Disruptores endocrinos en cosmética: la silenciosa amenaza a la salud femenina
Cremas, perfumes, maquillaje, champús y todo tipo de productos de cuidado personal forman parte de la rutina diaria de millones de mujeres. Lo que pocas saben es que algunos de estos productos contienen sustancias químicas capaces de interferir con el sistema hormonal. Se les conoce como disruptores endocrinos y, aunque su nombre suene lejano o técnico, su presencia es mucho más cercana de lo que imaginamos.
En la última década, la preocupación por estos compuestos ha salido de los laboratorios para instalarse en la conversación sobre salud pública. No porque generen efectos inmediatos o visibles, sino precisamente por lo contrario: actúan de forma lenta, acumulativa y muchas veces imperceptible, afectando con mayor fuerza a las mujeres, que suelen estar más expuestas a productos cosméticos y de cuidado personal a lo largo de su vida.
Los disruptores endocrinos —entre ellos algunos plaguicidas, ciertos metales, el bisfenol A o parabenos ampliamente usados en cosmética— afectan activando o bloqueando hormonas en momentos inadecuados. La endocrinóloga Lorena Mosso, miembro de la Sociedad Chilena de Endocrinología y Diabetes (SOCHED) explica que “las mujeres presentan una mayor susceptibilidad en varias etapas de la vida, especialmente durante el desarrollo embrionario, la pubertad y la edad reproductiva. Esto se debe a la complejidad del sistema reproductivo femenino y la mayor exposición a productos que contienen disruptores endocrinos”.
De acuerdo con la doctora Mosso, la base para catalogar una sustancia como un disruptor endocrino es la demostración de un efecto adverso en el cuerpo. “En ese sentido es muy relevante la dosis y el tiempo de exposición”, destaca.
Adolescencia: cuando el cuerpo está aprendiendo a regularse
La adolescencia es un período clave. Es el momento en que el cuerpo establece sus ritmos hormonales, los mismos que influirán en la salud reproductiva, metabólica y emocional a futuro. En este contexto, la exposición a ciertos químicos presentes en cosméticos infantiles o juveniles y envases plásticos puede interferir en ese delicado proceso.
Estudios demuestran que hoy se observa un aumento en consultas por pubertad precoz, un fenómeno que se intensificó durante la pandemia. Si bien las causas son múltiples, los especialistas coinciden en que el entorno químico juega un rol que aún no se comprende del todo.
De hecho, en una entrevista con El País, Nicolás Olea, catedrático de la Universidad de Granada y médico del Hospital Clínico de la misma ciudad, fue categórico: “La evidencia que hay es más que suficiente para intervenir preventivamente”. El experto cita un estudio publicado en una revista médica de endocrinología que sugiere que la exposición temprana a algunos disruptores endocrinos puede provocar un adelanto del inicio de la pubertad. La investigación es especialmente abundante en dos aspectos: los mecanismos mediante los cuales estos contaminantes interfieren en los receptores hormonales y la magnitud de la exposición humana a estos compuestos a lo largo de la vida.
Según explica Olea, las hormonas funcionan como mensajeros que permiten la comunicación entre distintos órganos del cuerpo. Los disruptores endocrinos alteran ese sistema: imitan, bloquean o distorsionan las señales hormonales naturales, interfiriendo en su producción, transporte o en la forma en que se unen a sus receptores. El resultado es una red de comunicación desordenada, capaz de alterar procesos clave del desarrollo.
El endocrinólogo Rafael Ríos explica que signos como la aparición temprana de vello puberal o el desarrollo mamario anticipado pueden ser señales de alerta. En otros casos, algunos disruptores pueden generar el efecto contrario, provocando ausencia o irregularidad menstrual.
Embarazo y edad fértil: una etapa que requiere mayor cuidado
Durante el embarazo, el cuerpo de la mujer se convierte también en el primer entorno del feto. Sustancias como ftalatos, parabenos, bisfenoles o PFAS presentes en cosméticos, envases y productos de limpieza, pueden atravesar la placenta e incluso llegar a la leche materna.
Aun así, en Chile las recomendaciones para mujeres embarazadas siguen centradas casi exclusivamente en la alimentación y los suplementos, dejando fuera la exposición química cotidiana.
Según el doctor Ríos, algunos disruptores pueden alterar el equilibrio hormonal necesario para una ovulación regular, generando ciclos irregulares o dificultades para concebir. En casos poco frecuentes, si logran atravesar la barrera placentaria, podrían estimular de forma anómala tejidos sensibles a las hormonas en el desarrollo fetal.
