es para su trabajo. ¿Por qué las mujeres no invierten a la par? Porque primero ven si hay alguna otra cosita que se necesite en la casa. Así la tecnología queda siempre en segundo lugar, pero es fundamental para mantenerse actualizada con el mundo e inserta en el mercado laboral".
2 Currículum "Hay que rehacer el currículum una vez al año, como mínimo, aunque uno no ande en busca de un trabajo nuevo. Actualizarlo no significa sólo agregar, sino también quitar y cambiar cosas. La primera parte, donde resumes tus habilidades, debes moldearla según el cargo al que podrías postular: tienes que ver cómo calzas en un sitio determinado. Uno siempre está ganando habilidades, aunque no lo note. Un ejemplo: una mujer que ha dejado su empleo para cuidar a sus hijos por un tiempo tal vez ha aprendido a administrar presupuestos familiares, a organizar viajes de estudio, a vender algún producto. No se trata de poner estas actividades tal cual en el currículum, pero se pueden agregar en la parte en la que uno destaca sus habilidades. Uno dice que es una profesional con capacidad para organizar, liderar equipos, enfrentar crisis o usar una amplia red de contactos
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