Nuestras lectoras preguntan: ¿Debo compartir mis fantasías sexuales?

Develar cuáles son nuestros deseos sexuales a nuestra pareja suele ser, por lo general, una conversación difícil de abordar. Por eso en Paula quisimos conversar sobre estos temas abiertamente y darles un espacio a ustedes, nuestras lectoras, para que puedan plantear sus dudas y los expertos ayuden a resolverlas.




LA PREGUNTA

Tengo fantasías sexuales y me gustaría compartirlas con mi pareja para explorarlas juntos, pero quisiera saber si es recomendable hacerlo o si esto puede afectar mi relación.

Adriana, 40 años.

Respuesta

“Depende del tipo de comunicación que tenga una pareja, porque hay muchas que consideran un tabú hablar de sexo y de sus fantasías. Es bueno hacerlo cuando las parejas tienen confianza, es decir, cuando están habituadas a hablar juntos sobre sexualidad. En el caso contrario, podría ocasionar celos y otros problemas”, explica Dominique Karahanian, psicóloga y académica de Universidad Mayor.

Hablar sobre las fantasías sexuales es un tema que debe ser abordado cuidadosamente en pareja y no impuesto a la fuerza, sino como parte de un proceso. Así lo cree la sexóloga María Soledad Torres, quien señala que “lo primero que resulta muy relevante es el nivel de sintonía, confianza y la apertura que se va creando en la relación. Esto no es algo que se hace abruptamente por medio de grandes revelaciones, sino como algo que se va construyendo mientras aprendemos a comunicar nuestros gustos y anhelos en la relación sexual; y también como una posibilidad de enriquecer nuestra vida erótica compartida. Nunca hay que hacerlo desde la obligación de contarnos todo, no permitiéndonos un, muchas veces indispensable, lugar secreto de intimidad y misterio”.

Esa imaginación compartida, señala la experta, puede ser muy favorable en parejas que tienen una comunicación abierta y de confianza en el plano sexual. “Compartir los ambientes, los tipos de caricias, la actividad sexual e incluso los roles que muchas veces están presentes en nuestras fantasías, hacen que las relaciones sexuales sean menos monótonas. Todo esto, siempre, en un contexto de construcción en conjunto”.

En parejas que tienen una comunicación abierta y de confianza en el plano sexual, es importante estar siempre atentos a las situaciones que pueden despertar ansiedad e inseguridad en el otro, tales como, por ejemplo, la comparación con otras personas que pueden poner en duda el propio atractivo o valor. Al respecto, el terapeuta de pareja Antonio Godoy señala que si la fantasía incorpora a alguien cercano, no es necesariamente bueno porque con ello alimentamos cierta idea en nuestra mente. “Si es una amiga o un compañero de trabajo, esa fantasía puede entrenar a tu cerebro a que eso es lo que hay que encontrar para poder estar bien, y no necesariamente es así. La fantasía tiene una dinámica mucho más libre y subjetiva”, señala.

Cuando no hay registro de fantasías sexuales

“Muchas veces me ha tocado escuchar a pacientes que dicen no tener fantasía sexual, y lo que suele suceder es que no le están prestando atención o dándole el espacio a una o no reconocen sus fantasías porque piensan que tendrían que suceder en escenarios exóticos y con un gran argumento, cuando muchas veces solo se trata de escenas breves y cotidianas, o incluso de algún recuerdo de algo vivido que provoca placer”, señala María Soledad Torres.

Lo cierto es que muchas mujeres han aprendido a inhibir sus fantasías debido a los mensajes de censura que la cultura envía hacia el erotismo de las mujeres. A esto se suele agregar la culpa que viven algunas porque en sus fantasías no aparecen sus parejas, sintiéndose infieles. “La verdad es que al igual que en los sueños, la mayoría de las fantasías están compuestas por personas anónimas que habitualmente no tienen un rostro definido o la imagen de algún actor o cantante que a uno le resulta atractivo. Así funcionan las fantasías, y es un elemento natural y muy saludable de la sexualidad femenina que nada tiene nada que ver con la fidelidad”, explica Torres.

Sobre ello, Antonio Godoy señala que “hay muchas teorías sobre el origen de las fantasías sexuales, algunas de ellas tienen que ver con la crianza, sin embargo, a mí me importa que estas sí ocurran. Por ejemplo, hay mujeres a las que les cuesta encontrar una fantasía que les acomode porque todavía hay muchas restricciones culturales sobre la sexualidad femenina. En esos casos, algunos terapeutas les recomiendan leer relatos eróticos para darle textos a sus fantasías. Por eso, el fenómeno de la película Cincuenta Sombras de Grey fue maravilloso, porque muchas mujeres encontraron sus fantasías en esa historia y lograron excitarse con sus parejas y eso es una vivencia subjetiva maravillosa”.

La fantasía es un gran complemento de la actividad sexual porque ayuda a prepararnos para esta. “Imaginarla nos va preparando el cuerpo y los sentidos para disfrutarla. Además, nos permite concentrar nuestra atención en lo erótico en lugar de diluirnos en otro tipo de pensamientos. Puede ser un muy buen aliño para darle variedad y novedad a la vida erótica y para ponerle ese toque de lo nuevo y lo prohibido que son las fuentes de excitación externas que tanto favorecen el deseo sexual en los primeros momentos de una relación de pareja”, concluye María Soledad Torres.

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