Por qué la risa nos salvó este 2020

ANUARIO 2020: ALEGRÍA

Aunque no fue un año fácil, la creatividad, el humor y los memes nos hicieron pasar de mejor manera el trago amargo que nos dejó la crisis sanitaria del coronavirus. ¿Cómo logramos soltar una carcajada en medio del caos?




El 2020 ha sido uno de los peores años de la historia de la humanidad. Así al menos lo consignó la Revista Time en una de sus portadas, lo que nos ayudó a confirmar algo que intuíamos con el pasar de los meses: que nadie estaba preparado para vivir una catástrofe a nivel mundial como la que generó el Covid-19. Con el confinamiento, todo lo que conocíamos fue puesto en jaque y tuvimos que encontrar nuevas formas de relacionarnos. Así, surgieron las citas virtuales, las fiestas por Zoom, las clases deportivas por Instagram y un sinfín de cosas que, apoyadas por la tecnología, nos ayudaron a pasar este momento de mejor manera.

En medio del caos, surgieron grandes ideas. Muchas para sobrevivir económicamente, pero también otras para poder mantener arriba el ánimo. Así, de a poco, las redes sociales se empezaron a llenar de memes sobre la situación sanitaria que estábamos viviendo a nivel mundial: desde el clásico video del baile del ataúd hasta la canción del coronavirus o el “sácala de la estufa, se está quemando”. Un hecho que habla mucho acerca de cómo las personas enfrentamos las catástrofes en tiempos de una acelerada expansión digital. “Los memes sobre el confinamiento nos daban a entender que estábamos todos encerrados en las mismas, lo que es un gran consuelo”, dice Rafael Gumucio, escritor y director del Instituto de Estudios Humorísticos de la Universidad Diego Portales. “Funcionaron para crear comunidad y cercanía, y para transformar el encierro en un juego. La risa es una herramienta de comunicación poderosísima que nos da una visión más amplia de la realidad y sus problemas”.

Tan relevante ha sido el humor para poder resguardar nuestra salud mental que la plataforma Memoria Covid-19 de la Universidad de Chile está recopilando estos testimonios y memes para dejar un registro sobre nuestra cotidianeidad en la pandemia. Y es que la risa ha jugado un importante papel en este contexto. Sin embargo, sus efectos terapéuticos ya habían sido comprobados muchos años antes. De ahí nace, por ejemplo, la risoterapia como un método alternativo para el tratamiento de diferentes enfermedades físicas. En el estudio Terapias complementarias en los cuidados, publicado en la revista Index de Enfermería de España, explican que reír fortalece el sistema inmunológico, mejora la circulación de la sangre, libera endorfinas que producen bienestar, combate el insomnio, mejora el descanso, entre otros beneficios.

Pero, ¿cómo logramos reír las personas ante momentos tan complejos? ¿Por qué lo hacemos? “Ha sido un método de sobrevivencia, y no lo digo desde el stand up, porque puede que no le interese a todo el mundo, pero la producción de memes y la ocurrencia en Twitter son de un nivel de inteligencia impresionante. Se ha creado una comunidad en torno a la risa que nos ha ayudado a todos a pasar la cuarentena”, analiza la comediante Paloma Salas que, durante el confinamiento, lanzó el programa Ayer, hoy y siempre con la comediante argentina, Charo López. Su compañero Fabrizio Copano explica algo similar. Según sus palabras, el humor se ha transformado en un mecanismo de defensa, “sobre todo en 2020, donde naturalmente da un contrapeso. Por eso, internet se llenó de memes o las personas se empezaron a recomendar series de comedia. Ver contenidos de humor se ha transformado en un consumo terapéutico porque, con todo lo horrible que ha pasado, es casi lo último que nos queda”, analiza.

