Por qué sufren los perros con las restricciones en cuarentena y cómo ayudarlos




En una imagen compartida a través de Instagram se puede ver a Toffee, un pequeño yorkshire terrier de 1 año mirando a la cámara con sus grandes ojos negros. El texto que acompaña la foto del perro explica que, él, al igual que muchas otras mascotas en pandemia, necesitan salir al baño 14 o incluso 21 veces a la semana y no 2 como contemplan –en el mejor de los escenarios– las nuevas restricciones a los permisos temporales en cuarentena.

La medida que limita el número de permisos que puede obtener una persona y que, por ende, restringe también el número de paseos que puede hacer con su mascota durante una semana, comenzó a regir el 22 de junio en la Región Metropolitana. Estas nuevas limitaciones a las salidas han causado preocupación entre los dueños de mascotas, pero también dentro de la comunidad de especialistas, quienes ya han visto un aumento en el número de consultas por trastornos de la conducta en animales de compañía producto del estrés causado por el encierro y enfermedades asociadas a la imposibilidad de hacer sus necesidades fisiológicas de forma adecuada todos los días.

Muchos perros han aprendido a defecar y orinar durante el paseo, sobre todo los que viven en departamentos pequeños”, explica Gaspar Romo, veterinario y especialista en comportamiento canino y felino. “Este tipo de aprendizajes se desarrolla temprano durante la vida del perro y no es algo que se pueda modificar de un día para otro. El problema es que muchos perros, en la medida que no tienen la posibilidad de salir a pasear, retienen las fecas y la orina hasta que no aguantan más y eso puede ser muy peligroso porque genera constipación o problemas urinarios”.

Y esos son precisamente los problemas que está viviendo Rebecca Kanter con su perro Toffy. Rebecca cuenta que su perro de 4 años, a quien adoptó hace casi dos, vivió mucho tiempo en la calle y luego en un departamento con ella en la comuna de Santiago Centro, comuna que se encuentra en cuarentena casi desde inicios de la pandemia. “El 26 de marzo fui corriendo a mi veterinario para comprar sabanillas cuando se supo de las primeras restricciones de paseo con mascotas”, recuerda. “Pensé que podría darle a Toffy el baño de visitas, poner una sabanilla, echar gotas para incentivarlo a hacer pipí y listo. Pero no”. Rebecca probó todas las estrategias posibles para lograr que Toffy orinara dentro del departamento, pero, después de casi 4 años acostumbrado a hacerlo en el exterior, para una mascota es casi imposible revertir ese proceso de aprendizaje. “Pensé que esta falta de hábito era algo particular a Toffy, pero eventualmente logré una consulta con un especialista que me explicó que es casi imposible entrenar a un perro para ir al baño en casa si no lo habían hecho previamente de cachorro, mucho menos si vivió en la calle”.

Gaspar Romo explica que, si bien una alternativa en el caso de los edificios es hacer uso de los jardines y áreas comunes, no todos cuentan con dichos espacios. Y en la mayoría de los casos existen muchas restricciones para su uso con mascotas. “Si bien hay departamentos que cuentan con áreas comunes, no todos tienen accesos a ellos. Y si se tiene acceso, no son de una superficie adecuada porque si un perro está acostumbrado a defecar en pasto es muy difícil que lo haga sobre una superficie lisa o de cemento, porque se inhibe. Además, la gran mayoría de los edificios tienen normativas internas que prohíben que los perros defequen y orinen en las áreas comunes, por lo que sigue sin ser una opción”.

Esta semana, la Asociación Chilena de Etología Veteriana lanzó una campaña a través de redes sociales para visibilizar los problemas que está generando en las mascotas la restricción a las salidas diarias, ya que, según explicaron a través de un comunicado, “el comportamiento de eliminación se adquiere mediante un proceso de aprendizaje que es difícil de incorporar de manera abrupta, por ende, obligarlos a cambiar su rutina aprendida no sólo les generará estrés y ansiedad como manera de adaptarse, sino también afecciones médicas por la constipación asociada a la no defecación o inclusive riesgo de daño o insuficiencia renal por no orinar las veces necesarias para ellos”.

Toffy es uno de los casos de mascotas que está viviendo las complicaciones médicas de no poder salir de forma rutinaria al baño como ha estado acostumbrado a hacerlo por años. “Cuando bajaron los paseos a un máximo 5 por semana ya estuvimos colapsados”, explica Rebecca. “Ahí me di cuenta que Toffy jamás irá al baño en casa. Así que los días que no podemos salir se estresa muchísimo. Llegó un punto en el que comenzó a regurgitar su comida. La primera vez que pasó pensé que era vomitó y conseguí un permiso para ir al veterinario, pero me explicaron que no es vómito, sino que está regurgitando su comida por estrés y porque sabe que no hay espacio en su sistema para esa comida”.

Pero además de los problemas médicos que las restricciones a los paseos están generando en las mascotas que no disponen de espacios comunes dentro de sus edificios o que no pueden ir al baño dentro de sus casas, también hay consecuencias psíquicas. “Las salidas a pasear para los perros son una necesidad en términos de otorgar una adecuada estimulación y hacer ejercicio. La recomendación es que un perro pueda pasear al menos una vez al día por 30 minutos”, explica Gaspar Romo. “En la medida que eso no se logra, el perro va a estar mucho más propenso a mostrar problemas de comportamiento y su bienestar se va a ver afectado”. Además, respecto del estrés y la sociabilización, el paseo es una instancia crucial, según explica Romo, de la que miles de perros se están viendo privados. “Es muy probable que si no se ejercita acumule esa energía y la elimine por otras vías y como consecuencia de este estrés se empiecen a generar problemas de conducta en el mediano o largo plazo”.

Si bien las señales de estrés que un perro podría estar exhibiendo durante la cuarentena varían caso a caso, algunas de las más comunes se relacionan con un ánimo más deprimido. Además, hay perros que, como consecuencia de la ansiedad, comienzan a morder de forma sistemática distintos objetos dentro de la casa que antes no llamaban su atención, según explica Gaspar Romo. “En la medida que se sienten tensos o ansiosos, tienden a morder lo que tienen más cercano y es probable que estas conductas se incrementen con la falta de paseos”, explica el veterinario. “Otros perros pueden tender al sobre acicalamiento o a lamerse de forma excesiva o compulsiva generando lesiones”. Pero Romo agrega que quizás una de las secuelas más graves son las que veremos más a largo plazo, y que se generan a nivel orgánico. Según explica el especialista, al igual como ocurre con las personas, el estar sometidos a estrés por periodos prolongados de tiempo, genera efectos nocivos en el organismo de nuestras mascotas.

Si bien el experto reconoce que es difícil reemplazar el paseo, aclara que hay actividades que se pueden incorporar dentro de la casa para ayudarlos a liberar la tensión y generar mayor estimulación durante la jornada. “Se pueden usar juguetes que incorporen un desafío para el perro, que lo mantengan ocupado como los que son rellenos con comida”, explica el especialista.

Romo también recomienda los juguetes que permitan al perro morder de forma repetitiva porque ese gesto les permite descargar la ansiedad de manera sana. Otra alternativa es ofrecer juegos que podamos realizar con ellos o que involucren su sentido del olfato. “Juegos en los que se esconda comida y ellos tengan que buscarla a través del olfato son una muy buena alternativa”, dice. Pero Romo también recomienda este tiempo de cuarentena como una excelente oportunidad para aplicar técnicas de adiestramiento canino en nuestros perros. “El adiestramiento ofrece estimulación mental para el perro y además los cansa”, explica.

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