Yo uso salida de cancha




Aunque la mayor parte de mi vida la he vivido en otras ciudades y países, me considero viñamarina. Como mi papá es marino, nos tocó una vida llena de trasbordos que incluyó de todo, desde Punta Arenas hasta Estados Unidos. Sin embargo, el lugar de retorno -o al menos al que íbamos a pasar las fiestas- siempre fue Viña del Mar. Y así, viajando, fue como descubrí que, aunque en gran parte de Chile se habla español, la forma en la que lo hablamos no es la misma.

El primer episodio con el que me di cuenta fue con el lápiz de alcohol. En 1999 nos mandaron a Punta Arenas y durante el verano en Viña con mi mamá nos pusimos a reunir la lista de útiles escolares. Y había algo que le llamaba la atención a cada personal de librería y que no encontraban entre sus productos: el lápiz de alcohol. Preguntábamos por todas partes y nadie sabía, así que después de hacer caldo de cabeza -en tiempos donde el computador sólo servía para jugar en la Encarta o buscar Condorito en internet-, partimos a Magallanes con la lista incompleta.

Después de instalarnos, fuimos a las librerías locales y cuál habrá sido nuestra sorpresa cuando, sin pestañar siquiera, la vendedora nos pasó una caja con plumones de colores. “Ahí tienen, lápices de alcohol”. Porque así es como le dicen allá a los plumones, los mismos que en otros lados son scriptos. Los plumones en cambio para ellos son los marcadores. Risa general provoqué en clases cuando pedí typex (pronunciando tapiex), en un lugar de corrector, ese al que en otros lados le dicen liquid.

Podríamos seguir con el pan batido, pero me acostumbré rápido a decirle marraqueta, así que no he tenido grandes problemas. Pero con los años, algo que he tomado como lucha personal, es el uso de la salida de cancha en oposición al buzo. No, no voy a salir a la cancha, pero tampoco nadie va a bucear, así que no vale ese argumento.

Según Mabel Pruvost de Kappes, argentina experta en Gestión y Administración de la Cultura, “preservar nuestra lengua es preservar la libertad de pensamiento, una particular manera de ver la vida, una identidad cultural que trasciende lo lingüístico y abarca los más variados aspectos. Es un factor de identidad que nos une al pasado y proyecta al futuro. Es un vínculo que aglutina a la comunidad que comparte el mismo código”. Resulta que para mí, que he vivido en tantas partes y he estado en ocho colegios, el tema de la identidad personal y pertenencia es súper importante. Por eso digo que soy de Viña del Mar, aunque ya llevo 10 años en Santiago. Y por lo mismo, aunque a veces se me salga la otra palabra, hago un esfuerzo por decir salida de cancha.

Usar esas palabras es una manera de contarle a las personas que nací en Valparaíso, que pasé mi infancia en Recreo, que cuando salía temprano de clases podía ir a la playa y que si no anduviste en autitos de la Avenida Perú ni fuiste de paseo al Parque Salitre, no tuviste infancia. Hasta hace poco no usaba mucho la palabra, principalmente porque no es una prenda que use tan seguido. Una no va en salida de cancha a la oficina y para hacer ejercicios prefiero otras cosas, pero el aislamiento la ha convertido en un artículo fundamental. Ando en salida de cancha todo el día y no me da la cabeza para vestir a mis hijos con algo más elaborado que eso.

Lo positivo es que me ha hecho volver a esas clases odiadas de Educación Física, donde lo único bueno era que ese día se podía ir con salida de cancha en vez del incómodo y frío uniforme. Cuando digo estas tres palabras es como volver al origen, a lo que era antes de todos los cambios de ciudad y de colegios, antes de tener que aprender a adaptarme a distintas personas y distintas situaciones una y otra vez, hasta que mi propia identidad se permeaba completamente y pasaba a ser alguien más. De Punta Arenas, de Talcahuano, de donde fuera. Y me lleva a ese tiempo cuando aún podía ser yo.

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