Desde la academia, la socióloga y profesora de la Escuela de Psicología de la Universidad Adolfo Ibañez, Victoria Valdebenito, explica que la risa es una respuesta biológica que nos permite sobrellevar de mejor manera situaciones estresantes, como la pandemia. Y que eso explica el hecho de que hayamos encontrado un potencial anecdótico en algunas cosas que ocurrieron este 2020. “La evidencia muestra que el reírnos es una forma de rebelarnos en contra de la represión. Entonces en un contexto de crisis, cuando nos reímos, estamos tratando de superar, de alguna forma, esa situación difícil que atravesamos. Además, permite generar resiliencia en las comunidades, trayendo la característica de humanidad que podemos perder frente a estas adversidades”, reflexiona.

Sumado a esto, la experta señala que el humor es un factor protector de la salud mental. Eso explica, entonces, por qué se ha transformado en un antídoto natural para evadir -por un tiempo- el difícil escenario que nos ha tocado enfrentar en el día a día. “La gente está chata porque prendes la tele y las noticias no son buenas. Entonces, uno necesita escapar o abstraerse de la realidad y reírse de estupideces para verle el lado bonito a las cosas, sobre todo en un año como este”, señala la comediante Belén Mora.

La capacidad de hacer de una tragedia algo un poco más liviano no es algo nuevo y se relaciona con lo que explica Daniel López, cardiólogo y jefe del Servicio de Medicina del Estrés del Hospital Central Municipal de San Isidro, Buenos Aires. Según sus palabras, nuestro bienestar no depende de la capacidad económica o la realidad concreta que nos toque enfrentar, sino de la facultad de disfrutar de la vida, a través de acciones concretas del día a día. López, en la televisión trasandina, entrega un muy buen ejemplo para entender esta situación. El experto señala que Argentina está en el puesto Nº 17 de países más felices del mundo y que aquello se explica “porque hay mesa, amigos y fútbol”. Tres cosas que podrían mejorar la calidad de vida, pues ayudan en el proceso de búsqueda de la felicidad, más allá de lo que sucede en el entorno personal.

El liberar tensiones es una de las razones de por qué buscamos el humor, pero también otra muy importante es la identificación que nos puede hacer sentir el escuchar una historia divertida sobre la vida cotidiana. En el show Primerizas, la comediante Daniela “Chiqui” Aguayo, junto a su compañera y amiga, Alison Mandel, sintieron cómo se empezaba a formar una comunidad a partir de sus experiencias como madres debutantes en plena crisis sanitaria. “Ahí vimos gente que estaba en las mismas que nosotras y en el show nos empezamos a reír de eso: de criar sin afectos presenciales en medio de una pandemia”, cuenta Aguayo y agrega: “La soledad del confinamiento fue muy fuerte, pero el humor nos ayudó a conectar con amigos y familia”.

Por eso, lo personal y cotidiano se transformó, como nunca, en un gran tema de conversación: con los amigos, en el trabajo y, sobre todo, en la esfera pública. De ahí también han salido situaciones graciosas y pocas veces vistas con anterioridad. Es cosa de recordar algunos chascarros que han ocurrido durante este tiempo y que dan cuenta del nuevo mundo que estamos habitando. “A todos se les apareció alguien en una reunión. Entró el papá, la mamá o el hijo, o el hecho de que se quedaran prendidos los micrófonos. A nivel personal, han pasado situaciones que uno ve con distancia y resultan bien graciosas: hemos hecho yoga online, ido al psicólogo por Zoom. En un momento dices: ¿esto está bien?”, comenta, riendo, Chiqui Aguayo.

Por eso, no todo está perdido: aún quedan ganas de reír y muchas. Al parecer, es la única manera que hemos encontrado los seres humanos de convivir con la incertidumbre y el miedo. Según Paloma Salas, el humor nunca va a morir porque las personas siempre van a tener una necesidad por conectar, ya sea con una historia o con un chiste. “Los públicos no se van a acabar. Van a sobrevivir a todas las plagas y a todos los toques de queda. A pesar de todo, va a seguir existiendo esta necesidad de juntarse a presenciar algo o inventar historias” explica y agrega: “No nos queda más que reírnos. De hecho, en muchos casos, es lo único que nos queda. ¡Qué dignidad poder reírse de uno mismo en un momento de mierda! El derecho soberano a cagarse de risa tiene que ganarle a todo, aunque no sirva para nada”, finaliza.

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