Perimenopausia: una etapa poco considerada
La perimenopausia es otra fase especialmente vulnerable y, paradójicamente, una de las más invisibilizadas. En este período de transición hormonal, la exposición a disruptores endocrinos puede intensificar síntomas como sofocos, insomnio o cambios en el ánimo, y también influir en problemas metabólicos o tiroideos. Además, existe preocupación por los riesgos oncológicos asociados a una activación hormonal inadecuada, especialmente en tejidos sensibles como mamas, útero u ovarios.
La evidencia científica ya ha descrito una asociación entre la exposición a disruptores endocrinos, el envejecimiento reproductivo y la menopausia. Uno de ellos sugiere que estos compuestos presentes en el entorno pueden acelerar ese proceso, haciendo que las mujeres alcancen la menopausia a edades más tempranas. Esto resulta particularmente relevante, ya que la menopausia no solo marca el fin de la vida reproductiva, sino que también puede afectar de manera significativa la calidad de vida y se asocia a un mayor riesgo de depresión, osteoporosis y enfermedades cardiovasculares. Asimismo, la exposición a disruptores endocrinos se ha vinculado con síntomas menopáusicos más intensos, dificultando la transición para algunas mujeres.
En Chile, sin embargo, esta dimensión rara vez está considerada en las recomendaciones de salud dirigidas a mujeres en perimenopausia, lo que deja fuera un aspecto clave del bienestar hormonal en una etapa que ya es, de por sí, cambiante y sensible.
¿Responsabilidad individual o colectiva?
Hoy, gran parte del peso recae en las decisiones personales: evitar calentar plásticos, reducir aerosoles, preferir cosmética certificada o productos sin fragancias sintéticas. Sin embargo, los expertos coinciden en que estas medidas, aunque son útiles, no son suficientes.
Actualmente en Chile no existe una regulación integral sobre la concentración de disruptores endocrinos en cosméticos, envases o productos infantiles. Sin embargo, el Instituto de Salud Pública (ISP) suele guiarse por regulaciones europeas en cuanto al retiro y prohibición de sustancias que se ha demostrado que son tóxicas. Por eso, el foco debería estar en una mayor fiscalización y regulación, especialmente en industrias como la alimentaria y cosmética, donde muchas sustancias actúan directamente sobre receptores hormonales.
¿Qué hacer?
La doctora Mosso plantea tres áreas de prevención. En primer lugar, el autocuidado: “Se recomienda elegir opciones libres de parabenos y fragancias sintéticas”, dice. Así mismo, plantea la importancia de educar a la población sobre los efectos y riesgos de los disruptores endocrinos. “La sustitución dirigida de productos tóxicos ha demostrado ser una estrategia eficaz para reducir la exposición, especialmente en poblaciones vulnerables como mujeres en edad reproductiva”, explica.
Finalmente, plantea que, si bien las acciones personales pueden reducir la exposición a estos químicos, “la mayoría de las exposiciones son difíciles de evitar sin intervenciones regulatorias”. Por lo que destaca la necesidad de políticas públicas que aseguren transparencia en los etiquetados y prohibición de sustancias peligrosas. “La reducción de la exposición a disruptores endocrinos requiere tanto cambios en los hábitos personales como la implementación de políticas regulatorias más estrictas, siendo ambas estrategias complementarias”, finaliza.
Respecto del primer punto que señala la especialista, existen algunas aplicaciones móviles, la más reconocida es INC Beauty, que permite analizar la composición de productos cosméticos a partir de una fotografía. Al escanear el código de barra del producto, la plataforma entrega un desglose de sus ingredientes y los clasifica en cuatro categorías identificadas por colores (verde, amarillo, naranjo y rojo) según su nivel de peligrosidad.
Además, la aplicación asigna una puntuación que va de 0 a 20, donde la calificación más alta refleja menor peligrosidad en los ingredientes. En cambio, mientras menor sea el puntaje obtenido, mayor es la cantidad de ingredientes potencialmente peligrosos.
Más que alarmar, la invitación es a informarse, a mirar con mayor conciencia los productos que usamos a diario y, sobre todo, a entender que la protección de la salud hormonal femenina no puede depender solo de elecciones individuales, sino de políticas públicas que acompañen a las mujeres en todas las etapas de su vida.
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